Desde el 19 de agosto, los terrenos ancestrales del resguardo Kogui-Malayo-Arhuaco, ubicado en el Parque Nacional Natural Sierra Nevada de Santa Marta, empezaron a palidecer por la llegada de cerca de 1.200 personas.

Estas personas, desplazados y migrantes de varios municipios del Caribe, ingresaron al predio Don Diego, de más de 500 hectáreas ubicadas en el sector de La Lengüeta, para tomar posesión ilegal de los terruños ancestrales Kutunsama, una zona donde los mamos e indígenas realizan el intercambio de conocimiento y tradiciones.  Le puede interesar: Así retornaron los arhuacos al mar después de cuatro siglos Durante varios días, los nuevos moradores dieron inicio a una tala masiva de árboles centenarios y vegetación nativa para construir viviendas y parcelas de cultivos, invasión en aproximadamente 200 hectáreas que llegó a su fin el pasado jueves 27 de agosto luego de una reunión con varios representantes del Gobierno, quienes se comprometieron a devolverles las tierras que la violencia les arrebató.

La vegetación de la Sierra sufrió un duro golpe por las invasiones. Foto: archivo. Aunque la zona quedó libre por el momento, muchos de los daños ancestrales y ambientales causados son irrecuperables, ya que el área hace parte de un corredor sagrado entre los nevados y el mar conformado por árboles y vegetación estratégica para la cultura de las etnias y la biodiversidad nativa. “Este es un lugar de suma importancia para nuestra cultura. Es un corredor que conecta los picos nevados, las montañas, los ríos, las lagunas y la madre vieja con el mar. Es como el cordón umbilical cultural espiritual y ambiental de la Sierra Nevada, entre el mar y los nevados”, explicó Jaison Pérez, indígena arhuaco del resguardo Kogui-Malayo-Arhuaco. Le puede interesar: ¿A quién le interesa invadir las zonas sagradas de la Sierra Nevada? Según el arhuaco, el territorio quedó prácticamente destruido porque las intenciones de los desplazados y migrantes era quedarse en la zona. “Los indígenas estamos viendo cómo vamos a regenerar el territorio sagrado. El primer paso es dejar que la naturaleza actúe por sí sola, es decir que la vegetación se regenere. La tala y la quema quedan prohibidas”.

La mayoría de invasores corresponde a familias campesinas que fueron expulsadas de la zona. Foto: archivo. Sumado a esto, los mamos harán sus aportes ancestrales por medio de ceremonias. “Esto es fundamental para recuperar el lugar sagrado, no sólo para que regresen los árboles y los animales, sino para recuperar la conexión sagrada del corredor”, afirma Pérez. El tiempo necesario para que el territorio ancestral vuelva a reverdecer es todo un misterio. “Por ejemplo, los árboles grandes son imposibles de recuperar, no solo por sus años y tamaño, sino la parte espiritual y su significado. El árbol crece, pero el significado no. Las madre viejas guardan el conocimiento y el mensaje que traen a través del río, las lluvias y el tiempo, que pasan de generación en generación”.

La recuperación de la zona contará con la sabiduría de los mamos y de la madre naturaleza.  La historia de las invasiones Según el indígena, las problemáticas en este corredor de la Sierra empezaron a mediados de la década de los 70, cuando fue declarado como parque nacional. “Aunque se constituyó el resguardo Kogui-Malayo-Arhuaco, desde los ríos San Diego y Palomino, las familias campesinas que vivían allí no podían hacer nada porque es una zona de conservación ambiental”. Le puede interesar: SOS de indígenas de la Sierra por invasión de su territorio Luego, el predio Don Diego fue tomado por un narcotraficante, lo que dio inicio a la salida de los campesinos. “Las familias no fueron reubicadas. Por eso siguen haciendo presencia y tomando los productos de la tierra. Han intentando meterse o cultivar varias veces dentro de este espacio porque no tienen respuesta del Gobierno”. 

Cuatro pueblos indígenas habitan en la Sierra Nevada de Santa Marta. Foto: Esteban Vega - Semana. El predio está en proceso de extinción de dominio por parte de la Dirección Nacional de Estupefacientes. “Entre 2015 y 2016 hubo un supuesto acuerdo por el Gobierno para reubicar a la población desplazada en las fincas que iban a sanear, pero eso no sucedió”, dijo Pérez. En la invasión reciente llegaron personas asentadas cerca de la zona, como Guachaca, Palomino, Perico, Marquetalia y Puerto Nuevo, al igual que migrantes de otras áreas como Riohacha, Montería y Barranquilla. “Lo que buscaban era tomar posesión del terreno. Hay rumores de que detrás de eso están los grupos armados ilegales. Donde hay río revuelto hay ganancias de pescadores”. Pérez informó que la mayoría de los invasores regresó a sitios como Palomino, Guachaca y Mendihuaca. “Creo que algunos también se sintieron atemorizados por el comunicado de los grupos al margen de la ley que les ordenó salir de la zona. Pero más que la presión de la ilegalidad, se sintieron protegidos por las entidades del Estado que hicieron presencia. Les creyeron”.

Los azotes a la Sierra Nevada también incluyen el miedo por el coronavirus. Foto: Esteban Vega - Semana. “El Gobierno tiene que cumplir la promesa de reubicación para que las familias no vuelvan a invadir. Nos preocupa que regresen porque causan agresiones contra la madre, la única fuente que nos va a conformar la vida y la especie. Si no la cuidamos todo acabaría. Cuidar la naturaleza debe ser una tarea planetaria. El Gobierno debe ver a los grupos indígenas nativos como autoridades ambientales, y no como una especie en vía de extinción”, puntualizó Pérez.  En la zona hay versiones que señalan que los invasores son enviados por grupos ilegales que buscan apropiarse de los terrenos ancestrales de los indígenas, una hipótesis que hasta el momento no ha sido corroborada. Lo que sí se sabe es que en la Sierra operan organizaciones delictivas como ‘Los Pachencas’ y el ‘Clan del Golfo’, que se dedican a la exportación de narcóticos en las costas cercanas a la vía nacional Troncal del Caribe. Le puede interesar: El kogui que amó la Sierra tanto como a la vida Una carta enviada al presidente Iván Duque por el Cabildo Arhuaco del Magdalena y Guajira de la Sierra, reveló que en la región es bien conocido el dicho de que "en la Troncal del Caribe no se mueve una hoja sin el permiso de las fuerzas ilegales".  "El Ministerio de Ambiente, el Ministerio del Interior, el Ministerio de Defensa, el Ministerio de Agricultura y la Unidad Nacional de Parques han adoptado una actitud negligente y pasiva para adelantar las acciones integrales en la Sierra Nevada de Santa Marta", indica la carta.