A sus casi 50 años nuestra amiga se sentía llena de capacidad y en lo mejor de su curva productiva, excelentes años de experiencia con toda la energía viva aún para seguir proyectos y lograr resultados.Sin embargo, cuando llamé a mi colega me dijo algo que me dejó un poco sorprendida. Tal vez en el shock aún de la noticia me comentó: "El problema es que yo no sé hacer al final nada... siempre he coordinado que las cosas se hagan y que fluyan pero no sé qué hacer yo sola por mi cuenta".Ese día recibí una lección importante para mí como líder: las organizaciones son dinámicas, cambiantes, evolucionan o involucionan al igual que los seres humanos, pero cualquiera que sea el enfoque hay que entender que no podemos depender de una sola fuente para tener tranquilidad profesional.Los millennials saben qué quieren. No se casan solamente con una organización, se comprometen con sus sueños, con ellos mismos. Creo que eso es un buen concepto si se lograr hilar con lo que se debe agregar de valor en el trabajo que hagas.Al final mi amiga terminó siendo empresaria y arrancando un negocio que siempre quiso y nunca tuvo el valor de asumir. Tal vez no se gane los millones de antes pero la verdad se ve más que feliz.Obviamente cuando trabajas en una organización, tienes beneficios y estabilidad, entras en una zona de confort lógica y no quieres irte a emprender tu negocio. Te pasa la vida y solo cuando al final pasa algo como lo de mi amiga (que básicamente fue la llegada de un nuevo jefe que quería traer sus amigos) es que decides cumplir tus sueños.La vida es corta para no hacer lo que uno verdaderamente quiere y se puede sentir larga si todos los días haces lo que no te gusta.Hace poco alguien me preguntó si nunca había querido ser emprendedora. La verdad es que sí, lo pensé muchas veces e incluso intente en paralelo pero hasta ahora no he sido radical en mi decisión por varias razones, entre ellas la comodidad, la falta de tiempo para aterrizar las ideas, el miedo al fracaso, las responsabilidades familiares... en fin, siempre habrá algo que haga dilatar la decisión.Entonces valdría la pena pensar que hay que soltar paradigmas y pensar que la edad no puede ser un impedimento para ser emprendedor. Tal vez y de nuevo atándolo al concepto de diversidad, los años dan una experiencia interesante para asociarse con chicos más jóvenes que tengan el ímpetu de tomar riesgos. Si es que sientes que lo tuyo es la experiencia y no el riesgo.Si bien no todo el mundo nació para ser empresario, tal vez sí haya muchos que podrían ser muy exitosos y llevar nuevos negocios a la cancha si tomaran la decisión de arriesgarse un poco.El mensaje es fácil, si tienes ese sueño guardado y esa frustración pero aún las ganas y la capacidad de riesgo, hazte la pregunta hoy mismo...¿qué debo hacer para ser emprendedor? ¿Qué necesito? ¿Cómo puedo planearlo para no arriesgar a mi familia? No hay edad para nada y menos para tomar decisiones de vida cuando todos los días vivimos un día menos. Vale la pena pensarlo... ¿Emprendedor yo?