La jurista María Elena Castrillón está acostumbrada a las historias duras. En su condición de abogada de la Defensoría del Pueblo de Caldas oye a diario desgarradores testimonios de toda suerte de atropellos. Armada de códigos y leyes les explica a las personas los instrumentos legales para defenderse y la necesidad de mantenerse firmes a la hora de reivindicar sus derechos. El pasado viernes 25 de abril, sin embargo, se derrumbó. Humillada, lloró ante el agresivo coro de centenares de niñas del colegio Leonardo da Vinci de Manizales contra dos de sus compañeras de estudio que públicamente habían aceptado que se amaban: "No las queremos, no las queremos", "¡Que se vayan!".El hecho fue visto por los colombianos a través de la televisión e indignó a muchos sectores. No obstante, no sorprendió a los colectivos de gays y de lesbianas del país que saben de los frecuentes actos de homofobia en sus sitios de trabajo, estudio o en la misma calle. La situación es más crítica en los colegios porque en su condición de menores de edad son poblaciones más vulnerables a las que les cuesta trabajo reivindicar los múltiples derechos que en teoría los protegen.Un estudio de Colombia Diversa, una organización no gubernamental que trabaja en favor de los derechos de lesbianas, gays, bisexuales y transgeneristas (personas Lgbt) en Colombia, y de la Secretaría Distrital de Educación (SED) de Bogotá, realizado en 2006, encontró que la discriminación empieza por silenciar el tema. Se trata de una especie de 'sexofobia', o de temor a hablar de sexualidad. Una de las conclusiones del informe dice que las diferentes posibilidades de orientación sexual son desconocidas entre el 31 por ciento de los profesores y profesoras, el 60 por ciento entre los estudiantes y el 74 por ciento entre los padres y madres.La negación se inicia cuando no se habla de sexualidad y mucho menos de homosexualidad. Y cuando el tema se toca en las clases, el peso moralista es evidente. A pesar de que Colombia es un país laico, en amplios sectores -especialmente rurales y en ciudades intermedias- los asuntos relacionados con la sexualidad siguen atados a la moral religiosa y asociados al pecado. "Organizamos el acto para defender nuestros valores porque la gente está diciendo que en el colegio todas somos lesbianas", explicó una de las jóvenes que participaron en la protesta.La situación adquiere características más dramáticas cuando hay agresiones físicas, tal como lo constató SEMANA en Barranquilla. En las escuelas privadas de esta ciudad el rechazo a la homosexualidad llega al extremo de que cuando se enteran de la inclinación sexual de una mujer o un hombre, pasan a las a las burlas o las golpizas. En varios testimonios recogidos por esta revista en esa capital, los adolescentes llegan a aceptar más fácilmente a una chica VIP o prepago, que a jóvenes con inclinaciones homosexuales.Y es que la agresión no solamente viene de los compañeros de clase, sino de los profesores. SEMANA registró varios casos recientes de homofobia en universidades y colegios en Cali y Yumbo. En el primero, un joven gay estudiante de derecho fue agredido verbalmente por uno de los profesores, ante sus compañeros, en plena clase. El caso ocurrió hace cinco meses y la queja fue puesta ante la Defensoría del Pueblo del Valle. "Por eso es mejor mantener en secreto nuestra condición lesbiana. No quiero un rechazo por mi tendencia sexual", confesó Natalia, estudiante de décimo grado de un colegio de Cali.Los actos de homofobia, de discriminación y de señalamientos contra los gays y lesbianas contrastan con la legislación vigente. En las sentencias de la Corte Constitucional los avances son evidentes: y no son de ahora, sino de la última década. "Es claro que la homosexualidad no puede ser considerada una enfermedad, ni una anormalidad patológica que deba ser curada o combatida, sino que constituye una orientación sexual legítima", aseguró en 1998 el magistrado Alejandro Martínez Caballero. "Las medidas de los órganos de un establecimiento educativo no pueden establecer sanciones académicas o disciplinarias a una estudiante por las decisiones que ésta adopte para afirmar su identidad sexual", reiteró en 2001 el magistrado Manuel José Cepeda. Y en 2002, el magistrado Álvaro Tafur Galvis, sobre un caso de un colegio que sancionaba "el lesbianismo", sentenció: "La elección de la orientación sexual es una clara manifestación y materialización del ejercicio del derecho al libre desarrollo de la personalidad, de modo que el establecimiento educativo no puede coartar tal elección, so pretexto de pretender inculcar valores homogéneos a todos los estudiantes, no respetando sus diversas tendencias".Otro hecho significativo en este escenario es, además de esta jurisprudencia, que la homosexualidad se da de manera natural en muchos colegios, en especial en Bogotá y en Medellín. No sólo es un tema más de los jóvenes, sino que es reclamado con énfasis por ellos mismos en los medios de comunicación. Docentes y alumnos le dijeron a SEMANA en Medellín que desde hace cinco o seis años para acá declarar su tendencia sexual en un salón de clases no es ninguna novedad, en especial en los cursos de décimo y 11. Uno de los colegios que han adquirido fama por esto es el Inem en el barrio El Poblado, al sur de la ciudad. "El Inem ya parece un colegio para gays", dice Jessica Castrillón, quien acaba de graduarse de la institución. Aunque la frase puede sonar un tanto exagerada, ella dice que para muchos estudiantes es más fácil declarar abiertamente su homosexualidad en el colegio que en la casa. "A una amiguita mía la echaron de la casa porque la vieron dándose un beso con una amiguita del colegio -recuerda Jessica- pero en el colegio ya todos sabíamos que era lesbiana. Incluso, hay un lugar dentro del Inem cerca del auditorio que ya es conocido porque allí van todas las mujeres lesbianas". El tema también es de interés en otros espacios de comunicación. Por ejemplo, los estudiantes invitados a los consejos de redacción de la revista Blog piden incluir más estos temas. Los jóvenes lo hacen con mucha naturalidad y la mayoría dice que conoce amigos o amigas gay que demuestran sus inclinaciones abiertamente. En general, en estas reuniones la preocupación de los estudiantes es, más que su condición sexual, la forma como creen deben comunicarlo a sus comunidades. Lizeth Ortiz, una estudiante de noveno grado del Colegio Anglo Americano en Bogotá, afirma que "en su colegio conoce varios casos de estudiantes lesbianas que lo demuestran abiertamente". Según ella, cada vez hay menos tabúes y las directivas brindan asesoría sicológica para que la experiencia no sea traumática.Uno de los ejemplos más destacados de apertura sobre el tema en televisión es el programa Más que piel, de Teleantioquia, un espacio dedicado a la sexualidad en el que los mismos jóvenes preguntan, opinan y ventilan sus dudas muchas veces acerca de la homosexualidad. En radio, en el programa Insomnia, de la emisora Los 40 Principales, uno de los de mayor audiencia entre el público adolescente y cuyo tema central no es la sexualidad, es común que sus presentadores reciban llamadas de jóvenes gay que cuentan sus experiencias. "Aparte de que nosotros tengamos una posición personal frente al tema, en nuestro programa hay un espacio abierto a las demás inclinaciones sexuales. Incluso hasta hace poco le enviábamos saludos al aire a la comunidad gay", afirma Jaime Andrés Motta, uno de los presentadores del programa.Andrés Alegría, director de la franja cultural de Radio Diversia, una emisora dirigida a la comunidad gay que transmite a través de la página de Internet www.radiodiversia.com, cuenta que pronto uno de sus locutores será un homosexual, menor de edad, aficionado a la radio y que cuenta con el aval de sus padres para hablar al aire sobre la problemática gay.Y por si fuera poco está la Internet, donde la libertad fluye con mayor libertad. A raíz del caso de las dos niñas lesbianas en el Colegio de Manizales, en Facebook se creó el grupo 'Rechazamos la homofobia en los colegios de Colombia'. Los miembros dejan sus opiniones en contra de la discriminación y argumentan en contra de la homofobia. Hoy el grupo cuenta con más de 2.200 integrantes.En conclusión, este panorama demuestra que a pesar de los avances jurídicos y de la firmeza y la valentía de muchos jóvenes para defender sus opciones sexuales -como las dos niñas de 16 y 17 años del colegio de Manizales-, la escandalosa protesta en contra de ellas por sus demás compañeras, con el auspicio de las directivas de la institución, aún al país le falta mucho camino por recorrer en su propósito de construir una sociedad más tolerante.