No es pan de cada día que los editoriales de los principales diarios del país coincidan para dedicar sus líneas en contra de la conducta de un personaje de la vida nacional. Este jueves, por ejemplo, los principales diarios de la capital, El Tiempo, El Espectador y El Nuevo Siglo, así como otros de gran circulación como El Colombiano de Medellín y El País de Cali, lo hicieron para cuestionar los procedimientos de uno de los funcionarios de más alto nivel: el fiscal general, Eduardo Montealegre. Lo que motivó la ira de los editorialistas fue, precisamente, la ya célebre entrevista que concedió el pasado martes a La W. Montealegre, quizá seducido y tentado por tener enfrente el micrófono, no sólo notificó Óscar Iván Zuluaga de un interrogatorio en su contra, por el caso del 'hacker' Andrés Sepúlveda, sino que casi puso un nuevo inconveniente al proceso de paz al considerar que los acuerdos de La Habana no deben ser refrendados por el pueblo colombiano. El Tiempo y El Espectador cuestionaron con dureza al fiscal por haber anunciado en la entrevista la citación judicial  a un excandidato presidencial que sacó más de siete millones de votos y representa a casi el 50 % de la sociedad colombiana, y el hecho de que Óscar Iván Zuluaga se haya notificado precisamente en una emisora. “Esa discutible relación que sostiene el fiscal Montealegre con los medios de comunicación: con su actitud provocadora y altamente mediática, hace daño a la institución que representa, nos parece”, dice el editorial de El Espectador, titulado ‘El locuaz’. “¿En qué país serio pasa eso? ¿Dónde se ve a un alto funcionario ejerciendo sus funciones primero ante un micrófono? Ha dicho el fiscal que es por transparencia. ¿Sí? ¿Es por eso? ¿Y no genera lo contrario? ¿No ridiculiza un poco el rol trascendental que en este país tiene la Fiscalía? ¿No fortalece el discurso de persecución política de aquellos a quienes investiga y se van? Qué mal mensaje”. Como “inesperada” y “de mal recibo” calificó El Tiempo la conducta del fiscal en el caso Zuluaga, y considera que Montealegre no sólo recurrió a un método poco ortodoxo, sino que motivó un incendio que, según el diario, tendrá que controlar el Gobierno. “Sí hay que llamar la atención sobre lo que implica en el ambiente político el que el partido que acaba de conseguir cerca de siete millones de votos, y que representa a un sector importante de la sociedad, vea cómo uno de sus principales dirigentes se entera de la mencionada novedad de una forma que nada aporta a la causa que la motiva y que, por el contrario, mucho ruido genera. Es leña innecesaria para un fuego que amenaza con causar daños en la institucionalidad y cuyo bombero termina siendo el Ejecutivo, al que se le abre un nuevo frente, teniendo ya suficientes asuntos por atender”, dice el editorial titulado ‘Llamado a la prudencia’. Y también con dureza fue calificada la aparición del fiscal sobre el proceso de paz, ahora cuando pareció querer ayudar más de la cuenta al Gobierno al asegurar que jurídicamente los acuerdos de paz no tienen que ser refrendados por el pueblo, pese a que el Gobierno se ha comprometido a ello. “Más que la importancia política de la refrendación popular que ha prometido el presidente Santos, ¿qué hace un funcionario independiente del Ejecutivo dando sugerencias que facilitarían la aprobación de un proceso liderado por él? Inaudito”, dice El Espectador. “En este punto de la negociación de la paz, de funcionarios del nivel del fiscal general se espera una discreción que sea funcional para su avance” y recomienda “guiarse por un sentido de la responsabilidad que incluye evitar generar cortocircuitos innecesarios con otras instancias del Estado”. El Colombiano y El País coinciden en que Montealegre genera confusión. “Ahora el fiscal general de la Nación, Eduardo Montealegre, siguiendo la línea de lo que ha sido su pauta de comportamiento como fiscal, de intervenir en temas que no le competen y de generar confusión en los asuntos más sensibles, donde precisamente más claridad y honradez política se necesitan, viene a decir que no hay necesidad de que los acuerdos de paz sean refrendados por los colombianos”, dice el diario antioqueño. “Hay que reconocer que esas palabras crean confusión, en momentos en que la negociación atraviesa circunstancias definitivas”, dice El País. Pocas veces una entrevista de un funcionario había generado tanta tormenta. De un lado, un partido político se declara perseguido; de otro, los ciudadanos muy confundidos sobre la suerte del proceso de paz, y su refrendación. Por eso, los medios de comunicación, más allá de no haber tenido la chiva, coinciden en pedir que el fiscal cierre su micrófono.