Entre los cientos de perfiles de Amy Winehouse que la prensa ha publicado en los últimos días, el del diario británico The Daily Telegraph revela un dato macabro: en 2007, su papá, Mike Winehouse, empezó a escribir un obituario de ella porque temía que el fatal desenlace ocurriría pronto. En su afán por salvar a su hija de los excesos, incluso se arriesgó a pedirles a sus millones de seguidores que dejaran de comprar sus discos hasta que aceptara ir a un centro de rehabilitación. Sin embargo, nunca lo logró y al cabo de cuatro años su presentimiento se hizo realidad. La cantante fue hallada muerta en su habitación el 23 de julio, tras un largo historial de problemas con las drogas y el alcohol. Como su padre, la mayoría de los medios y sus fanáticos pensaban que su muerte no iba a tardar mucho. A principios de julio, su deteriorado estado de salud quedó en evidencia, luego de que canceló un concierto en Belgrado porque no se podía sostener de pie y le tocaba leer las canciones en un telepronter. Su extrema delgadez y el maquillaje recargado la hacían ver más vieja de lo que era y, por eso, casi nadie cayó en cuenta de que apenas tenía 27 años. Hoy, parece que no es una simple coincidencia que a esa edad hayan fallecido otras grandes figuras de la música. El tema ha generado tanta fascinación que la prensa decidió bautizar el 'Club de los 27' a aquellos que cumplieron al pie de la letra la premisa de "vive rápido, muere joven y deja un cadáver hermoso". Aunque las causas del deceso de Amy solo se conocerán dentro de tres semanas, algunos medios aseguran que jamás logró recuperarse del divorcio con el productor de videos Blake Fielder-Civil, con quien mantuvo una tormentosa relación durante buena parte de su carrera. Desde su matrimonio secreto en 2009, se volvió costumbre que protagonizaran los titulares de los tabloides británicos por sus excesos con la heroína y el trago. Al final, él terminó en la cárcel, mientras que ella intentó sin éxito dejar sus adicciones en momentos en que se consagraba como la nueva reina del soul. "Al final de sus días, la mayoría de estos artistas luchan por encontrar su rumbo, pero la presión de la industria y la prensa los lleva a autodestruirse -dijo a SEMANA Eric Segasltad, autor del libro The 27s: The Greatest Myth of Rock & Roll-. Hay estudios que comprueban que la fama a esa edad es muy peligrosa. La Universidad de Kentucky, por ejemplo, encontró que ellos tienen tres veces más probabilidades de morir que quienes han tenido éxito en otros campos". El caso de Amy refuerza esa teoría y, además, recuerda las historias de otras estrellas que murieron antes de tiempo, porque no calcularon los riesgos o porque simplemente creyeron que ya nada podía sorprenderlas. El cantante de blues Robert Johnson inauguró el grupo en 1938, pero la mayoría identifica a Jimi Hendrix como su verdadero pionero. Cuando este se encontraba en la cúspide de su carrera, como uno de los guitarristas más influyentes en la historia del rock, apareció muerto en su habitación. Luego de una de sus recurrentes fiestas, su novia lo llevó al hotel donde se estaba quedando en Londres. Antes de acostarse, mezcló varias copas de vino tinto con decenas de pastillas para dormir. La peligrosa combinación no tardó en hacer efecto en su sistema. Según los reportes forenses, el músico se ahogó en su propio vómito el 18 de septiembre de 1970. Al principio se creía que fue un accidente. Después empezó a especularse que se trató de un suicidio, y en los últimos años ha tomado fuerza la hipótesis según la cual fue asesinado por su mánager para poderse quedar con la millonaria póliza de su seguro de vida. Todavía no hay claridad sobre este episodio, pero lo único cierto es que mucho antes de que ocurriera, ya era un secreto a voces que Hendrix consumía LSD y cada vez se sentía más abrumado con su estatus de celebridad.Janis Joplin, la primera gran voz femenina del rock psicodélico, inmortalizó en una frase esa etapa por la que casi todos los artistas pasan cuando la fama los toma por sorpresa: "En el escenario hago el amor con 25.000 personas, pero todas las noches vuelvo a casa sola". Paradójicamente, el final de Joplin ocurrió mientras estaba terminando de grabar su cuarto álbum y acababa de comprometerse con un joven seis años menor que ella. Para esa época, su vida sexual y sus constantes abusos de las drogas ya eran célebres. El día de su muerte, el 4 de octubre de 1970, acordó ir al estudio Sunset Sound Recorders, en Los Ángeles, para grabar una de las últimas canciones. Al ver que no llegaba, su mánager fue a buscarla en el motel donde se estaba hospedando. Apenas entró en la habitación la encontró tendida en la cama con unos chuzones recientes en los brazos. Hacía algunas horas había muerto a causa de una sobredosis de heroína. Pocos meses después, el turno fue para Jim Morrison, el líder de la banda The Doors. Su entrega a los alucinógenos está bien documentada y, de hecho, lo arrestaron varias veces por problemas con estas sustancias y su manía de profanar la moral pública. En 1971 decidió alquilar un apartamento en París para alejarse por un tiempo de sus líos judiciales en Estados Unidos. Según la versión oficial, falleció de un paro cardiaco mientras tomaba un baño de tina. No obstante, el exgerente del club Rock and Roll Circus dijo hace unos años que la madrugada del 3 de julio lo encontró inconsciente en el baño de su establecimiento. Un médico, que supuestamente estaba en el lugar, lo examinó y determinó que se trataba de una sobredosis de heroína. Pero los hombres que le habían vendido la droga minutos antes insistieron en que estaba bien y lo llevaron a su residencia, donde finalmente las autoridades francesas encontraron su cadáver. Su muerte siempre ha sido un misterio porque no le practicaron la autopsia. De allí que de vez en cuando aparezcan fanáticos que aseguran haberlo visto caminando por una calle de Los Ángeles. Kurt Cobain, el vocalista y compositor de Nirvana, también experimentó el sentimiento de frustración que caracterizó a sus antecesores. A medida que aumentaba su fama entre la juventud de los años noventa, el carácter sombrío de sus letras se apoderaba de él. Encontró refugio en la heroína y en los calmantes, pero nada de eso alivió su odio contra el mundo. Cuatro días después de escaparse de un hospital de Seattle, donde se recuperaba de una sobredosis, el genio del grunge consiguió una escopeta y se pegó un tiro en el garaje de su casa. Era el 8 de abril de 1994. En la nota que dejó reafirma la desazón que le impedía llevar una vida normal: "No he sentido la emoción de escuchar y crear música desde hace muchos años (...) Se me ha acabado la pasión y es mejor explotar que irse desvaneciendo". El haber tenido una vida corta generalmente les da a las celebridades cierto halo de grandeza. Winehouse solo grabó dos discos (Frank en 2003 y Back to Black en 2006) y con eso le bastó para marcar a toda una generación. Prueba de ello es que una semana después de su muerte las ventas de sus canciones están disparadas en el mundo y varias de ellas ocupan el primer lugar en las listas de descargas de iTunes. A lo largo de todos estos días, miles de seguidores se han reunido enfrente de su casa en Camden Town, en el norte de Londres, para rendirle un homenaje con flores, fotos y cartas. Su nombre ha empezado a adquirir la condición de leyenda, tal como siempre lo soñó: "No me interesa ser diplomática ni ganar 15 minutos de fama -dijo en una entrevista-. Simplemente quiero ser una cantante honesta".