Los datos entregados el pasado fin de semana por el Dane sobre el Índice de Precios al Consumidor han generado gran preocupación y las alarmas siguen encendidas. Según la entidad, la inflación para el mes de febrero se ubicó en 1,63 % mes a mes, cuando lo esperado por el mercado, en promedio, se situaba en 1,29 %. En términos anuales, registró una variación del 8,01 %, superando las expectativas de la gran mayoría de analistas que preveían, en promedio, cerca del 7,70 %.

La inflación es el impuesto más duro para las familias más vulnerables y pobres. Para Luis Fernando Mejía, director ejecutivo de Fedesarrollo, una inflación al alza en Colombia es “una mala noticia”. Destacó dos hechos preocupantes al conocerse la cifra: por un lado, la inflación de alimentos, anual, que alcanzó el 23,3 %, “una cifra no vista en más de dos décadas”. Y, por otro, que “la inflación para los pobres y vulnerables está en 9,7 %”.

Además, según la Dirección de Investigaciones Económicas, Sectoriales y de Mercados de Bancolombia, la lectura se consolidó como el registró más alto para un febrero desde 2002 y duplicó el promedio que se suele observar para el segundo mes del año desde 2016 (0,81 %).

Los resultados

Al igual que en los últimos meses, los alimentos le han dado un fuerte impulso a la inflación y además de superar el 23 % anual, solo en febrero tuvieron una variación del 3,26 %. La disparada en el precio de las papas, las frutas, la leche, el plátano y el arroz impulsaron la canasta a su máxima variación desde 2008.

La papa sigue imbatible como el alimento que más sube de precio tanto en febrero como en los últimos 12 meses. | Foto: Guillermo Torres

De acuerdo con un análisis de BBVA Research, los alimentos perecederos mantuvieron el protagonismo con altas variaciones mensuales en productos como papa (16,1 %), cebolla (12,9 %), tomate (12,4 %), plátanos (10,1 %) y yuca (9,2 %), aunque menores que las registradas en enero, tendencia que también mostraron las carnes (1,1 %). Por otra parte, productos procesados como el arroz (4,3 %) y las pastas alimenticias (3,9 %) mostraron incrementos más pronunciados que el primer mes del año. Es así que los perecederos acumulan una variación anual del 35,5 %, seguidos por las carnes con 27,8 % y los procesados con 13,3 %. Las alzas siguen siendo explicadas por los altos costos de agroinsumos y cuellos de botella logísticos, además de una disminución de la oferta de los productos, como es el caso de las carnes. La inflación anual, sin alimentos, llegó al 5,08 %.

En línea con lo anterior, agrega el BBVA, la división de restaurantes y hoteles también registró un importante incremento en febrero, con una variación del 2,22 % a causa de las presiones derivadas de los precios de alimentos y del incremento de costos relativos a la prestación del servicio, así como un posible efecto adicional producto de la normalización en el cobro de impuestos en el sector.

Sin embargo, el de alimentos no fue el único rubro que jalonó los precios al alza. Según un análisis de la Dirección de Investigaciones Económicas, Sectoriales y de Mercados de Bancolombia, en el componente subyacente, los mayores avances estuvieron concentrados en la educación, los arriendos y las comidas fuera del hogar. “Las características en el período de recolección –en particular evidentes sobre la división de gasto asociada a educación–, el efecto indexación y el mayor costo de los alimentos estuvieron detrás del avance de estos rubros”, dice el análisis.

De hecho, la división de alojamiento y servicios públicos fue la segunda con mayor aporte al incremento de precios de febrero, con un aumento del 0,71 % y en el año corrido es del 4,48 %. Sin embargo, sobresale el peso de casi una tercera parte, en la ponderación del aumento de la inflación. En este caso, las tarifas de energía y gas incrementaron en febrero 2,6 % y 2,2 % en medio de nuevos ajustes de las tarifas que incluyen cobros por pérdidas en el Caribe (en el caso de la electricidad) e indexación a la tasa representativa del mercado (en el caso del gas). Por su parte, los arrendamientos (0,4 %) muestran una aceleración gradual en su inflación anual, en línea con su ajuste a la inflación causada en 2021, explica el BBVA.

La división de educación presentó un alza importante en febrero (4,5 %), como es habitual, pero fue inferior a la anticipada. “Esto se debió a que las instituciones de educación superior públicas todavía siguen impactadas por medidas de gratuidad gubernamentales y se presentó una menor indexación de lo habitual en las matrículas privadas, en un entorno de retorno gradual a la normalidad, con lo que la variación mensual estuvo por debajo casi 40 puntos básicos respecto a la del mismo mes en la prepandemia –agrega el BBVA–. Estos impactos también se evidencian en la variación anual, que sigue mostrándose negativa (-4,1 %).

La inflación, al parecer, seguirá presionada en los siguientes meses por los cuellos de botella que aún permanecen a nivel internacional y local, así como por factores propios de la formación de precios. A esto se suma la alta incertidumbre por la invasión de Rusia a Ucrania, que ya ha producido un alza considerable en precios de varios bienes básicos –como el trigo, el maíz, agroinsumos (como la urea)– y en energéticos, reflejada en la disparada que han tenido los precios del petróleo y el gas natural. También la tensión global amenaza con profundizar los cuellos de botella globales.

Pero hay otra cara de la moneda. El peso en las jornadas recientes ha venido fortaleciéndose y esta apreciación podría moderar el traslado a precio de algunos factores, especialmente externos, y se espera que con la realización del día sin IVA en marzo se vuelva a registrar alguna moderación, transitoria, en precios de bienes semidurables, especialmente.

¿Qué hacer?

Enfrentar la inflación y encauzar su comportamiento a la baja no será una tarea fácil. Para atacar la inflación, el Gobierno oficializó el decreto a través del cual se reducen los aranceles a 165 productos e insumos que son parte de la canasta de consumo de los colombianos, y quitar así peso a las presiones de precios altos.

El decreto redujo a 0 % el arancel durante 6 meses de productos que tenían aranceles de 5, 10 y hasta 15 %. Entre ellos se destacan productos de molineros (harinas de varias clases), semillas para el sector agrícola y otros insumos para el campo, preparaciones de pastelería, cereales, abonos, aceites esenciales, pieles, papel y cartón, papel higiénico, pañuelos y toallitas de papel.

Sin embargo, el alivio que aportarán estas medidas no será inmediato y seguramente se verá reflejado en el mediano plazo en los costos de producción de alimentos.

Por otro lado, el Banco de la República tendrá que alistar ‘su arsenal’ para atajar la inflación. Y ya ha venido en aumentos de la tasa de referencia que se sitúa en 4 %, con aumentos de hasta 100 puntos básicos en las recientes sesiones.

Y en el escenario de estas decisiones, aún no se contaba con el impacto que podría reflejar la invasión de Rusia a Ucrania.

En una reciente entrevista a SEMANA, Leonardo Villar, gerente del Banco de la República, aseguró que es demasiado pronto para evaluar si esta situación cambia el panorama. “Lo cierto es que desde que se inició el proceso de aumento de tasas, en septiembre pasado, hemos tenido varios elementos de sorpresa en la aceleración de la inflación y en el aumento de las expectativas de inflación, así como en un crecimiento de la economía mucho más rápido de lo que estaba previsto, en buena medida jalonada por una demanda particularmente dinámica. Ese contexto ha hecho que el Banco de la República no solo haya subido las tasas de interés en tres oportunidades, sino que ha dado el mensaje de que se trata de un proceso que seguramente debe continuar para avanzar en el proceso de normalización de la política monetaria y para hacer esa política más acorde con las circunstancias que estamos viviendo hoy, que son radicalmente distintas de las que vivíamos hace uno o dos años, en los momentos más críticos de la pandemia”, dijo el gerente.

Como advierte el BBVA, en este contexto, el Banco de la República enfrenta un escenario complejo con la combinación de una inflación con fuerte tendencia al alza, tanto en la total como en la básica, con el riesgo de mayor persistencia en los choques globales y locales y su probabilidad de contagiar las expectativas de mediano plazo, y por el otro los efectos inciertos del conflicto en Europa. Así las cosas, se estima que el Emisor acelere la normalización de política monetaria.

“En este sentido, mantenemos nuestra previsión de un incremento de tasas de 150 puntos básicos en su próxima reunión de política”, dice el BBVA; es decir, llevar las tasas de referencia al 5,5 %. Esta aceleración hace que la política monetaria siga encaminada hacia tasas positivas. Como lo mencionó el gerente del Banco de la República, “no es sostenible mantener tasas de interés reales negativas en una economía que se empieza a comportar de manera normal. Las tasas de interés reales negativas eran válidas y las tuvimos en momentos de crisis, pero cuando la economía está creciendo de manera adecuada y cuando además estamos teniendo presiones inflacionarias, se vuelve indispensable tener tasas de interés reales positivas”.

La inflación es el aumento generalizado y sostenido de los precios de los bienes y servicios. Los alimentos fue lo que más encareció. Foto: Guillermo Torres | Foto: Guillermo Torres

La gran pregunta es hasta dónde podría llegar el Emisor. En ese sentido, los cálculos establecen que podría avanzar hasta alrededor del 1,8 % real positivo. Pero allí surge la otra duda: a qué velocidad. Los escenarios irán cambiando dependiendo de como se mueva el consumo, la disponibilidad de insumos y, sobre todo, los efectos de la guerra.

Aún los analistas, y el mismo Banco de la República, consideran que en los próximos meses la expectativa que hay es que las presiones al alza en los precios, en especial de los alimentos, empiecen a moderarse. Además, como advierte Bancolombia, es clave tener presente que durante 2022 la inflación anual se enfrentará a un efecto estadístico de alta base de comparación. Este efecto se concentra en particular en los meses de mayo, julio, agosto, septiembre, noviembre y diciembre, lo que llevará a que incluso con registros de inflaciones mensuales ligeramente superiores a los promedios de la última década, la inflación anual presente una tendencia bajista.

Bajo este panorama, el escenario para la inflación este año no será sencillo. Como advierte Bancolombia, históricamente los datos muestran que en los dos primeros meses del año normalmente se causa entre el 35 % y 45 % de la inflación total que se termina observando al cierre de año. Y esta entidad revisó al alza su expectativa de inflación anual a diciembre de 2022 hasta 6,2 %, muy por encima del rango meta del Emisor.