El pasado martes 21 de septiembre, Alan Greenspan, el legendario presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos (FED), volvió a sorprender a los mercados financieros. Contra todos los pronósticos que apuntaban a que mantendría las tasas de interés en 3,5 por ciento por el llamado 'efecto Katrina', anunció una subida de un cuarto de punto y las dejó en 3,75. La decisión de Greenspan confirma la preocupación de la FED y de muchos analistas: la economía de Estados Unidos se está recalentando a punta de crédito barato y amenaza con llevarse por delante al resto del mundo. Por eso optó por subir las tasas.Los expertos hablan cada vez más de un recalentamiento de la economía mundial. El gobierno y los consumidores de Estados Unidos están gastando a manos llenas gracias a las bajas tasas de interés. Los precios de activos como la vivienda y los bonos están especialmente altos porque la gente está de compras. Además, los consumidores estadounidenses están adquiriendo mercancías de todo el mundo, gracias a lo cual las exportaciones de la Unión Europea y de muchos países en desarrollo están disparadas. Este año, la deuda externa de Estados Unidos ronda los 700.000 millones de dólares, la mayoría en manos de China, Japón y los 'tigres asiáticos'. Ante este panorama, muchos expertos se preguntan hasta dónde se puede continuar inflando la burbuja y qué pasará cuando explote la locomotora de la economía del mundo. No hay que olvidar que Estados Unidos contribuye con cerca del 30 por ciento del PIB mundial y absorbe dos terceras partes de las importaciones. La decisión de la FED es un primer paso para frenar el tren de gastos tanto del gobierno como de los consumidores. Pero no es suficiente. Corregir el exceso de gasto en Estados Unidos requiere imponer una carga en impuestos de 2.350 dólares por persona a los casi 300 millones de habitantes del país, según Ted Truman, ex codirector de la FED. Y la mayoría de políticos no está dispuesta a darse esa pela y por ahora prefieren dejar que las futuras generaciones paguen las cuentas. Recientemente, en un editorial del Financial Times, Truman, uno de los mayores críticos de la actitud complaciente de la FED ante el derroche de la administración del presidente George W. Bush, afirmó: "La Reserva Federal no ha sido sincera al evitar decir que el ajuste requerirá que el crecimiento de la demanda nacional disminuya dramáticamente".Los países que alimentan con crédito barato la voracidad del gigante del norte parecen no estar interesados en detener el proceso. Para ellos es conveniente seguir exportando mercancías a Estados Unidos, ahorrar los excedentes comerciales y luego prestarle parte de ese ahorro para que siga consumiendo. Es un juego peligroso que Laurence Summers, ex secretario del Tesoro y actual presidente de la Universidad de Harvard, calificó como "el terror financiero de doblar las apuestas".Señales encontradas Como suele pasar con las burbujas financieras, quienes prestan el dinero no se han dado cuenta, o no han querido aceptar, que el crecimiento mundial es cada vez más frágil. A mediados de agosto, el prestigioso semanario The Economist denunció que "los mercados de capitales están impidiendo, no ayudando, al ajuste económico mundial". Y el problema se sigue ahondando, en parte porque los indicadores no han registrado la fiebre. Cuando la economía se está recalentando, dos termómetros disparan las alarmas: la subida en los índices de riesgo, y la inflación. Y hasta ahora ninguno de los dos se ha movido.La inflación, que generalmente aumenta cuando las economías gastan más de lo que producen, permanece controlada en todas partes. Para poder competir con los productos de bajo costo, que vienen principalmente de China, los precios en muchos países han permanecido estables. La otra señal, el spread o las primas de riesgo sobre deuda, tampoco registra cambios. El índice de bonos de mercados emergentes (Embi) de JP Morgan, que mide el nivel de riesgo de países en desarrollo, ha bajado consistentemente desde agosto de 2002. En Estados Unidos, el indicador de riesgo más usual -la diferencia entre las tasas de interés a corto plazo y las de largo plazo- también viene cayendo, pese a la difícil situación fiscal del país.  Previendo una parada en seco, desde junio del año pasado la FED intentó aplicar gradualmente el freno y comenzó a subir las tasas de interés, con el fin de encarecer el crédito. Sin embargo, la estrategia aún no genera los resultados esperados porque los bancos y las empresas estadounidenses pueden conseguir crédito barato en Asia que luego utilizan para prestarles a sus clientes, últimamente en finca raíz. Los planes de un ajuste fiscal del gobierno estadounidense se fueron al traste con las pérdidas del huracán Katrina y ahora con las del Rita. La Casa Blanca ya anunció que aumentará a 330.000 millones de dólares su déficit fiscal para el año fiscal que comienza en octubre. Hasta ahora, Colombia se ha beneficiado de este gasto desenfrenado de los gringos. Las exportaciones generales del país crecieron 37 por ciento en el primer semestre del año con respecto al mismo período de 2004. Además, la disminución global del riesgo ha permitido aliviar la carga de la deuda externa y no depender tanto de los bancos internacionales. De hecho, el gobierno está cambiando deuda externa cara por deuda interna. El respiro ha permitido al gobierno aumentar los recursos disponibles para inversión social y obras de infraestructura. Pero las burbujas, al igual que las fiestas no son para toda la vida, como lo han advertido expertos como el ex secretario Summers y The Economist. Un decrecimiento de la economía estadounidense, destino del 60 por ciento de las exportaciones colombianas, afectaría la actual reactivación de la industria nacional, en momentos que aún no despega la demanda interna.En todo caso, Colombia está mejor preparada para esa potencial destorcida. Hoy, las personas y las empresas tienen niveles más bajos de endeudamiento, la regulación bancaria ha mejorado y los gobiernos han tratado de hacer ajustes que de algo servirán. La imprudencia de la primera mitad de los 90 hizo más cautos a los colombianos. La experiencia ha demostrado que los shocks externos pueden llegar de cualquier lado. En 1995, fue el 'efecto Tequila', y a finales de la década de los 90, la tormenta vino del sureste asiático. Ahora hay señales de recalentamiento en el hemisferio norte. Si un viejo zorro como Greenspan está preocupado, Colombia también debería estarlo.