SEMANA: Cuatro de los militares implicados en el caso por el asesinato de Alvaro Gómez acaban de ser absueltos por la justicia y todo parece indicar que este magnicidio, como tantos otros, también va camino de la impunidad, ¿qué opinión le merece todo este suceso?Alfonso Gomez Mendez: Creo que esto muestra las dificultades que hay en Colombia para investigar, por la situación de violencia, y, de otro lado también, por ciertas fallas del sistema judicial. En Colombia todavía nos regimos por la prueba testimonial y no por la técnica, la de indicios, por eso ocurrió en éste y en otros casos que los testigos hablan de primera mano cuando ocurren los hechos. Pero, a medida que pasa el tiempo, cuando hay organizaciones criminales de por medio, comienzan a intimidarlos, a amenazarlos, y por eso muchas veces los fiscales y los jueces no tienen el suficiente criterio para saber que no basta con que un testigo se retracte. Hay que saber por qué se retractó y analizar cuál de las versiones debe ser creíble: la inicial o la última. En muchos de estos casos ha pasado esto. Además, la mayoría de fiscales que tuvieron que ver con el caso de Gómez Hurtado en la administración Valdivieso o en la mía tuvieron que salir en un determinado momento del país. Y ha habido testigos asesinados.SEMANA: ¿Este fenómeno que usted describe afecta a otros procesos en los que también aparecen vinculados militares, en los que la justicia se ve coja y parece no llegar?A.G.M: El tema de los militares es sensible. Hay sectores de la sociedad que tienen la tendencia a creer que no se pueden iniciar investigaciones contra los militares porque eso es hacerle el juego a la guerrilla. Es un círculo perverso e infernal. Es la tesis Plinio Apuleyo: no se puede investigar a un militar porque eso es ponerse del lado de la subversión.SEMANA: ¿Qué tan real es, desde su experiencia, la inflitración, poder de influencia o de coerción de los grupos armados en la Fiscalía?A.G.M: No es descartable que una entidad en la que hay 20.000 funcionarios resulten personas infiltradas de uno o de los dos bandos, o de narcotraficantes, y eso es lamentable pero a veces pasa. Pero no diría que es un fenómeno generalizado ni que sea algo ostensible. Lo que me parece peligroso es que se lance esta tesis sin que haya los necesarios fundamentos. Creo que fue una equivocación la afirmación del presidente Alvaro Uribe en Cúcuta. Dijo que la Fiscalía estaba infiltrada por la guerrilla vía clientelismo. Ahí habría sido necesario aclarar quién fue el clientelista que llevó esos infiltrados a la Fiscalía y quiénes son. Con una acusación de un nivel tan respetable como el del Presidente lo único era haberlos entregado al día siguiente en la cárcel. Y eso no pasó.SEMANA: ¿Por qué casos importantes que usted conoció, como el de Carlos Arturo Marulanda, Víctor Carranza, el de Alvaro Leyva, entre otros, se desmoronaron en la actual Fiscalía?A.G.M: Lo que ha pasado podría tener teóricamente dos lecturas. Una, que los casos no eran sólidos. Otra, que a pesar de ser sólidos no hubo después el compromiso suficiente para continuar con ellos y sacarlos avanti. La verdad sólo se puede establecer estudiando los expedientes y los procesos. En el caso de Alvaro Leyva, yo tengo que inclinarme ante él por su astucia para manejar los medios. Creo que tiene mejores manejadores de medios que abogados y por eso la gente olvida que el cargo al doctor Leyva es el mismo por el que se procesaron todos los sindicados del proceso 8.000. En el caso de Víctor Carranza lo que ha ocurrido es que los testigos se retractan por las razones que hemos visto. En el caso de Marulanda, después de que lo extraditan a Colombia lo sueltan, con lo que parecería indicar es que el Estado lo único que había hecho era ahorrarle el pago del pasaje a Bogotá para que viera a sus parientes.SEMANA: ¿Qué opina de las negociaciones del gobierno con los paramilitares, que podrían terminar en un indulto a todos sus delitos, mientras varios fiscales que los investigaron están exiliados?A.G.M: Mucha tristeza y decepción como colombiano. La verdad es que muchas de las personas que fueron señaladas por Plinio Apuleyo como infiltrados de la guerrilla por hacer estas investigaciones se quedaron sin puesto. Fueron despedidos o se les pidió la renuncia. Otros están viviendo en condiciones muy difíciles en el exterior. Están en la condición de exiliados, desterrados, simplemente por haber cumplido con su deber.SEMANA: Cambiando de tema, ¿cómo va la candidatura a la Presidencia?A.G.M: Eso son calumnias. Voy a contarle una anécdota. Cuando estaba en Chaparral me pasaron de tercero a quinto de primaria. Me gané un año. Le conté a mi papá y a mi mamá y ella me dijo: usted es el inteligente de la familia, el que nos va a sacar adelante, yo aspiro a que usted sea jefe de estación del ferrocarril de Girardot. A partir de ahí yo digo que he estado sobregirado y por eso no tengo obsesión por ser presidente. Pero no puedo jurar sobre la Biblia que no voy a lanzarme. Si las condiciones adecuadas se presentan?