Esta norma era considerada sagrada hasta hace poco tiempo, pero ahora, por razones de interpretación, es considerada negociable. Noemí Sanín protagonizó el caso más flagrante de violación de esa ley cuando, siendo embajadora en España, se vino al país a proponer públicamente la primera reelección de Uribe. El Presidente, por su parte, le ha hecho el quite a la norma en forma menos explícita, como cuando apoyó indirectamente la candidatura a la Alcaldía de Enrique Peñalosa, al exaltar sus virtudes. Aún así es absolutamente impensable que en el caso de una elección presidencial el primer mandatario en ejercicio pueda decir su voto públicamente y con nombre propio.