Existe la costumbre en Colombia de medir el éxito de los viajes presidenciales al exterior según el número de acuerdos firmados y ayudas recibidas como resultado de esas visitas. La diplomacia, sin embargo, no es tan simple. El periplo por Asia del presidente Ernesto Samper es importante no tanto por lo que consiguió materialmente en ese maratónico viaje, poco en realidad, sino por lo que significa para el país en el ámbito internacional. La sola presencia del mandatario en China, Indonesia y Corea del Sur, tres grandes de Asia, es un paso gigantesco para la política exterior colombiana. Desde hace varios años Colombia ha buscado un acercamiento con la Cuenca del Pacífico, pero casi siempre esos planes se han quedado en el papel. No se necesita ser un especialista para comprender el interés por la zona: en ella están nueve de las 15 economías más sólidas del planeta y se mueve el 50 por ciento del comercio global. Con excepción de Japón, con el cual el país mantiene una buena relación gracias a las gestiones realizadas por los gobiernos de Virgilio Barco y César Gaviria, las relaciones colombianas con las otras naciones de la región han sido mínimas.Irónicamente, la elección de Colombia como presidente del Movimiento de los No Alineados, criticada por muchos como una designación insulsa, sirvió de pretexto para el que el presidente Samper cumpliera una aspiración de sus predecesores: ser el primer mandatario colombiano recibido con honores en la histórica Plaza de Tiananmen en Beijing. No hay que subestimar la importancia de establecer una relación cercana con los líderes de la nación más poblada del planeta y con el mayor crecimiento económico en el mundo en los últimos años. Igualmente, China es miembro permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y un aliado en el polémico tema de los derechos humanos como herramienta de política exterior de algunas naciones. Con la propuesta de abrir una oficina de Proexport en China y el preacuerdo de exportar de 5.000 a 10.000 toneladas de banano colombiano a ese país asiático se sientan las primeras bases para impulsar la actividad comercial entre las dos naciones y estrechar los vínculos.Aunque es evidente la utilidad de esas gestiones, lo que podría ser cuestionable es que su éxito se debió, en parte, al compromiso de Samper de apoyar la posición china en el tema de Taiwan. El Presidente aceptó la tesis de Beijing de que sólo hay una China, en un viraje político cuyos alcances aún no son claros.La visita a Yakarta no tiene a primera vista la relevancia del viaje a Beijing y Shanghai, pero era necesaria, primero porque Indonesia antecedió a Colombia en la presidencia de los No Alineados y, segundo, porque el país quiere entrar en el Foro de Cooperación Económica del Asia y el Pacífico _APEC_, el más poderoso mecanismo de integración de la Cuenca. Indonesia, al igual que China y Corea del Sur, es miembro pleno. Colombia recibió el apoyo de esos países en su aspiración.Colombia ya pertenece al Consejo de Cooperación de la Cuenca del Pacífico de los empresarios del área y al Consejo de Cooperación Económica del Pacífico, organismo tripartito de gobierno, empresarios y académicos. Pero el que importa es el APEC. El reto para el país y para el actual gobierno es evitar que este esfuerzo quede relegado en el cuarto de San Alejo de las políticas inconclusas. Queda la duda de si una solicitud colombiana de ingreso sería respondida favorablemente en un futuro cercano teniendo en cuenta las ásperas relaciones del gobierno con Estados Unidos, uno de los fundadores de APEC.