La transición energética es un tema altamente coyuntural actualmente, no solo a nivel nacional, sino también mundial. Actualmente, son cada vez más naciones las que buscan reducir la utilización de combustibles fósiles y, por ende, al mismo tiempo la emisión de CO₂, que tanto afecta el medioambiente.

El asunto energético es un gran tema de debate, especialmente teniendo en cuenta las innumerables situaciones económicas, como la inflación, la recesión, y las demás herencias obtenidas posteriores a la pandemia por covid-19.

En los últimos años, el precio de la luz en un contexto internacional ha ido en aumento, y la demanda de esta se ha incrementado en una relación de hasta el 14% entre 2011 y 2021.

Durante estos tiempos recientes, los países de la región han estado indagando cada vez más en los procesos para generar energías alternativas, por ejemplo, el hidrógeno verde, o la biomasa, la cual es utilizada para combustibles alternos, América Latina posee gran potencial en esta materia gracias a la diversidad tan amplia que posee en cuanto a recursos naturales dentro de sus ecosistemas, estos son denominados biocombustibles, vienen siendo promovidos como fuentes de energía limpia, incluso ya utilizados en pequeña medida en países como Colombia y Brasil.

Aun así, a día de hoy existe una inmensa huella de combustibles fósiles dentro de la región, estos representan aproximadamente el 70 % del consumo de energía, mientras que a nivel mundial, esta ocupa el 82 %, según estudios. El transporte es el rubro que más aporta a la emisión de gases contaminantes, como consecuencia de la utilización de estos combustibles, el cual representa el 45% de estas emisiones para la región, mientras que a nivel mundial, significa un 23%.

Estos sectores se ven seguidos por la industria, que marca un 28% de generación, y el sector energético que produce un 18% del total generado, a su vez, es de gran dificultad aislar estos combustibles al 100%, debido a que la región es gran exportadora de los mismos, especialmente el petróleo, renglón que ha mantenido un aumento regular desde el año 2021, cuando marcó una exportación de 1.500 millones de barriles, lo que ha ayudado a que la región tenga una aportación del 20% a la oferta mundial del mercado de carbono.

El panorama puede ser positivo, sin embargo, según el estudio “La transición energética: Una agenda región por región para la acción a corto plazo” realizado por la firma McKinsey & Company que establece un horizonte hacia 2030, establece que América Latina requiere todavía de una serie de medidas para poder concretar este liderato a nivel mundial, entre los cuales se encuentran: Aumentar la certidumbre respecto a los permisos en cuanto a procesos para estas energías y promover marcos que permitan la colaboración entre la industria privada y la pública; estabilizar la escala de precios y garantías para generar mayor confianza en la inversión para la transición energética; introducir medidas industriales que promuevan el cambio a energías eficientes; desarrollar incentivos ecológicos para descarbonizar las industria; promover la creación de equipos para extraer productos de energías limpias, y desarrollar mano de obra cualificada para apoyar la transición.

No obstante, el potencial podría facilitar algunas de estas medidas, como lo estableció Xavier Constantini, socio senior y líder regional de sostenibilidad en McKinsey: “América Latina puede consolidarse como una de las regiones líderes en la transición energética. Gracias a una matriz comparativamente más limpia que otras y la abundancia, variedad y calidad de sus recursos de energía renovable, América Latina puede ser una de las primeras en alcanzar net zero. Pero no solo eso, también puede posicionarse como un exportador a gran escala de energía y productos sostenibles derivados de las energías renovables o biomasa – hidrógeno verde, e-fuels, materiales sustentables; así como créditos de carbono vinculados a soluciones basadas en la naturaleza – reforestación, conservación, agricultura sustentable”.

Esta transición podría ser posible, y América Latina podría llegar incluso a encabezarla, pero si hay algo claro, es que requerirá un trabajo colectivo por parte de las distintas industrias tanto públicas como privadas con el objetivo de poder obtener una sostenibilidad común para los distintos sectores presentes en las naciones.