Para cualquier niño ir a un parque marino es una experiencia inolvidable. Pero para Jorja y Nataja Howse, dos hermanas de 11 y 7 años, la visita fue aún mejor de lo que esperaban. Cuando estaban en medio del ‘show’, la entrenadora las eligió entre el público para alimentar a los delfines, un honor que pocos tienen. Sin embargo, la verdadera sorpresa era la visita de su papá, el sargento del Ejército estadounidense Keith Howse, a quien no veían desde hace ocho meses, cuando fue enviado a Afganistán. El video de las dos pequeñas abalanzándose sobre su padre se ha convertido en una sensación en internet al igual que otras imágenes de reencuentros entre soldados y sus familias, recopiladas en la página www.welcomehomeblog.com. Y es que en estos días, cuando los estadounidenses celebran su independencia y el patriotismo está exacerbado, es imposible no conmoverse con las historias de estos hombres que abandonaron su hogar para servir a su país. Muchos de ellos tuvieron que dejar a sus esposas y ver crecer a sus hijos desde la distancia a través de correos y Skype. Pero ahí no termina el drama: una vez vuelven a casa ya no son los mismos. Se estima que más de 1,700 militares han regresado de Irak y Afganistán con heridas graves, quemaduras en la piel y amputaciones. Esto es solo en lo físico, pues las huellas de la guerra también se reflejan en problemas de insomnio, paranoia, irritabilidad, ansiedad y depresión, todos síntomas asociados con el estrés postraumático. Para superar estos trastornos mentales, la mayoría recurre a psiquiatras y métodos no convencionales, como el yoga y la musicoterapia. En todo caso, los expertos coinciden en que la mejor terapia es el apoyo de la familia y la sociedad en general, que no debe darle la espalda a sus héroes de guerra.