Desde la Edad Media, los jóvenes aprendían de los maestros cómo esculpir hermosas estatuas de vírgenes y gárgolas. Lo mismo ocurría con los herreros, barberos y constructores. Los maestros conocían su oficio y tomaban aprendices bajo su guía para enseñarles. Era una relación que beneficiaba a ambas partes: los jóvenes aprendían un trabajo que les serviría toda la vida, mientras que los maestros obtenían la ayuda que necesitaban. Así se aprendían los oficios en casi toda Europa. Sin embargo, cuando aumentó la productividad de los talleres, el número de trabajadores creció, y las relaciones, casi paternales, entre maestros y aprendices se acabaron.Al menos eso ocurrió en casi toda Europa cuando empezó la industrialización. Sin embargo, en Alemania los industriales rescataron algunas de las relaciones entre maestros y aprendices para adaptarlas a las nuevas condiciones de las fábricas. Los obreros se capacitaban en las industrias: aprendían a leer y a escribir, como también adquirían los conocimientos necesarios para operar las máquinas. Así, la instrucción práctica iba acompañada de la formación teórica en los talleres.Ocurrió que con el tiempo, desde finales del siglo XIX y comienzos del XX, el Estado reguló la formación técnica con escuelas vocacionales, que acompañaban teóricamente la experiencia en la industria. El gobierno alemán creó el Ministerio Federal de Educación e Investigación —que ahora se llama Ministerio Federal de Investigación Científica— para que el Estado y el sector privado educaran conjuntamente. Así surgió en Alemania la educación dual, como lo afirmó en una entrevista a Semana Educación el doctor BjörnGehrmann, jefe de Cooperación Cultural, Educativa y Científica de la embajada de Alemania en Colombia.¿Cómo funciona?La educación técnica dual está dividida en dos partes. Por un lado, una formación teórica, que se enseña en las escuelas vocacionales durante uno o dos días a la semana, en la que los contenidos de los cursos teóricos se relacionan con el oficio, pero también enseñan alemán, matemáticas y ciencias sociales, para ofrecer cursos de cultura general. La educación práctica, por otro lado, ocurre directamente en las empresas y  dura tres o cuatro días a la semana. El aprendiz se integra como si fuese un trabajador más del personal, mientras que un empleado, que se ha certificado como maestro formador, lo guía por cada una de las partes del oficio. El objetivo es que los conocimientos teóricos impartidos en la escuela vocacional les sirvan para complementar y resolver las dudas que se les presenten en el día a día.El sistema de formación dual dura dos o tres años, dependiendo del oficio. Al finalizar, los estudiantes obtienen un empleo que suele engancharlos de por vida, además de un título técnico. La oferta en Alemania es cercana a 330 oficios, “desde la prestación de servicios, pasando por la artesanía, hasta la industria de tecnología de punta”, según afirmó Peter Hochschule, jefe del proyecto de la Cámara Colombo-Alemana.Cualquier joven puede presentarse a la plaza de su preferencia que esté disponible en la Oficina Federal del Trabajo. Sin embargo, su acceso depende del sector privado: las empresas son las encargadas de seleccionar a sus aprendices con entrevistas, evaluaciones y jornadas laborales de prueba. Entonces, los estudiantes seleccionados, que pueden empezar a vincularse en una empresa desde los 16 años, después de haber recibido una educación básica, firman un contrato de formación, en el que se estipula la duración y se establece el sueldo, que, según Gehrmann, en promedio es de 800 euros al mes.¿Cuáles son las ventajas?Según Gehrmann, esto sirve para que la educación escolar y la técnica estén articuladas con el mercado laboral. Además, permite que la formación técnica responda a las necesidades económicas y a la oferta de empleos para evitar que jóvenes graduados, después de estudiar durante años, no encuentren trabajo. Y como en los momentos de crisis los recién graduados son los más perjudicados, el sistema dual permite evitar las altas cifras de desempleo juvenil. Por ejemplo, en la crisis de 2014, cuando el promedio de desempleo juvenil en Europa era de 21,2 %, en Alemania era de un 7,1 %.Sin embargo, las mayores posibilidades para conseguir empleo no son la única motivación. El nivel de autonomía financiera alcanzada a los 16 años es suficiente para que muchos jóvenes tomen la alternativa técnica. Es una opción atractiva para los estudiantes, en especial porque el estudiante universitario solo tendrá gastos hasta los 22 años. Además, en Alemania la educación universitaria no garantiza un mayor salario: “El sueldo promedio de un técnico es de 42.000 euros al año, mientras que el de un periodista con dos años de experiencia es de 34.000 euros”, según Eva Rindfleisch, autora del documento sobre formación dual en Alemania. ¿Cuáles son las dificultades?La tasa de natalidad ha bajado en Alemania, lo que ha implicado que haya cada vez menos jóvenes y más viejos. Entonces, según datos citados por Rindfleisch, los pronósticos para 2025 indican que el número de egresados de los colegios habrá disminuido en un 20 %. Lo anterior ha reducido la cantidad de candidatos para la educación técnica. A esto se le suma una tendencia de los jóvenes alemanes, que a medida que pasa el tiempo prefieren recibir una educación profesional en vez de una formación técnica. Estos dos aspectos han disminuido las posibilidades de las empresas en la selección de candidatos idóneos. Por otra parte, según lo afirma Rindfleisch, a pesar de las facilidades con las que cuentan los estudiantes para formarse también en el extranjero, tan solo un 4 % sale de Alemania. Esto les dificulta desarrollar habilidades —como el acercamiento a otros idiomas y culturas— necesarias en un mundo donde cada vez hay mayor interacción entre los países. Este artículo hace parte de la edición N°17 de la revista Semana Educación. Para informarse más sobre lo que pasa en educación en Colombia y en el mundo suscríbase aquí.