Octavio Jose Jaramillo Tovar era un empresario con una brillante carrera profesional que transitaba por las calles de Popayán en un Mercedes-Benz, le hacía venias a todo el mundo, asistía a homenajes públicos y velorios ilustres y en Semana Santa se vestía con el traje de regidor. Era un hombre que inspiraba tal confianza que nadie se atrevía a pedirle siquiera un recibo.Hijo de un paisa emprendedor que llegó al Cauca vendiendo Agua Florida de Murray, este abogado se hizo tan conocido en Popayán como la torre del reloj. No tiene apellidos rancios pero se ganó el cariño de los payaneses con base en una empalagosa cortesía. "En Cali y Popayán, después de la Virgen María, Octavio José Jaramillo Tovar", dijo uno de sus ex admiradores. Sin embargo hace dos meses el pedestal se derrumbó. Jaramillo fue arrestado por falsedad en medio de un escándalo de autopréstamos del Banco Central Hipotecario (BCH). Nadie podía creer que semejante caballero, que solía citar a San Agustín y al padre Gonzalo Gallo en sus conversaciones cotididanas, terminara en un calabozo de la Policía Técnica Judicial en Cali. Al principio se pensó que el fiasco que protagonizó con el BCH no pasaría de un affaire regional pero, a medida que se conocían nuevas informaciones, el caso de Jaramillo pasó a ser un récord nacional: nunca antes en la historia del país se habían concentrado en una sola persona autopréstamos por las cantidades que acumuló Jaramillo. Obtuvo, según la Contraloría, créditos por más de 27.000 millones de pesos, suma de la cual quedan por recuperarse más de 22.000 millones.Cientos de personas en Popayán y Cali se quedaron esperando los apartamentos y locales que pagaron a Jaramillo sin firmar escrituras, sólo bajo la palabra del doctor, y hoy la única información que tienen de él es la que aparece en los periódicos. Decenas de médicos contratados para trabajar en las clínicas que construyó, y otros compradores de consultorios, están hoy en la calle. Después del terremoto de 1983 en Popayán no habían quedado tantos damnificados.Jaramillo señorialLa vida de Jaramillo, en los últimos años, es la historia de un encantador de serpientes, un hombre afable que, según su amigos y enemigos, conquistaba a la gente con una señorial combinación de zalamería y ostentación. "Era de esos tipos que te llenaba de flores, que le encanta hablar de su fortuna", recuerda uno de los damnificados de Popayán. Comentaba en público que el sueño de su vida era llegar a ser un multimillonario en el año 2002. No era una fecha caprichosa pues coincidía con el final de la presidencia de quien consideraba su amigo, Horacio Serpa Uribe, el candidato por quien apostó ciegamente y con quien en varias ocasiones se reunió para fundir algunas bases de su sueño. Carlos Eduardo Cruz, médico fisiatra, esposo de su sobrina María Claudia Mosquera, fue el jefe de campaña de Serpa en Popayán. Sin embargo Serpa dice hoy no recordarlo. "Ni siquiera soy amigo de él. Lo que sí sé, es que hay 5,7 millones de serpistas en el país", aclaró a SEMANA.El espíritu emprendedor lo había probado en su juventud. Fue el segundo de tres hijos de una familia de clase media de Bogotá que, acosada por una mala situación económica, se trasladó a Popayán a mediados de los años 50. Cuando su padre, Octavio Jaramillo Mora, nacido en La Ceja, Antioquia, llegó a Popayán con la familia, Octavio hijo tenía 17 años. El padre montó una pequeña fábrica de colonias baratas y luego de alcohol metílico, marca Lilí, mientras que el hijo repartía leche en la ciudad, la que compraba en Paispamba y Calaguala, pueblos de la cordillera Central. La solución a sus afugias económicas apareció por donde menos se pensaba. La hija menor, Margarita, se casó con Aníbal Mosquera, hijo de Enrique Mosquera y de María Josefa Caicedo, más conocida como 'Pepita de Oro' por su multimillonaria fortuna. Cinco años después Mosquera se suicidó y la familia heredó la fortuna que había quedado en cabeza de María Claudia Mosquera Jaramillo, una niña de apenas cinco años de edad. Don Octavio multiplicó la herencia. La modesta fábrica de colonias se convirtió en la destilería del conocido alcohol Remi. Urbanizó los terrenos de la hacienda Campamento, con los barrios más elegantes de la ciudad y se convirtió en todo un patricio liberal.Mientras tanto su hijo Octavio José, quien se había graduado de bachiller del colegio Champagnat, se destacaba entre los estudiantes de derecho en la Universidad del Cauca. Resultó ser un gran abogado que, una vez graduado y especializado en derecho comercial y civil, ingresó por la puerta grande a una de las reputadas firmas de abogados de Cali, Ayerbe Abogados, con la que trabajó tres décadas."Fue muy buen abogado mientras trabajó con nosotros", dijo Felipe Ayerbe Muñoz, actual cabeza de la firma de juristas, al tiempo que prefirió no hacer más comentarios sobre lo que pasó después. Fue profesor de concordatos y quiebras de la Universidad de San Buenaventura y participó en una de las más grandes operaciones financieras del país: la compra del Banco de Colombia por parte de la familia Gilinski en 1991.A las ligas mayoresEntre marzo de 1991 y mayo de 1996 Jaramillo Tovar fue miembro principal de la junta directiva del Banco Popular, en un período de grandes cambios para él. Afectado por la muerte de su padre, en 1993, se había visto obligado a responder por su legado de negocios en Popayán. Un año antes de dejar la oficina de los Ayerbe decidió también dejar a su esposa, María Cristina Velásquez. Algunos de sus allegados pensaron que se enloqueció, y de asesorías de 12 millones de pesos comenzó a pensar en los negocios de 12.000 millones. En julio de 1996 consiguió ser nombrado representante del Ministro de Hacienda en la junta directiva del BCH. Su zalamería allí lo hizo bastante conocido, a pesar de ser apenas un suplente.Para entonces ya era un hombre influyente en Popayán, como constructor, accionista del diario El Liberal y porque a finales de 1994 había inaugurado la Clínica Santillana, la que, clamaba, sería la redención de los médicos de la región fuertemente golpeados por las nuevas reglas de juego de la famosa Ley 100.Se alió con su mejor amigo, Ariel Gómez Gutiérrez, un líder del sector solidario vallecaucano, muy vinculado al Banco Cooperativo y gerente de la Cooperativa Multiactiva de Empleados de Propal (Coopropal) durante 22 años. Los dos ejecutaron una hábil operación para ganar la licitación de la planta Termotasajero, que privatizó el gobierno en Norte de Santander. Jaramillo fue la gran luz jurídica del proceso. Gómez fue asesinado en octubre de 1998.Fin del castillo de naipesUn buen día decidió que el negocio era establecer clínicas y vendérselas posteriormente al ISS, dada su cercanía a la administración de la entidad. Gómez y Jaramillo compraron la Clínica de Especialistas del Valle, hoy Santillana de Cali, a un sargento retirado del Ejército, acusado de enriquecimiento ilícito, quien recientemente salió de prisión. Nunca la terminaron de pagar, pero también hicieron un centro médico al norte de Bogotá. Entre 1996 y 1998 el grupo Santillana consiguió contratos por 1.530 millones de pesos con el ISS.Nuevas investigaciones han demostrado que desde 1994 Octavio Jaramillo y sus empresas eran beneficiarios de operaciones con aceptaciones bancarias del BCH que les aprobaba Juan José Uribe de Francisco, un arquitecto y administrador de empresas de la Universidad del Valle, quien era gerente de la regional suroccidente del BCH.En esencia Jaramillo se había dado cuenta, como allegado al sector financiero, lo fácil que era trabajar con "la plata del míster", como se dice comúnmente. Ya en la directiva del BCH encontró un mecanismo para adelantar sus planes sin dinero: pedía prestado al BCH, ponía el dinero a producir en certificados de depósito a término y, a través de aceptaciones bancarias, hacía efectivo el dinero para construir clínicas, viviendas e invertir en otros negocios. Las aceptaciones se pagaban con el rendimiento de los CDT y así él podía pasar por multimillonario.La herramienta tuvo su auge entre abril y julio de 1997, cuando Uribe le aprobó 363 aceptaciones bancarias por 10.500 millones de pesos a Jaramillo y empresas como Cofisanti, Punto Centro, Inversiones Campamento y Grupo Santillana y le desembolsó créditos por 17.138 millones de pesos. Pero el 4 de agosto de 1997 una visita adelantada en la regional suroccidente del Banco Central Hipotecario en Cali, por funcionarios del área de crédito, de la auditoría y de la revisoría fiscal detectó el tamaño de los autopréstamos.El 22 de agosto siguiente el asunto era historia. La junta directiva del BCH le exigió la renuncia, al tiempo que su caso fue puesto en conocimiento de la Fiscalía y la Procuraduría por parte de la entonces presidenta de la institución, María José García. Desde entonces pasó poco. Sólo a comienzos de este año Jaramillo y Uribe fueron detenidos por el presunto delito de falsedad, pues se encontró que muchas de las facturas que servían de soporte para la expedición de las aceptaciones bancarias del BCH no eran auténticas. Uno de los beneficiarios llegó descalzo a declarar ante la Fiscalía. Se había usado su nombre.La defensa de Juan José Uribe se basa en que recibió órdenes de un miembro de la junta directiva para ejecutar las operaciones _Octavio Jaramillo_ , pero también ha implicado en el conocimiento del caso al presidente del ISS, Carlos Wolf (el Seguro es el dueño del BCH), y a la presidenta del BCH, María José García. Wolf ya desestimó las denuncias y la señora García se defiende con la carta con la cual denunció las operaciones de Jaramillo y compañía. Hasta allí el asunto va en la palabra del uno contra la del otro.Pero lo que viene puede dar para muchos capítulos más. En sus sueños de grandeza, Jaramillo llegó a proponer el año pasado la compra de Propal. Luego de la Caja Popular Cooperativa y del Hospital de Buga. Como experto en concordatos y quiebras se jugó esas cartas hasta el final. Con el único que no pudo fue con su propio colapso. Además de toda la deuda con el BCH tiene otras 16 vencidas por más de 5.700 millones con cinco bancos del país (especialmente con Bancoop).