Por número, pueden representar cerca del 97 por ciento de las compañías del país y casi el 80 por ciento del empleo, así como el 40 por ciento del producto interno bruto.

Su resiliencia fue puesta a prueba en la pandemia, y aunque muchas lograron sobrevivir, las cicatrices que dejó la crisis quedaron marcadas y algunas empresas apenas se están recuperando. Sin embargo, muchas lograron montarse en la ola del crecimiento que marcó la economía en los dos años anteriores.

De hecho, el análisis de las 1.000 pymes más grandes de Dinero con los resultados financieros de 2022 muestra un salto muy importante en las cifras de estas empresas: sus ingresos crecieron 33,5 por ciento, al pasar de 28,4 billones de pesos en 2021 a casi 38 billones de pesos el año pasado. Sus utilidades netas también aumentaron al registrar 1,5 billones de pesos, 30 por ciento más que en 2021.

El sector que tuvo el mayor crecimiento fue el de transporte, cuyos ingresos llegaron en 2022 a 1,9 billones de pesos, cuando venían de apenas unos 410.000 millones de pesos de 2021. Las empresas de hidrocarburos y servicios petroleros también aprovecharon los buenos precios y aumentaron sus ingresos en más de 190 por ciento, pero fueron de apenas 76.000 millones de pesos. Este, sin duda, es un sector de grandes empresas. En minería también hubo un salto significativo, de 120 por ciento, que les representó a las pymes más grandes del sector ingresos superiores a los 510.000 millones de pesos en 2022.

El sector de mayor participación en las 1.000 pymes más grandes es el de comercio, que representa casi el 40 por ciento de los ingresos, con un poco más de 15 billones de pesos, y un crecimiento frente a 2021 de 25,5 por ciento. Mientras industria y servicios compiten en el podio con ingresos por 7,7 billones de pesos y 7,5 billones de pesos, respectivamente, y una participación cercana, cada uno, del 20 por ciento. El crecimiento de industria fue de 29,5 por ciento y el de servicios, de 25 por ciento para 2022.

Sin embargo, tras los años de crecimiento de la economía que estuvieron por encima del promedio de la región, ahora el país se enfrenta a un proceso de desaceleración, al que se sumarán factores locales e internacionales.

En el campo global, surgieron los efectos de las caídas en las demandas en locomotoras como Estados Unidos y China, y ahora la incertidumbre que genera el conflicto entre Israel y Hamás en Gaza se suma al de Rusia y Ucrania, que ya completa más de año y medio.

En el campo interno, además del enfriamiento de la economía, una inflación que, si bien está cediendo, todavía está muy por encima de la de los países de la región, tasas de interés históricamente altas –al menos en este siglo–, la volatilidad de un dólar que genera incertidumbre y el impacto de las reformas sociales del Gobierno –como la pensional, la de la salud y la laboral–, más las decisiones en temas sensibles, como la transición energética y reformas a los servicios públicos.

Según Rosmery Quintero, presidenta de Acopi, “no estamos ampliando nuestros mercados, la producción va disminuyendo. En un momento dado, se dieron procesos de expansión, de reconversión tecnológica, de cambios y crecimiento sostenible. Pero en muchos casos están siendo suspendidos, precisamente por el alto nivel de incertidumbre que vive el país”. Y expone un dato: el 57 por ciento de los empresarios no están haciendo inversiones. “Las reformas nos preocupan, pero lo más crítico son los mensajes”, dice y agrega: “Encontramos que se está convocando a un gran acuerdo nacional, pero el sector empresarial debe tener unas reglas de juego claras”.

Uno de los mayores impactos en materia de reformas está relacionado con la laboral. Vicente Umaña, socio del área laboral de la firma de abogados Posse Herrera Ruiz, identificó las cinco afectaciones para las pymes con esta reforma. La primera, el sector del entretenimiento, el comercio local y servicios, generalmente son atendidos por micro y pequeñas empresas a las que el recargo nocturno les incrementará de manera importante sus costos directos que no necesariamente van a poder ser trasladados al cliente o consumidor final. La segunda, las nuevas restricciones en las formas de contratación privilegiando el contrato a término indefinido va a ser un obstáculo en la dinámica de la operación de las pymes que, además, generan la mayoría del empleo en el país. Será muy difícil ajustar sus necesidades de personal y alinearse con momentos estacionales de la oferta y la demanda.

En tercer lugar, las exigencias de la reforma en términos de procesos disciplinarios hacen gravoso y difícil el manejo de las relaciones en estructuras de pocos empleados para poder cumplir las exigencias. El cuarto punto establece que los nuevos negocios de jóvenes, especialmente haciendo empresa, se verán afectados directamente, haciendo onerosa la inversión inicial dados los nuevos costos que implica la reforma y la rigidez de las normas propuestas. Y, por último, con negociaciones colectivas por sectores o industrias y fortaleciendo las organizaciones sindicales, las pymes, en algunos casos, no podrán soportar el otorgamiento de beneficios convencionales adicionales a los legales por su estructura de costo y plan de negocio.

De otro lado, la desaceleración de la economía ha hecho que la cartera modere sus ritmos de crecimiento. Según Asobancaria, con datos al cierre del primer semestre, del total de la cartera, en términos reales, se encuentra decreciendo en 2,7 por ciento. En el caso de la cartera pyme se observa una caída del 8,5 por ciento en términos reales. Sin embargo, de acuerdo con Carlos Ruiz, vicepresidente de asuntos corporativos de este gremio, en el microcrédito se observa un crecimiento, y no una contracción, del orden del 2,4 por ciento. Para el cierre del año se espera una caída del orden del 10 por ciento, pero que el microcrédito mantenga un crecimiento cercano al 3 por ciento.

“La banca está comprometida con la estrategia de financiación a la economía popular. La estrategia de Creo (un crédito para conocernos), enfocado en la economía popular, busca que se den las condiciones de financiación con menor riesgo y, por lo tanto, con menor tasa de interés”, asegura Ruiz.

Y en el campo de la tecnología, los rápidos avances, en los que la inteligencia artificial está tomando un papel protagónico, impone un nuevo reto a las pymes. Pero no solo en materia de competitividad y productividad.

Según un estudio de Microsoft para este segmento de las empresas, se señala que el 98 por ciento de las pymes colombianas estima que el proceso de transformación digital impacta positivamente en su negocio. Revela, además, que la ciberseguridad (46 por ciento), la optimización del uso de datos para la inteligencia del negocio (43 por ciento) y la adquisición y capacitación de talento en habilidades tecnológicas (41 por ciento) han sido los temas más relevantes en el proceso de transformación digital.

El futuro inmediato será muy retador para las mipymes. No solo para su operación interna, sino también por un entorno incierto, volátil y complejo. En poco tiempo, su resiliencia volverá a estar a prueba.

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