Colombia es uno de los países más madrugadores del mundo. Según diferentes estudios internacionales, los colombianos se levantan en promedio a las 6:30 de la mañana, mientras que los japoneses lo hacen a las 7:09. Pero en las grandes ciudades, la hora a la que salen los colombianos a trabajar puede ser incluso mucho más temprano. En el caso de Bogotá, a las 5:30 de la mañana los principales portales de TransMilenio ya están congestionados y el tráfico vehicular comienza a hacerse más denso en las autopistas.

Contrario a lo que podría pensarse, este comportamiento, guiado por el adagio popular “al que madruga, Dios le ayuda”, poco le ha servido al país para ser más productivo. Según un informe anual de la Ocde, Colombia se mantiene en el último lugar en productividad entre los países que integran la organización. El aporte al Producto Interno Bruto (PIB) por hora trabajada es de 20,5 dólares, mientras que el promedio de la Ocde es de 67,5 dólares, y en Irlanda, el primero de la lista, llega a 162,5 dólares. En otras palabras, un trabajador de ese país europeo tiene una productividad ocho veces mayor que la de un colombiano.

La baja productividad en Colombia tiene varias explicaciones: el rezago tecnológico de las empresas, la congestión vehicular y la deficiencia del sistema de transporte público, entre otras. Pero uno de los factores que pesan en este indicador es el estrés laboral. De acuerdo con el reporte State of the Global Workplace de 2023, el 48 por ciento de los colombianos encuestados reconocieron experimentar estrés en sus trabajos. Un resultado que se encuentra por encima del promedio de América Latina, que es del 41 por ciento, y muy cercano al de América del Norte (52 por ciento).

Empleados estresados

¿Cómo el estrés laboral afecta la productividad de una empresa y un país en general? Sobre este estado anímico hay muchas definiciones. Unas hacen énfasis en la interacción entre trabajadores y su entorno laboral, y otras en las características adversas de los lugares de trabajo, pero la que mayor fuerza ha tomado es la que da la Organización Mundial de la Salud (OMS), en la que describe el estrés laboral como “la reacción que puede tener el individuo ante exigencias y presiones laborales que no se ajustan a sus conocimientos y capacidades, y que ponen a prueba su capacidad para afrontar la situación”.

Los expertos diferencian el estrés causado por factores propios del trabajo y el que está relacionado con situaciones externas que terminan influyendo en el bajo rendimiento. El peor de los escenarios es cuando una persona tiene que soportar tanto las presiones de la vida cotidiana como las laborales. Otra consideración importante son los niveles de estrés, que varían en las organizaciones y según el grado de tolerancia de cada persona. Iván Camilo Jiménez, investigador del Observatorio Laboral de la Universidad Javeriana, advirtió que el estrés es un factor muy relevante para la productividad en las empresas. “El problema es cuando se desarrollan ambientes que producen estrés por encima de los niveles tolerables de la persona y empieza a afectar su salud mental. En ese momento la productividad disminuye, pues la persona puede desarrollar ansiedad, depresión o delirio de persecución”.

De acuerdo con la investigación ‘Análisis sistemático sobre estrés laboral en Colombia’, realizada por las psicólogas Sandra Rocío Salamanca y Yury Stephany Garavito, el estrés laboral, al afectar de manera grave la salud del trabajador, causa un alto costo para las empresas, lo cual se refleja en la disminución del rendimiento, ausentismo, conflictos laborales e, incluso, despidos.

Aunque esta es una problemática real, y la evidencia científica ha comprobado que el estrés y la infelicidad laboral afectan el desempeño de los trabajadores, en el país todavía no se ha dimensionado su gravedad. Esto se debe, principalmente, a dos razones: por un lado, en Colombia no se le presta mucha atención a la salud mental y, además, existe una gran estigmatización alrededor de ella. Por el otro, si bien –explica Jiménez– “ya es obligatorio contar con mediciones de riesgo psicosocial para evitar que el estrés consuma la salud mental de las personas”, no todos los empresarios tienen esa conciencia de velar por el bienestar de sus trabajadores, ya sea por desconocimiento, porque lo consideran irrelevante o porque ellos mismos sufren de estrés laboral.

Factores externos

Evitar que el estrés laboral afecte el sistema productivo no solo depende de los empresarios. De hecho, el estrés en el trabajo también puede tener sus raíces en situaciones externas. Para reducirlo se necesitan acciones integrales y multisectoriales que vayan más allá de mejorar el ambiente laboral. “Es necesario que haya compromisos desde el Estado a través de políticas públicas, pero también en las empresas, en los hogares y en el espacio público para empezar a preocuparnos por la salud mental y ser cada vez más conscientes en la prevención de enfermedades de este tipo”, advirtió Jiménez.

Si bien “los líderes y gerentes no pueden cambiar las fuentes externas de estrés, sí pueden marcar una diferencia en el estrés general en la vida de los trabajadores”, precisó el reporte State of the Global Workplace. Y esto se logra no solo mejorando el ambiente laboral, la cultura organizacional o la remuneración. También es indispensable que en el interior de las organizaciones todos sean conscientes de la importancia de la salud mental.