La batalla contra el coronavirus no solo fue la responsable del desarrollo de vacunas en tiempo récord, sino también de nuevos medicamentos para atender a quienes efectivamente adquieren el virus. Una de las farmacéuticas que ha estado más activa en ambos frentes es la estadounidense Pfizer, cuyas pastillas de marca Paxlovid se encaminan a ser el tratamiento de venta más rápida de todos los tiempos, con ingresos esperados de casi 24.000 millones de dólares en 2022.

Este pronóstico es del grupo de analítica inglés Airfinity y fue reseñado por Bloomberg. Ese mismo grupo calcula que las ventas totales de píldoras anticovid alcancen 32.500 millones de dólares este año en el mundo, lo que implica un alza frente a su estimación anterior que era de 19.500 millones de dólares. Esto no solo implica una mayor facturación para Pfizer, sino también para otras farmacéuticas como Merck & Co. y la japonesa Shionogi & Co.

La farmacéutica Pfizer firmó un acuerdo con un grupo respaldado por la ONU para permitir que otros fabricantes fabriquen su píldora experimental contra el coronavirus, en una medida que podría hacer que su tratamiento esté disponible para más de la mitad de la población mundial. (Foto AP / Mark Lennihan, archivo) | Foto: Copyright 2021 The Associated Press. All rights reserved

Aunque los casos mortales han disminuido en el mundo, aún 1.150 personas fallecen a diario y se registran 549.000 contagios nuevos cada día. Esa situación, sumada a las nuevas variantes hacen que los tratamientos anteriores se vuelvan ineficaces y que sea necesario seguir investigando y desarrollando medicamentos más potentes para atacar este virus.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomendó el uso del antiviral Paxlovid para los pacientes de covid-19 con síntomas poco severos, pero con “mayor riesgo de hospitalización”. En otras palabras, es un fármaco para pacientes no vacunados, de edad avanzada o inmunodeprimidos.

Inequidad, como con las vacunas

Inicialmente, las píldoras anticovid tuvieron una demanda lenta, pero a medida que las cepas de coronavirus continúan propagándose y con la caída en la vacunación global, las pastillas volvieron a tomar impulso, especialmente en los países ricos como Estados Unidos, el Reino Unido y Europa (que han comprado dos tercios de la producción actual), mientras que gran parte del mundo espera versiones genéricas.

La OMS se ha mostrado “muy preocupada” porque, como ha ocurrido con las vacunas, los países menos ricos se encuentran con dificultades para acceder a este medicamento de Pfizer, que probablemente en el próximo año no podrá llegar a todo el mundo. Esto no solo porque los fabricantes de medicamentos genéricos enfrentan obstáculos normativos y de producción, sino que la manufactura de este tipo de terapias es considerada compleja.

Los expertos de Bloomberg señalan que las píldoras anticovid son más baratas y fáciles de administrar que otros tratamientos, su eficacia se mantiene frente a las variantes del coronavirus y deberían desempeñar un papel fundamental a medida que la pandemia pasa a una fase endémica más predecible.

En contraste, la consultora Airfinity recortó su estimación de ingresos para las farmacéuticas productores de vacunas contra el coronavirus para 2022 de 81.000 millones de dólares a 64.0000 millones.

Estados Unidos ha sido uno de los mayores compradores de Paxlovid, con la idea de que esté disponible en farmacias, hospitales y hogares de ancianos. Ya le pagó a Pfizer 5.000 millones de dólares por 11 millones de pastillas, pero su meta es llegar a 20 millones.

Se estima que unas tres docenas de fabricantes de medicamentos producirán versiones de bajo costo de la píldora como parte de un esfuerzo por expandir los suministros en las regiones de bajos ingresos, pero estas llegarían a cuentagotas, solo hasta mayo de 2023 habría grandes cantidades para todos los países.

Paxlovid consta de dos pastillas. Una, el nirmatrelvir, un nuevo medicamento diseñado para bloquear la acción de una enzima clave que el virus usa para hacer copias de sí mismo. La otras es el ritonavir, un contra el VIH que ayuda a retardar la descomposición del primer fármaco, lo que le permite permanecer activo durante más tiempo y en concentraciones más altas.