Para nadie es un secreto que la covid-19 impactó a las empresas, sin importar su tamaño, de forma contundente. Sin embargo, hay empresarios que llevan años entendiendo su negocio y preparándose para cualquier imprevisto. De la mano de la Cámara de Comercio de Bogotá, CCB, que virtualizó todo su portafolio, lograron reinventar sus negocios y salir triunfantes en contra de cualquier pronóstico. 

Los cuidadores de viajes Juan David Camacho y Camilo Gutiérrez, de 25 años, son profesionales en negocios internacionales de la Universidad de La Salle y siempre les gustó viajar. Después de hacer un semestre de intercambio en Portugal y viajar por toda Europa, cayeron en cuenta de las falencias que hay en el proceso de acompañamiento al planear un viaje desde cero. 

En ese momento decidieron crear GPS Planeación de Viajes, empresa que se dedica a hacer viajes a la medida para sus clientes. Aunque suena como una agencia de viajes, no lo es. Las agencias ofrecen paquetes en los que el viajero tiene poca o ninguna posibilidad de decidir, detalle a detalle, cómo será su viaje. Además, todas las reservas se hacen por medio de la agencia lo que, por un lado, les permite cobrar un recargo y, por otro, hace que los precios no sean los más económicos.  GPS, en cambio, hace un proceso de asesoría en el que cada persona explica cómo es su viaje soñado y ellos le ayudan en los procesos de búsqueda. Diseñan un programa de viaje completamente personalizado en el que acompañan al viajero en el análisis de sus reservas, para asegurar el mejor precio y ubicación, mas no hacen la compra. El viajero compra directamente lo que disminuye costos hasta en un 30 por ciento y hace que la persona sepa qué está comprando.  

Con su idea, Camacho y Gutiérrez comenzaron a revolucionar la forma en que los colombianos planean sus viajes. Necesitaron, sin embargo, ayuda para entender exactamente el valor agregado de su negocio. En 2018 acudieron a la CCB y comenzaron el proceso de registro. En ese momento entendieron, gracias a la asesoría personalizada a la que tuvieron acceso en la Ruta del Emprendimiento de la Cámara de Comercio, que “nosotros no éramos parte del sector turismo porque no ofrecemos servicios turísticos. Ofrecemos asesoría y un entendimiento profundo de lo que nuestros clientes quieren, por lo que formamos parte del sector de consultoría KPO o Knowledege Process Outsorcing, que es una forma de outsourcing en la que la gestión de un conocimiento de alto valor para una empresa se externaliza”, afirma Camacho. Aparte de eso, la CCB también les ayudó a entender cómo formalizar su empresa. “Aunque ambos estudiamos temas relacionados con el sector financiero, nadie nos dijo qué pasos debíamos seguir para crear nuestra propia empresa”, dice Camacho. 

Hoy, en plena pandemia, y siendo el sector turismo uno de los más afectados, el valor de estas asesorías queda en evidencia. En vez de caer en la quiebra GPS se reinventó. Cuando comenzó la crisis Camacho y Gutiérrez vieron que muchas personas necesitaban cancelar o modificar viajes. Con eso en mente, crearon una nueva rama de consultoría, asesorados por la CCB en temas de mercadeo digital, en la que se encargan de todos los trámites de reagendación, modificación y cancelación de los viajes no solo de sus clientes, sino de cualquier persona que lo necesite. Gracias a su capacidad de adaptación ya tienen casos de éxito y planean, con paciencia, el momento de retomar la línea principal de GPS, los viajes customizados, en 7 u 8 meses que es lo que prevén se demorará el sector turismo en retomar actividades. Para ellos “reinventarse una y otra vez es la clave. Si te quedas en lo tuyo, sin cambiar nada, no vas a sobrevivir ninguna crisis”. Además, afirman que ser parte de programas como la Ruta del Emprendimiento e Innovalab, el centro de diseño e innovación para empresas de la CCB, ahora virtual, ha sido imprescindible porque les permitió entender su negocio y crear algo único. “Por ahora no vamos a hacer posible más sueños, que es lo que hacemos al diseñar nuestras experiencias de viaje; vamos a dedicarnos a cuidarlos para nuestros clientes hasta que esto pase”, explica Camacho.  Galletas a prueba de todo Carolina Salazar y Henry Alberto Avellaneda son, además de esposos, socios en UP Enterprises, empresa a la que pertenece Cookies Up!, emprendimiento que nació en octubre de 2017 cuando ambos se dieron cuenta de que necesitaban un ingreso adicional en su hogar.

Alberto o Beto, como le dice su esposa, es ingeniero industrial de la Universidad de La Sabana y fue quien tuvo la idea. Con un gusto natural por la cocina, Beto siempre supo que si creaba su empresa iba a ser de comida. Por eso, le propuso a Carolina, administradora de empresas también graduada de La Sabana, que montaran una empresa de galletas. Aunque no parece una idea deslumbrante a primera vista, Beto no tenía dudas. Creó su receta de masa original y la perfeccionó llevándolas a su trabajo donde sus compañeros le daban retroalimentación. Con un producto único, decidieron enfocarse en crear la marca y proyectarse nacional e internacionalmente. Lo primero que hicieron fue escoger un nombre, Cookies Up!, cuyo significado va más allá de hacer referencia a su producto: también es una forma de ver la vida que propone no rendirse ante las adversidades. Además, con el tiempo pasó a ser parte de su estrategia empresarial, ya que, en el futuro, planean que su planta esté compuesta por trabajadores con síndrome de down y otras discapacidades para fomentar la inclusión laboral. 

Lo cierto es que su marca se volvió tan poderosa en tan poco tiempo que, tan solo dos meses después de haberla creado en diciembre de 2017, cerraron una venta corporativa lo suficientemente grande como para darle vuelo al negocio. A partir de ese momento entendieron que necesitaban diversificarse. Por eso, crearon varías líneas de negocio: la artesanal que les permite llegar a grandes empresas y la personalizada, que hace realidad sueños a la medida de clientes más pequeños. 

En 2018, después de casi un año de funcionamiento, decidieron formalizar su negocio y registrarse ante la CCB. Se constituyeron como empresa de régimen común y se enfocaron en el sector corporativo, lo cual disparó su emprendimiento. “Nosotros ofrecemos algo que nadie más ofrece”, dice Carolina. “No solo tenemos nuestra receta única, sino que plasmamos en nuestras galletas fotos, dibujos, figuras o cualquier cosa que nuestros clientes nos pidan. Y no solo eso, son galletas que saben bien. Muchas veces las empresas que se dedican a hacer productos con detalles complejos sacrifican el sabor por la imagen, nosotros no.”  Con la llegada de la covid-19 y el cierre de muchos locales de comida, Cookies UP! no paró. Casi inmediatamente crearon dos líneas nuevas de negocio: Por un lado, crearon Cookies Up! en casa, que consiste en que cualquier persona puede pedir un paquete de masa de galletas preparada y empacada al vacío para hacerla en su casa. Es decir, solo tienen que sacarla de la nevera, dejarla reposar 5 minutos y meterla al horno. Por otro, lanzaron Prepara tu masa en casa, que, a diferencia de la primera opción, consiste en que el cliente pide los ingredientes que llegan a su casa con un paso a paso detallado y hace su masa, con la receta de Cookies Up! desde cero. Ambas líneas, en palabras de Salazar, “han tenido una acogida impresionante. Las personas prefieren hacer las cosas en su casa y esta es una opción perfecta.” A diferencia de otros pequeños empresarios del sector alimentos, que se ahogan en la crisis, Cookies Up! está tan bien que pronto lanzará dos alianzas con Insta y Arturo Calle Kids. Para lograr tal éxito; sin embargo, necesitaron ayuda. 

Ellos se definen como “fieles creyentes de la CCB. Para nosotros ha sido un apoyo incondicional. No solo por los cursos que hemos tomado, sino porque nos dieron una consultora privada que nos ayudó a diseñar y potencializar nuestra marca desde que la formalizamos” dice Salazar.  A esto se suma que Cookies Up! forma parte de BazarBog, una vitrina comercial creada por la CCB  en la que las pymes reciben visibilidad ante nuevos clientes online y orientación para fortalecer sus capacidades aprovechando el comercio electrónico. Hoy, cualquier empresa que esté registrada ante la CCB, que tenga renovada su matrícula y tenga un modelo de negocio B2C (empresa y consumidor final), puede entrar a www.bazarbog.com y registrarse como proveedor para recibir apoyo en temas de posicionamiento y ventas. Para Carolina es una “oportunidad única de recibir apadrinamiento y para que cualquier empresa sepa cómo enfrentarse a una crisis como la que vivimos”. Traducción para el futuro Andrew Giraldo nació en Londres. Hijo de madre colombiana y padre español, se crió y estudió en la capital del Reino Unido. Estudió ingeniería de sistemas y se desempeñó exitosamente en su profesión. En julio de 2011 tomó una decisión radical. Renunciar a su trabajo y empacar su vida para venir a Bogotá buscar el amor de su vida. “No sé si es porque mi madre es colombiana, pero siempre quise casarme con una mujer colombiana. Son divertidas, cariñosas y cálidas”, dice Giraldo. 

Al llegar a Bogotá, y a pesar de tener una hoja de vida sobresaliente, no logró conseguir un buen trabajo en su sector. Por eso, decidió dedicarse a su segunda actividad económica: ser intérprete y traductor de inglés a español y de español a inglés. En octubre de 2011 contactó varias agencias de traducción hasta que una lo puso a prueba en una rueda de negocios. Le fue tan bien que a partir de ese día el trabajo nunca faltó.  Aunque le iba muy bien como freelancer,en 2013, cuando apenas comenzaba a salir con su esposa y ahora socia, decidió constituir su empresa, BLU Interpreter. A pesar de que su esposa, contadora de profesión, le dijo que constituir una empresa sin clientes fijos era una locura, él decidió irse “con toda. Pasé seis meses sin facturar, pero en agosto de 2013 logré cerrar un negocio para hacer mi primer evento de traducción simultánea en el Gonzalo Jiménez de Quesada”. El éxito fue tan grande que, siete meses después, en marzo de 2014, su empresa alcanzó el punto de equilibrio.  En ese momento comenzó a preguntarse qué beneficio ofrece el Estado colombiano a aquellos empresarios que cumplen con todos los requisitos de ley. Ahí dio con el programa Bogotá emprende en la CCB y comenzó a “chulear las casillas que el programa tenía como pasos para tener un emprendimiento exitoso”. 

En enero de 2015, cuatro años después de dejarlo todo, su sueño se hizo realidad y se casó. Su esposa se dedicó por completo a Blu y se encargó de todo el fortalecimiento empresarial de la marca. En ese momento la CCB les asignó una asesora, Norma Martínez, que para ellos “ha sido más que una asesora, una amiga”. No solo les ha enseñado sobre mercadeo, marketing digital y asesoría financiera, sino que los motiva a mantenerse actualizados. Asimismo, en un curso de la CCB Andrew aprendió sobre el modelo de negocio Kanva y entendió que su empresa no ofrece solo servicios de traducción, sino que ofrece el prestigio de una marca que traduce e interpreta más de 15 idiomas y que trabaja nacional e internacionalmente. Para 2016 su negocio había crecido un 150 por ciento.  Ahora, ¿qué hace una empresa como Blu en medio de la covid-19? “Sigue adelante”, dice Giraldo. En los últimos años ya se estaban reinventando, pero ahora, con la pandemia, llegó el momento clave. Con varios negocios con clientes de lujo y en otros países como Canadá, Estados Unidos y España, y de la mano de Norma, entraron en la última etapa del plan empresarial de la CCB, que es la internacionalización.  Estar en ese momento, entender cómo funciona el paso a paso de una empresa, les permitió reinventarse en tiempo récord. En menos de un mes lanzaron el servicio para todo tipo de empresas de interpretación simultánea remota. Es decir, gracias a los beneficios de la tecnología, Andrew y su equipo hacen posible que conferencistas que hablan otros idiomas hablen con empleados colombianos a través de plataformas como Zoom, Webinar y Meets de Google. Asimismo, prestan servicios especializados como la traducción simultánea en juntas directivas virtuales.  Así, con disciplina, Blu sigue creciendo y es muestra de que, como dice Giraldo, “con o sin crisis, se trata, siempre, de renovarse, entender el mercado, o morir”.