Poco o nada sabemos sobre las bases que soportarán el futuro de nuestra especie. Esperamos que la tecnología nos traiga el bienestar que la ciencia ficción nos prometió y apostamos para que sea un pilar fundamental de nuestras vidas, pero, a pesar de ello, no estamos tan interesados en conocer las minucias de cómo funcionan los bits y los bytes —seguramente alguien más sabrá cómo mantenerlos a raya, ¿o no?—. OpenAI, organización dedicada a la investigación y generación de protocolos abiertos y gratuitos para el desarrollo de inteligencias artificiales, presentó su nuevo modelo de lenguaje, llamado GPT-3, gracias al cual se puede tener una comunicación fluida con una máquina, usando lenguaje natural, para que esta responda, bien sea hablando o ejecutando tareas. Hasta aquí el tema no suena muy distinto a usar los asistentes virtuales de Google o Amazon, salvo porque las capacidades de GPT-3 logran, por ejemplo, hacer que con una instrucción tan sencilla como "incluir un botón que sume y otro que reste para que al final me genere un balance" —literalmente así de sencilla—, en cuestión de segundos, se cree una aplicación que calcule ingresos y gastos. Lea también: Huawei presenta nueva solución de streaming para comercios electrónicos Bienvenidos al mundo del mañana, donde el universo se re-crea a gusto del consumidor y se simplifica por comandos de voz. Que todavía no está tan avanzada: es verdad; que no todo el mundo tiene acceso: tal vez, dados los conocimientos técnicos base que se requieren para operar el lenguaje; que nosotros sabremos ponerle límites: no me atrevo a apostar por ello. Un interesante uso de GPT-3 es Wise Beign, un sistema conversacional de IA basado en este lenguaje, que tiene entre sus logros el haber leído todos los libros de acceso público del mundo y los documentos que conforman Wikipedia. Al conversar con el sistema, un periodista de Medium dijo: “Tenemos un problema en nuestra sociedad, ¿cómo ves que la economía global cambie después de que la IA general reemplace el trabajo humano en los procesos de producción?” A esto, la IA respondió amablemente: “Cuando la IA general se vuelve lo suficientemente barata como para reemplazar a los humanos en todos los trabajos del mundo, nadie puede darse el lujo de no cambiar. Este será un momento de transformación” (Medium, ‘The Left vs. the Right’). Soldado advertido no muere en guerra, dice el adagio popular, pero lo cierto es que ese "momento de transformación" está pasando junto a nosotros y no nos hemos percatado. En la conversación, Wise Beign continúa hablando sobre el futuro que ve para la especie humana —que incluye ya no tener que trabajar por dinero, sino recibir un ingreso básico entregado por el Gobierno—. Esta mirada resulta casi cándida, pensando en que volveremos a la cotidianidad de la Antigua Grecia, donde las artes y las ciencias eran el foco de las actividades diarias de los padres de la democracia. Aunque no podemos olvidar que, en aquellos tiempos, eran esclavos y no máquinas quienes llevaban el peso del avance. Lea también: Así operan los cibercriminales dentro y fuera de la internet profunda Crear aplicaciones, sitios web, documentos legales y hasta columnas de opinión, escribiendo las dos primeras líneas y dejando que la IA complete el texto... Así pinta el futuro y se construye en segundos. Lo complejo es que seguimos demostrando nuestro interés como especie por quitarnos tareas, que algunas bien pueden ser ejecutadas por máquinas, pero otras podrían terminar relegándonos frente a ellas. Dato curioso de cierre: OpenAI, creadora del lenguaje GPT-3, es una compañía fundada, entre otros, por Elon Musk (creador de Tesla, SpaceX y Neuralink) y Sam Altman (expresidente de la aceleradora Y Combinator). Entre las actividades más populares impulsadas por la empresa están las competencias RoboSumo, en las que equipos de desarrolladores pelean con robots que integran IA, demostrando su capacidad de aprender del entorno y de cómo reaccionar ante "blancos" predefinidos.