La mayoría de los bancos gringos se niegan a aceptar el dinero que proviene de la venta de la yerba, o a ofrecer servicios como chequeras, tarjetas de crédito y cuentas corrientes a los empresarios de ese negocio. ¿La razón? El miedo a las autoridades federales, que aún consideran la marihuana como un narcótico ilícito, cuyo comercio se paga con cárcel. Lo anterior les ha creado a los empresarios enormes dolores de cabeza logísticos y de seguridad a la hora de pagar a empleados y proveedores. Según la Asociación Nacional de la Industria del Cannabis, este es el problema más urgente que enfrentan los productores y vendedores legales, que ya pueden operar en 23 estados, incluyendo el Distrito de Columbia. Pese a sus avances legales, mejor imagen y victorias políticas, el mercado de la marihuana sigue estando verde.