El primero de agosto una pareja argentina decidió registrar a su primogénito como Lucifer, uno de los nombres que se usan para llamar al diablo. Los registradores aceptaron el nombre debido a que su significado es "portador de luz", sin embargo, la decisión ha desatado polémica. Argentina pasó de tener una reglamentación inflexible y muy conservadora para la designación de los nombres de las personas dictada en 1969, a una más flexible que permitió llamar Lucifer al recién nacido. La antigua norma no permitía que se eligieran nombres "extravagantes, ridículos, contrarios a nuestras costumbres o signifiquen tendencias políticas o ideológicas, o que susciten equívocos respecto del sexo de la persona a quien se impone". Lucifer no habría sido un nombre fácilmente aceptado bajo esa reglamentación. En nombre de la libertad, los padres de Lucifer llamaron a su hijo según sus propias convicciones. Si en un futuro Lucifer siente que su nombre es indebidamente usado y que esto le causa un perjuicio moral o material, podrá protegerlo, tal como lo contempla el nuevo Código Civil argentino.