A pesar de que el papa Benedicto XVI escribió hace pocos días un trascendental texto en el que revelaba que durante el nacimiento del Niño Jesús la Virgen María y José estuvieron solos y que no había animales como el buey ni el asno, en el pesebre que hoy adorna la Santa Sede fueron puestos los dos animalitos. Es decir, pudo más la tradición que la nueva revisión de la historia.