Un incidente sucedido el 7 de febrero le recordó al presidente George W. Bush lo azaroso de su cargo. Robert Piquet, un desempleado del gobierno con problemas mentales, hizo disparos en los alrededores de la Casa Blanca y fue herido por un agente del servicio secreto que le disparó en la pierna. El incidente produjo una intensa movilización de seguridad y las autoridades informaron que a pesar del susto el presidente nunca estuvo en peligro.