Convencido de que el año pasado el Gobierno le dio un buen manejo al apoyo empresarial en medio de la pandemia, Hernando José Gómez, nuevo presidente de Asobancaria –el gremio de los banqueros– advierte también que el país debe aprender de las lecciones de 2020 para no volver a cometer los mismos errores.

Específicamente se refiere al hecho de que confinar toda la actividad económica probó no ser necesario, pues el punto actual de la crisis sanitaria ha demostrado que más que las cuarentenas, lo que es determinante para la propagación del coronavirus es el comportamiento de la ciudadanía. “Si se toman las medidas de bioseguridad adecuadas, los cierres pueden ser menores. Los epidemiólogos han explicado que el problema no es tanto salir, sino tratar de evitar viajes largos y las aglomeraciones, que deberán seguir prohibidas. Incluso los hogares han probado no ser tan seguros si las personas no cumplen con todos los protocolos al regresar”, asegura este reputado economista, quien llegó a este cargo en reemplazo de Santiago Castro.

Se refiere al tema sanitario, pues la evolución de la pandemia será fundamental para el desempeño de la banca, así como de todo el país. Gómez aclara que si sube la ocupación de las unidades de cuidados intensivos, como ha ocurrido recientemente, es evidente que se deben tomar medidas, pero propone que se hagan intentando golpear lo menos posible la actividad productiva. De hecho señala que la resiliencia económica del país ha sido muy marcada, pues luego de registrar una contracción de 16 por ciento al segundo trimestre del año pasado, ya en octubre la había bajado a 9 por ciento y probablemente 2020 terminó con una caída de entre 6,8 y 7,2 por ciento. Igualmente, la tasa de desempleo superó 20 por ciento en junio y en noviembre ya iba en 13,3 por ciento.

“Diciembre fue bueno y hasta ahora no tenemos información del impacto de las cuarentenas de 2021, pero es un hecho que golpean, pues tener cerradas solo a Medellín y a Bogotá, que son 30 por ciento de la economía del país, claro que tiene repercusiones”, advierte, al tiempo que opina que mientras avanza el plan de vacunación las posibilidades de contagio se van a mantener, por lo que hay que aprovechar para aprender de la experiencia de otros países.

Crecimiento y riesgos

En Asobancaria estiman que este año el país crecerá 4,6 por ciento gracias a la recuperación del consumo, por una mayor confianza de los hogares, las bajas tasas de interés, el aumento de las remesas –resultado de la recuperación de la economía de los países en donde viven los migrantes colombianos–, así como por la mejoría de los principales indicadores del mercado laboral. No obstante, Gómez apunta que la evolución de estas variables depende de la pandemia y esta, a su vez, no solo está atada a las vacunas, sino también a la logística para ejecutar el plan de inoculación. “En esa logística en terreno está el gran reto de 2021. De ella dependerán las tasas de crecimiento”, reitera.

Comenta que llegó al gremio muy empapado de la manera cómo la banca afrontó la pandemia el año pasado, pues hasta hace poco fue miembro de la junta directiva de Bancolombia. Explica que fue una época para potenciar todos los esfuerzos de digitalización que venían haciendo los bancos. “En general, la operatividad virtual aguantó el dramático incremento de las transacciones, se logró asegurar y mantener el servicio, mientras se seguía incentivado el uso de medios digitales”, precisa. También destaca la rápida reacción de la banca para implementar el programa de alivios decretado por el Gobierno.

Según la Superintendencia Financiera, entre el primero de agosto de 2020 y el 13 de enero de 2021, a 1,8 millones de deudores les refinanciaron deudas por 31,3 billones de pesos (casi tres veces el monto que destinará el Gobierno para subsidios de vivienda durante el cuatrienio). Otro reto para la banca estuvo en la distribución de los subsidios del Gobierno, en especial los del programa Ingreso Solidario, destinado a tres millones de personas que no estaban en ningún otro programa de ayuda estatal. De ellas solo 1,2 millones tenían algún producto financiero y el desafío consistió en bancarizarlas rápidamente. La aspiración de los bancos es continuar con esos procesos de inclusión financiera.

También han sido activos en las entregas de subsidios de auxilio a la nómina, así como desembolsando créditos con avales estatales. Al 13 de enero iban 477.000 préstamos respaldados por el Fondo Nacional de Garantías, por 11,8 billones de pesos.

Gómez añade que los créditos directos de la banca tampoco frenaron y que, de hecho, en la segunda parte de 2020 tuvieron una muy buena evolución, alcanzado una suma de nuevos desembolsos de 250 billones de pesos, impulsados en parte por el sector de vivienda, el cual registró récord en ventas.

El dirigente gremial considera que a favor de los establecimientos de crédito también jugó el hecho de que estuvieran avanzados en el proceso de implementación de las normas de Basilea, que son el referente mundial en temas de solvencia y liquidez. “Arrancamos la pandemia con solidez y eso ha servido para que, pese a las dificultades, ninguno de los 25 bancos del país hoy tenga riesgos en ese frente. Además, han servido las líneas de liquidez del Banco de la República y la acción del Gobierno que, en conjunto, hicieron un círculo virtuoso”, subraya.

Golpe a las ganancias

Las normas de Basilea y, en general, lo que se conoce como la regulación prudencial, buscan que los bancos aumenten sus provisiones o ahorros por cada peso que tienen prestado. Esto con el objetivo de que si alguno de sus deudores incumple sus obligaciones no se forme un hueco que termine golpeando los depósitos de sus clientes. No en vano son esos recursos los que se usan para dar crédito.

Con la crisis económica y el mayor desempleo, la morosidad ha venido aumentado y con ella las provisiones. Al cierre de octubre, 5 por ciento de todos los créditos entregados por la banca estaban vencidos. Paralelamente, las provisiones llegan hoy a 12 billones de pesos, duplicando sus valores prepandemia. La consecuencia de tener más provisiones es que se afectan las utilidades bancarias. Entre enero y octubre, los establecimientos de crédito ganaron 5,3 billones de pesos, 52,7 por ciento menos que un año atrás. En Asobancaria estiman que se mantenga ese nivel de deterioro de los estados financieros, pues tienen claro que en 2021 la cartera vencida puede subir más. Su aspiración es que no supere un dígito.

“Si bien estamos bien provisionados y líquidos, no vemos una normalización del sector sino hasta 2022”, detalla Gómez. Aunque recalca que las tasas de interés son un factor a favor, dice que el desempleo es una fuerza en contra. Frente a las quejas de que las reducciones de tasas de interés del Banco de la República –que están en mínimos históricos de 1,75 por ciento– no se están sintiendo con la misma fuerza en el crédito, responde que en los costos de los préstamos influyen también otros factores como el entorno de riesgos, el cual ha venido aumentado. No obstante, dice que la transmisión de las menores tasas de interés ya se siente en 70 por ciento en créditos como los de vivienda, cuyas tasas están en el nivel más bajo de los últimos 10 años.

Cree que al Banco de la República, entidad de la que fue codirector, no le queda mucho espacio para seguir bajando sus tasas y que lo haría si ve que la economía está muy resentida. Por eso su pronóstico es un 2021 con estabilidad en las tasas de interés de los diferentes tipos de créditos.

Para Gómez, la clave de aquí en adelante está en proteger el tejido empresarial, minimizando el número de quiebras. Eso será lo que permitirá prender motores rápido y que el desempleo baje a 12 por ciento. Una meta en la que los bancos desempeñarán un papel fundamental.