Las células madre humanas fueron aisladas por primera vez en 1998. Desde entonces se han convertido en la gran promesa de la medicina. Con su capacidad de producir los 200 tipos de células que conforman al ser humano, podrían llegar a ser un mecanismo para proveer nuevos tejidos a órganos afectados por enfermedades. Hoy son un valioso tesoro para los científicos, que las necesitan para vislumbrar cómo se aplicarían en esas terapias regenerativas. Pero, si bien la demanda de células madre crece todos los días, la oferta es escasa. Desde esa fecha hasta hoy se han registrado en el mundo un poco más de 100 líneas de células madre, cuando se requieren por lo menos 1.000 para la investigación. En ese contexto se entiende el júbilo de los científicos del Centro Colombiano de Fertilidad y Esterilidad (Cecolfes), quienes aseguran haber obtenido la primera línea de células madre embrionaria del país y de América Latina. Hacer una línea de estas significa tomar un óvulo fecundado. En lugar de implantarlo en el útero, los científicos permiten que el embrión se divida durante dos o tres días hasta cuando se encuentre en la etapa de blastocisto. Para producir la línea se necesita romper el embrión y sacar las células del interior del blastocisto, que pueden ser entre 100 y 200. Luego los expertos las dejan en recipientes de cultivo para que se reproduzcan indefinidamente. Aunque son células pluripotenciales, que eventualmente se podrían convertir en cualquier tejido del cuerpo, crear una línea es mantenerlas en ese estado no especializado, es decir, antes de que se vuelvan, por ejemplo, neuronas, epidermis o tejido cardíaco (ver gráfica). Es un proceso manual, difícil, costoso y muy dispendioso. El científico debe estar verificando a diario el cultivo para constatar que las células no estén creciendo más de lo debido. Además, se requiere una técnica, un ambiente húmedo y cierta temperatura que recree artificialmente las condiciones del cuerpo humano. Algunos científicos fracasan porque las células dejan de reproducirse o se empiezan a diferenciar antes de ser congeladas para que cada especialista las convierta en el tejido que necesite. El hecho representa un avance importante que ubica el país al nivel de Gran Bretaña y Suecia, dos de las 11 naciones que ya han desarrollado líneas de células madre embrionarias. Muchos no lo han alcanzado por problemas técnicos; otros, como Francia y Alemania, porque la legislación lo prohíbe. En Colombia el vacío legal ha permitido el desarrollo de las investigaciones. Carolina Lucena, bióloga embrionaria de Cecolfes y quien ha estado frente al proyecto desde 2001, empleó la técnica de James Thompson, científico de la Universidad de Wisconsin, pionero en este proceso y profesor suyo. El resto de la asesoría vino por cuenta de Cellartis, una firma sueca que ha producido ya 60 líneas de células madre y con la cual Cecolfes firmó un convenio de exclusividad por 10 años. El trabajo se publicará en revistas especializadas para proveer evidencia científica. Sin embargo, para recibir la completa aceptación los expertos necesitan usar la línea y obtener buenos resultados, lo cual tardará más tiempo. Lo importante es que Cecolfes cuenta con los instrumentos, el personal entrenado y la 'receta' para obtener más líneas. Juan Gabriel Cendales, médico internista y miembro de la Asociación Colombia de Medicina Antienvejecimiento, calificó el hallazgo como "muy importante, no sólo porque va a permitir la investigación y resultados más concretos en las terapias sino porque pone al país a la vanguardia en el tema". Los investigadores necesitan las células madre para llevar a cabo experimentos que conducirán a terapias regenerativas. En un futuro será posible inyectar células ya diferenciadas en los órganos afectados. Pero hoy también las compañías farmacéuticas las requieren para hacer estudios clínicos de nuevas medicinas. El hallazgo colombiano tiene una ventaja, pues esta línea representa por primera vez el genotipo latino que puede ser de interés para los científicos que estudian el papel que desmpeña la raza en un medicamento. Hay interés además por parte de las compañías biotecnológicas y la industria química. Este material no se vende, pero los científicos que las producen cobran una tarifa de 5.000 a 6.000 dólares por el gasto en que incurren para caracterizarlas, es decir, para garantizar que sean pluripotentes y que no tengan algún virus humano. Se espera que la demanda continúe creciendo porque hay líneas de mayor o menor calidad según la técnica empleada. "Además,/ después de meses de cultivo, éstas cambian un poco. Por esto siempre va a haber demanda de nueva líneas", dice Johan Hyllner, doctor en fisiología reproductiva de Cellartis. El costo y la poca eficiencia del método manual para producirlas han hecho que se busquen procedimientos alternativos. Es probable que en el futuro se utilicen robots o biorreactores que podrían generarlas en masa. Otro obstáculo es el dilema moral. En Estados Unidos, por ejemplo, la controversia ha impuesto un ritmo pausado en la investigación, puesto que las células madre se obtienen de embriones (considerados por algunos como seres humanos) que luego se destruyen. Lo novedoso es que la semana pasada un grupo de científicos de Advanced Cell Technology logró desarrollar en ratones una línea sin dañar el embrión. Sólo falta ver si funciona en humanos. Las líneas actuales son apenas una pequeña pieza del engranaje que requeriría la ciencia médica para impulsar la investigación de lo que se considera la era de la medicina regenerativa. De ser validado por la comunidad científica, el trabajo de Cecolfes será un aporte al desarrollo de esta ciencia que aún está en su infancia, pero que promete en el futuro curar las enfermedades que más afectan a los seres humanos hoy.