Pero si las cosas salen como el jefe del Estado espera las relaciones entre el país y Estados Unidos habrán cambiado de manera radical y el tema colombiano será obligado en la política de la primera potencia del mundo. Al mismo tiempo en que Colombia recibe mayores recursos de cooperación se verá sometida a un más elevado nivel de escrutinio por parte del Congreso y los medios de ese país. En plata blanca eso quiere decir que la cuestión colombiana ha entrado hoy a ser uno de los temas de la política de Estados Unidos. Y eso tiene mucho de bueno y no poco de malo.El viaje de Pastrana no contó en esta ocasión con la ceremonia con la que fue recibido en la Casa Blanca pocas semanas después de haberse posesionado. Pero en esa oportunidad la visita simbolizaba una reanudación de relaciones entre los dos países luego de los cuatro años de guerra fría entre Estados Unidos y el gobierno del presidente Ernesto Samper y la fanfarria era indispensable.En cambio la visita de la semana pasada, carente de toda pompa, implica un viraje dramático en las pretensiones de Colombia sobre la cooperación de Estados Unidos. El cambio consiste en que, por primera vez, un Presidente colombiano cuantifica lo que el país invierte en lucha contra el narcotráfico, calcula lo que podría costar una especie de Plan Marshall para las zonas cocaleras, le pone precio al fortalecimiento que requieren el Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea para la nueva etapa en la lucha antidrogas y le pasa parte de la cuenta a los gringos. El tercer recipientede ayuda gringaEl cubrimiento en Colombia del viaje presidencial dejó por fuera el hecho más trascendental del mismo. Pastrana no ha obtenido dinero alguno aún pero tampoco pretendía conseguirlo. El objetivo del gobierno es el de buscar un aumento geométrico en la ayuda norteamericana, y no sólo por el término de un año sino por lo que resta del período de gobierno. Pero el equipo de Pastrana sabe que sus pretensiones son ambiciosas en exceso y que el trámite tomará tiempo. Los recursos solicitados representarían, de ser aprobados en su totalidad, 10 veces más de lo que recibiría Colombia si la cifra de 1999 se mantuviera durante todo el período de la actual administración. Y aunque esto resulte improbable es evidente que aun una porción de ese múltiplo significará un salto cuantitativo en la posición de Colombia como Estado recipiente de ayuda estadounidense. El gobierno sabe que esos recursos no aparecerán de la noche a la mañana y que aun si el presidente Clinton quisiera no llegarían antes del próximo año. El Plan Colombia será el insumo para el Departamento de Estado, entidad responsable de presentar ante el Congreso de Estados Unidos el llamado 'paquete de ayuda suplementaria'. Pero la presentación de este paquete pone en marcha un proceso de debate sin el cual no es posible que haga parte del presupuesto. El debate sobre Colombia en el Congreso promete ser candente porque implica la aprobación potencial de recursos de cooperación que sólo han sido otorgados a países como Israel y Egipto.Hoy Colombia es el tercer país recipiente de ayuda norteamericana después de los dos mencionados, pero las cifras no son comparables. No obstante, si el paquete de ayuda suplementaria es aprobado no estarán tan lejanas las unas de las otras. A eso se le suma el que el tráfico de drogas sea un asunto que gravita de manera cíclica sobre la política estadounidense y que Colombia esté en el centro de ese tema agrava la situación. Pero si a todo lo anterior se suma la percepción que tienen algunos funcionarios y congresistas de ese país sobre el aumento de la fuerza de la guerrilla colombiana y su capacidad para convertirse en amenaza para la región, no hay duda de que cada día serán más los funcionarios, los congresistas y los medios de Estados Unidos que expresarán sus opiniones sobre lo que debe y no debe hacer Colombia. Eso incomodará a no pocos en el país.La buena noticia es que existe consenso en Estados Unidos sobre la necesidad de ayudar a Colombia. No es este un tema que divida a republicanos y demócratas o a gobierno y Congreso de manera visible. Obviamente, hay quienes piensan que ayudar a Colombia significa escalar la intervención de su país en el nuestro y no están de acuerdo con ello. Y también quienes preferirían que los recursos se dirigieran única y exclusivamente a la Policía y no al Ejército. Pero estos son hoy una minoría. Poco a poco ha primado la teoría del gobierno colombiano según la cual sin el apoyo del Ejército a la Policía en las zonas de cultivo de coca en el sur del país no podría esa institución erradicar cultivos de manera eficaz. Lo que empieza ahora en el Congreso será similar a lo que sucede hoy en el Fondo Monetario Internacional. Los recursos son indispensables, pero vienen amarrados. Y eso implica que habrá una discusión sobre qué tipo de amarre requieren. Además de esto, durante su ejecución será inevitable el monitoreo de Estados Unidos sobre la utilización de esa ayuda. A caballo regalado no se le mira el diente, reza el refrán. Y aunque Pastrana no fue por un caballo, sino por una manada de caballos, el diente no es algo que pueda ignorarse. En cualquier caso las noticias del viaje son muy buenas. Si corre con suerte en el Congreso, la cooperación de Estados Unidos estará aprobada antes de diciembre. Lo cual, dada la situación del país, no sería un mal regalo de Navidad para Pastrana.