RUSIA NO SOLO HA VUELto a las fuentes de su rol histórico en los Balcanes y defendió a los serbios, tan cercanos enfe, cultura y espíritu nacionales. También ha establecido firmemente los parámetros de su influencia en Europa y el mundo", declaró triunfante el vocero del presidente ruso Boris Yeltsin. La felicidad parecía plenamente justificada. Al fin y al cabo, el acuerdo mediante el cual los serbios retiraron sus armas pesadas de los alrededores de Sarajevo, fue logrado gracias a la intervención directa de Yeltsin y de la diplomacia rusa, que convencieron a los serbios a cambio de disponer 400 soldados rusos para vigilar el cumplimiento de lo acordado. Los adjetivos fueron grandiosos. Tres años después de la desintegración de la Unión Soviética, tras una penosa crisis interna que ha menguado el poder de la otrora potencia, Rusia le hacía saber a Occidente que no se pueden tomar decisiones sin ella, y que su voz en los Balcanes debe ser escuchada. En los días previos, mucho se temió el inicio de una nueva Guerra Fria. Para Rusia, el ultimátum de la OTAN era más que un problema geopolitico, una cuestión de politica interna: con un Parlamento cuya mayoria está conformada por las fuerzas nacionalistas de Vladimir Zhirinovski y del Partido Comunista, la primera bomba tirada contra los serbios hubiera significado el estallido de una nueva y gran batalla en la arena politica rusa. Intentando acallar a los enemigos anteriores, pero sin romper su alianza con los recientes socios occidentales, Yeltsin caminó durante dos semanas por la cuerda floja. Su delegado personal, Vitali Churkin, instalado en Belgrado logró, por fin, arrancar el si serbio, alejando por ahora la amenaza de bombardeo. Más que enojados, los gobiernos europeos y estadounidenses resultaron agradecidos con Rusia por este favor de última hora, que evitó un gran paso militar de incalculables consecuencias. En realidad, funcionó la colaboración de alto nivel, en la que Occidente hizo de malo y Rusia de bueno , arrancando el consentimiento serbio. El episodio le dio a Rusia un segundo aire en el contexto internacional, particularmente en relación con Yugoslavia; Yeltsin está proponiendo una continuación de los esfuerzos de paz mediante la transferencia de Sarajevo al control de la ONU, el fortalecimiento de otras áreas bajo el mismo control en Bosnia, y la presión sobre las tres partes para llegar a un acuerdo global.La OTAN se guardó sus bombas; en Moscú, Presidente y Parlamento actuaron al unísono, y todos festejaron el nuevo protagonismo internacional ruso. Pero el escándalo de espionaje prorruso protagonizado por un agente de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA) y su esposa colombiana, recordó a los rusos que mientras dependan de la ayuda económica de Occidente, su oso tendrá pies de barro. Aunque, así sea por unos pocos días, el Kremlin resplandeció de nuevo con el brillo del poder que alguna vez tuvo.