La libre flotación del dólar en Colombia, vigente desde 1999, ha servido para que la tasa de cambio se convierta en el principal amortiguador frente a los choques locales y globales. Por eso, cuando hay nerviosismo, preocupación o euforia, lo primero que se ve es un alza o una caída en la cotización del billete verde.

Los cambios de Gobierno son, por ende, un factor que genera movimientos en la tasa de cambio, primero con la incertidumbre sobre quién será el elegido y luego con la expectativa frente a las políticas que implementará el ganador. La elección de Gustavo Petro, el primer presidente de izquierda de Colombia, ha sido un factor que ha generado nerviosismo desde que mostraba su liderazgo en las encuestas.

Ese nerviosismo se origina en que es percibido como un político antimercado, por sus ideas en frentes como la exploración petrolera, las pensiones, la independencia del Banco de la República y la entrega masiva de subsidios.

Si bien, tras casi un mes de la elección, esos temores se han venido disipando, especialmente en el frente de la exploración petrolera y de la independencia del Emisor, la incertidumbre sigue siendo grande y se convierte en un coctel explosivo en un mundo amenazado por una recesión en Estados Unidos y los países desarrollados, la guerra en Ucrania, una inflación acelerada y tasas de interés al alza.

Todos esos factores externos crean una combinación perversa para países emergentes como Colombia, cuyo único amortiguador ante los choques es la tasa de cambio.

El patrón electoral

Las elecciones, pese a no ser iguales ni contar con el mismo tipo de candidatos, suelen moverse bajo patrones similares. Felipe Campos, gerente de investigaciones de la fiduciaria y comisionista Alianza, comenta que generalmente seis meses antes de los comicios se da un periodo de devaluación fuerte (entre enero y mediados de mayo la divisa en Colombia subió más de 100 pesos), pero que luego, con el nivel de incertidumbre, se presenta más volatilidad (esta semana está subiendo a ritmos de 100 pesos diarios)

“Estas tendencias se han dado en muchos países, por ejemplo en Brasil, cuando eligieron a Lula da Silva en 2022, la moneda se devaluó 70 %, porque en medio de la incertidumbre la divisa busca sus máximos históricos, pero el patrón electoral también demuestra que después de las elecciones, tal como vimos en Chile y en Perú, el dólar se calma”, explicó Campos, en una entrevista previa al 19 de junio, cuando fue elegido Petro.

Este analista, como muchos de sus colegas, estimaba que el impacto cambiario tras el giro a la izquierda de Colombia no debía durar más de un mes, pues se esperaba que con el nombramiento del equipo económico y la explicación sobre las reales intenciones del gobierno en temas como el tributario o el energético, la moneda debería bajar.

Pese a que el elegido ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, fue bien recibido por los mercados, y a que desde el equipo de Petro han aclarado que los contratos de exploración petrolera no se acabarán de tajo y que el gran cambio será no permitir el fracking, esto no ha sido suficiente para calmar el dólar, que sigue muy nervioso.

Algo similar ha ocurrido en Chile, que registra una devaluación reciente superior a la colombiana, ante la incertidumbre generada por el cambio constitucional que planea hacer.

¿A qué le temen?

Uno de los factores que los expertos consideraban que iba a frenar el alza del dólar en Colombia era la relación que el nuevo gobierno iba a establecer con el Congreso. Confiaban en que, al no tener mayorías, bajaría la posibilidad de implementar reformas muy radicales, pero hasta ahora la entrante administración ha sorprendido justamente por su capacidad de unidad. Ya para muchos tiene las mayorías en Senado y Cámara, y algunos analistas lo ven como un factor adicional de preocupación.

Munir Jalil, economista jefe de BTG Pactual para la región Andina, aclaró, sin embargo, que el Pacto de Unidad Nacional, que está tramitando Gustavo Petro, no significa un cheque en blanco para que todas sus ideas sean aprobadas por el Ejecutivo, sino que es un trabajo que podría evitar caer en periodos legislativos en los que no se avance en nada, como ha ocurrido en varios países.

“En cuanto a qué porcentaje de la subida del dólar se puede atribuir al riesgo político, nuestra estimación es que puede ser un 5 %, pero lo cierto es que hoy lo que pesa más es el tema externo. Es una serie de eventos desafortunados”, precisó Jalil.

Por ahora, lo cierto es que, como lo ha dicho en Twitter el exministro Rudolf Hommes, el gobierno entrante tiene que empezar a dar señales que reduzcan la incertidumbre y ayuden a apaciguar el fuego externo, que hoy está haciendo arder a la tasa de cambio peso-dólar.