La semana pasada, preocupado por la devaluación en el Brasil, el presidente argentino Carlos Menem le pidió a su ministro de Economía, Roque Fernández, que elaborara un plan tendiente a dolarizar la economía del país gaucho. La dolarización consistiría en que los argentinos abandonarían el peso como moneda oficial para hacer transacciones utilizando única y exclusivamente la divisa norteamericana. La implicación más importante de esta medida es que el Banco Central de ese país abandonaría el control de la política monetaria, que quedaría en manos de la Reserva Federal de Estados Unidos. La adopción de Argentina de este sistema podría marcar el inicio de una convergencia latinoamericana hacia una moneda única al estilo de lo acontecido recientemente en Europa (en México ya se está ventilando la misma posibilidad).