Cuando tenía seis años, la maestra de segundo grado de la escuela a la que asistía en Caguas, Puerto Rico, me dijo que no había mujeres alcaldesas, que siempre eran alcaldes, hombres. Por mucho tiempo creí que tenía razón. Ignoré por años que en 1947 Felisa Rincón de Gautier se convirtió en la primera mujer en América en ser elegida alcaldesa de una ciudad capital en América al tomar el mando de San Juan y que allí se mantuvo por 23 años.Cuando llegué a la universidad y escuché a una profesora comentar en clase “las mujeres han sido borradas de los libros de historia”, recordé aquel suceso. Hablaba ella en el contexto de la enseñanza con perspectiva de género que para 2008 se había convertido en un tema de amplia discusión en la Isla. El Departamento de Educación había ordenado su implementación en todas las escuelas que tenía bajo su gestión. La directriz era el resultado de intensos reclamos, principalmente de grupos feministas, que buscaban que en las escuelas se fomentara la equidad de género, que se eliminaran los libros en los que solo se destacaban las gestas de los hombres. Pero esa orden nunca se llegó a ejecutar. Con un cambio de gobierno en enero de 2009 y mucha presión del sector religioso, se derogó. Confundieron, malinterpretaron y tergiversaron el concepto de educación con perspectiva de género. Desde entonces, con más insistencia han dicho que se trata de educación sexual, de fomentar el homosexualismo o de imponer valores que supuestamente van en contra de sus creencias religiosas.Ha tomado otros seis años retomar aquel esfuerzo por la educación para la equidad.El Departamento de Educación de Puerto Rico se apresta, nuevamente, a implantar en todos las escuelas de la Isla “un currículo de equidad de género”, el que describe como “instrumento para promover la dignidad del ser humano y la igualdad de todos y todas”.Se busca reconocer la inequidad existente entre hombres y mujeres, una inequidad que produce violencia, principalmente contra las niñas y las mujeres. Esa violencia le ha costado la vida a casi un centenar de féminas tan solo en los pasados seis años, ha significado agresiones sexuales en un ritmo alarmante y ha permitido que las mujeres sigan ganando menos por el mismo trabajo realizado. En sus casas, los niños y las niñas pueden aprender del respeto y de los derechos, como pueden no hacerlo. Pero, la escuela pública, ese espacio de socialización y de formación de ciudadanía, tiene el deber de educar para la libertad. Y la libertad implica equidad, igualdad de derechos y de oportunidades.Bajo esa premisa, decenas de maestros puertorriqueños se juntaron y prepararon guías para la incorporación de la equidad de género en todos los programas académicos, en todos los niveles escolares.Por ejemplo, una actividad diseñada para clase de Matemáticas del primer grado incluye problemas verbales en los que a “María” le fascina jugar baseball y “José quiere aprender a coser y sus padres lo matriculan en un curso de costura”. En otra actividad, diseñada para la clase de Estudios Sociales en el quinto grado, los estudiantes exploran el rol de la mujer en la civilización maya y el de heroínas en las luchas por la independencia de los países de América. En fin, el esfuerzo está dirigido a romper los estereotipos de género que por siglos han prevalecido en la educación tradicional.La iniciativa apenas comienza. La agencia se encuentra evaluando las guías recién publicadas y presentándolas a la comunidad con la intención de implementarlas a partir de agosto de 2016. Falta camino por recorrer. Este esfuerzo no reconoce la existencia de una diversidad de identidades de género. Pero, vamos encaminados a una sociedad más justa, vamos aprendiendo que el espacio es de todos y de todas.*PeriodistaSan Juan, Puerto RicoGFR Media (El Nuevo Día, Primera Hora, Índice)