En las últimas semanas Juan Pablo Montoya ha dado mucho de qué hablar. Cada vez que se ha montado en su bólido rojo todo el mundo ha terminado con la boca abierta. Los más prestigiosos medios de Comunicación no ahorran espacio ni calificativos cuando se refieren a las impactantes actuaciones del colombiano en la Fórmula Cart. Los especialistas, los más experimentados pilotos y los fanáticos de este deporte difícilmente encuentran palabras que puedan explicar el aplastante paso con el que un joven colombiano, con sonrisa de comercial de crema dental, está irrumpiendo en la élite del automovilismo mundial poniendo, de paso, en jaque a muchos de los más afamados corredores del mundo. Para algunos puede resultar prematura y hasta exagerada la euforia que ha despertado Montoya, considerando que hasta ahora tan sólo se ha disputado la cuarta parte del campeonato y que aún quedan 15 carreras por delante. Si bien es cierto que el campeonato está en su etapa inicial la realidad es que la contundencia y la importancia de los triunfos alcanzados por el bogotano de 23 años, pero sobre todo el prometedor panorama que se avecina, son motivos suficientes para que los colombianos hayan descubierto en él a un nuevo ídolo y para que se haya consolidado como uno de los deportistas más importantes del país en los últimos tiempos. Si algo está claro es que, a pesar de que aún no ha ganado el campeonato, sus victorias han sido suficientes para que los colombianos no sólo desempolven los recuerdos de la gloriosa época de Lucho Herrera o Kid Pambelé sino que, incluso, han dado motivos para que su nombre se esté consolidando al lado del de las más grandes leyendas del deporte mundial. Conseguir en la primera temporada tres victorias consecutivas en las cinco primeras competencias de la Fórmula Cart, considerada como la cima del automovilismo mundial al lado de la Fórmula 1, es un hecho sin precedentes en esta disciplina. Liderar el campeonato cuando se es tan sólo un novato es algo que únicamente ha sido posible para un monstruo de este deporte como Emerson Fittipaldi. Pero el brasileño lo consiguió a los 39 años de edad cuando decidió dejar en el baúl de los recuerdos sus dos campeonatos de Fórmula 1 para incursionar en el mundo de la Cart. Como si todo lo anterior fuera poco, Montoya está ubicado en el sexto lugar del ranking mundial de pilotos en el que figuran los 500 mejores corredores del planeta. Después de ver este horizonte es posible comprender porqué lo que Montoya está consiguiendo es mucho más que simple entusiasmo cargado de tintes patrióticos o fanatismo. Pero, sin duda alguna, los mayores motivos para no pisar el freno de este sueño que él ha construido con su talento y velocidad comienzan a partir del próximo sábado. A partir de la sexta carrera el panorama del campeonato dará un giro que favorece las aspiraciones de Montoya de pelear el título. Como lo definió el especialista Germán Mejía, lo que falta de la temporada guarda cierta similitud con lo que sucedía en la época de gloria de los ciclistas colombianos en Europa a mediados de los años 80. Hasta ahora se han disputado las etapas planas y lo que falta de ahora en adelante serán las pruebas de montaña. Y Montoya es un 'escalador' excepcional. De las 15 carreras restantes tan sólo dos son consideradas como 'óvalos puros', que es en donde mejor se desenvuelven la mayoría de los rivales del líder de la Cart. Las demás pruebas están compuestas por circuitos y semióvalos que se adaptan a las condiciones de manejo de Montoya. Aunque esto no quiere decir que él tenga el camino asegurado hacia el título, el análisis de cada una de las competencias permite deducir, con la relativa certeza que existe en el deporte, que en las pruebas restantes será un protagonista de primer orden. Los años negros Mientras en el país la expectativa por cada una de sus actuaciones crece como espuma el piloto hasta ahora ha empezado a acariciar el cielo con las manos. El corredor domina a su antojo la élite del automovilismo mundial y los triunfos, junto con el prometedor horizonte, han dado rienda suelta a un contagioso sentimiento de optimismo. Sin embargo llegar hasta el punto en el que se encuentra Montoya fue una tarea que le tomó más de una década de trabajo a lo largo de la cual el sacrificio y los momentos difíciles fueron muchos más que las alegrías. La gloria que hoy vive difícilmente borrará aquellos oscuros episodios en compañía de Pablo Montoya, su padre. Aún no han quedado en el olvido las frases desobligantes y la guerra sucia de algunos pilotos y dirigentes que se negaban a permitir en 1992 que aquel jovencito de 17 años ingresara a las categorías de élite del automovilismo nacional. Mucho menos han quedado rezagados los recuerdos del año que los Montoya consideran como uno de los más difíciles en la carrera del piloto: 1994. Hace apenas cinco años él y su padre se veían obligados, varias veces al mes, a emprender una tortuosa travesía para poder competir en la Barber Saab . El viaje comenzaba a las seis de la mañana en El Dorado cuando ocupaban una estrecha banca en uno de los aviones cargueros de la empresa Tampa, que transportaba flores hacia Miami. Para conservar la carga el compartimiento debía estar a una temperatura que no superaba los cinco grados. Pablo y su hijo subían al avión armados de cobijas y sánduches para aguantar un viaje que podía durar hasta 12 horas. Pero sin duda alguna el período más difícil para los Montoya, aun por encima de 1995 cuando Pablo tuvo que hipotecar a escondidas de su esposa la casa de la familia para cubrir parte de los gastos de la participación de Juan Pablo en la Vauxhall Lotus, ocurrió tan sólo hace tres años cuando el piloto corrió para el equipo Marko en la Fórmula 3.000. Juan Pablo vivía en un pequeño apartamento en la ciudad sede del equipo, Gratz, Austria. No hablaba el idioma y su participación en la categoría lo tenían, como ocurrió en anteriores ocasiones, en una precaria situación económica que le impedía hasta tener un televisor en la casa. El propietario de la escudería les dio un año de plazo a los Montoya para cancelar la deuda. A mediados de la temporada los buenos resultados del piloto hicieron que el dueño del equipo lo presionara para que firmara un contrato en el que se comprometía a permanecer bajo su tutela por un período de 10 años. Frente a la negativa por las absurdas condiciones del convenio el trato duro para con Juan Pablo fue la constante por el resto del año. Finalizó quinto en el campeonato y en medio del desespero de su padre, quien golpeaba decenas de puertas en Colombia para conseguir el patrocinio que le permitiera cancelar la deuda, pasó al siguiente escalón en su carrera: la Fórmula 3.000. De allí en adelante la gloria empezó a acariciarlo, como lo está haciendo hasta ahora cuando escribe las líneas más gloriosa del deporte colombiano. ¿Qué le espera en el futuro? Los especialistas le vaticinan un largo reinado. Incluso lo comparan con la leyenda de Ayrton Senna. Pero también necesitará que la suerte lo acompañe. Porque para montarse en un auto a 400 kilómetros por hora se requiere algo más que conducir con una habilidad fuera de serie y porque cualquier descuido puede terminar con el sueño. Montoya es consciente de ello. Pero también sabe que él, mejor que nadie, puede jugar al límite. Después de todo así lo ha demostrado desde la primera vez que se subió a un kart y en pocos segundos aceleraba a 80 kilómetros por hora: apenas tenía cinco años. Los rivales de Montoya Dario Franchitti (escocés). Equipo: Team Kool Green Esta es su tercera temporada en la Cart. Es un corredor del estilo de Montoya, sale siempre a ganar a toda costa. Al igual que el corredor bogotano, el escocés se formó en las pistas europeas y esto le permite ser uno de los más consistentes y estructurados del circuito. Ha pasado por las categorías más competitivas del automovilismo mundial. Las pistas en las que es un especialista empiezan a partir de la próxima carrera. Está en uno de los mejores equipos y posee un gran talento y habilidad al conducir. Será el rival más duro para Montoya. Adrián Fernández (mexicano). Equipo: Patrick Racing Con 34 años de edad el mexicano completa su sexta temporada en la Cart. Siempre es protagonista sin importar el tipo de circuito en el que se corra. Aunque no siempre termina en el podio es uno de esos pilotos que tiene como mayor arma la regularidad. Fernández siempre termina dentro del lote de pilotos que ganan puntos. Y en eso se basa su estrategia: más que ganar carreras busca sumar puntos constantemente. En los óvalos termina dentro de los 10 primeros y en los circuitos difícilmente se aleja de los 12 primeros. Greg Moore (canadiense). Equipo: Player's Forstythe Racing Su aplastante victoria en el Indy Lights Champion en 1995 fue su plataforma de lanzamiento. A los 24 años lleva tres temporadas en la Cart y conoce bastante bien las pistas, el funcionamiento y las claves del campeonato. Su estrategia y a la vez fortaleza, al igual que la de Fernández, se fundamenta esencialmente en sumar puntos sin importar si esto implica alcanzar el podio en una carrera. Su regularidad le permite tener el puntaje suficiente para estar dentro de los líderes del campeonato y pelear el título. El hombre clave El secreto del éxito de las victorias y el brillante comienzo de temporada que ha tenido Juan Pablo Montoya en la Fórmula Cart tiene un solo responsable: Morris Nunn. Este inglés de 61 años es el ingeniero encargado de ajustar los más complejos detalles del auto del piloto colombiano. Nunn es reconocido no sólo como uno de los mejores ingenieros del mundo sino como uno de los grandes gurúes en todo lo relacionado con los autos de carreras. A finales de los años 70 fundó su propia escudería de Fórmula 1, la Ensing, pero los altos costos del Gran Circo y sus escasos recursos limitaron su éxito. En 1982 llevó a correr a su escudería a Roberto José Guerrero pero un año más tarde los problemas económicos lo obligaron a abandonar la Fórmula 1 y a buscar refugio en la Indy norteamericana, a la que llegó en 1984. Durante una década sus conocimientos lo llevaron a trabajar con varios equipos, y logró ganar el campeonato de la Cart en 1989 con Emerson Fittipaldi. En 1995 ingresó al equipo de Chip Ganassi y desde entonces sólo ha cosechado éxitos. El recomendó contratar a Alex Zanardi, con quien obtuvo dos títulos en el 97 y el 98. A finales del año pasado, cuando el corredor italiano anunció su retiro de la Cart para pasar a la Fórmula 1, Nunn decidió abandonar el automovilismo. A mediados de septiembre, sin embargo, vio correr a Montoya en un test en Barcelona, España, y puso como condición para no abandonar el equipo la contratación del piloto colombiano. Hoy los resultados de esa mezcla saltan a la vista. SEMANA habló con Nunn. SEMANA: ¿Qué fortalezas y debilidades tiene Montoya? Morris Nunn: Su agresividad y su habilidad al volante son sus fortalezas. Su falta de familiaridad con las pistas de la Cart es su debilidad. SEMANA: ¿El auto de Montoya tiene alguna ventaja sobre los otros de la Cart? M.N.: Todos los carros de la Cart son los mismos, pero algunos usan diferentes llantas, motores y chasis. Nuestro equipo utiliza motor Honda, llantas Firestone y chasis Reynard. SEMANA: Mario Andretti dijo hace algunas semanas que Montoya gana porque tiene el mejor equipo y el mejor carro. ¿Usted qué piensa? M.N.: El equipo y el carro son un gran factor que influye en el éxito de nuestro equipo pero el carro no va a ninguna parte sin un piloto. SEMANA: ¿Montoya se ha adaptado fácil a su carro? M.N.: Juan Pablo es muy inteligente y se adapta rápidamente a su carro y a las nuevas pistas. El tiene mucha experiencia manejando; desde los cinco años él ha manejado diferentes tipos de carros y este sólo es un nuevo desafío para él. SEMANA: ¿Cuál es el piloto más brillante con el que ha trabajado durante su carrera? M.N.: Con todos los pilotos he realizado trabajos extraordinarios. Con Juan Pablo he logrado hacer una buena amistad. SEMANA: ¿Para usted es mejor la Fórmula 1 o la Cart? M.N.: Ambas son grandes categorías.