Para mediados de 2010, el colapso moral y económico de Estados Unidos habrá llevado a una guerra civil liderada por los estados más ricos. El país más poderoso del mundo dejará de existir tal como hoy se le conoce. Los poderes extranjeros intervendrán y el territorio de la unión terminará dividido en seis partes que quedarán bajo la influencia, o eventualmente se unirán, a China, Canadá, México, Japón, Rusia y la Unión Europea. Ese es el hoy popular pronóstico del académico ruso Igor Panarin, un analista cercano al gobierno del Kremlin. En septiembre de 1998 Panarin dio una conferencia en Linz, Austria, sobre el uso de la información en la guerra para vencer al rival. Allí, frente a 400 asistentes, presentó por primera vez su teoría sobre el derrumbe de Estados Unidos. "Cuando presioné el botón de mi computador y el mapa de Estados Unidos se desintegró, cientos de personas gritaron sorprendidos. No me creían", contó a The Wall Street Journal. Varios de los presentes le pidieron autografiar copias de aquel singular mapa a manera de curiosidad. Pero con la crisis económica mundial, algunos consideran que sus predicciones comienzan a cumplirse y ahora lo toman muy en serio. Panarin no es ningún desconocido. Fue analista en la KGB, después se doctoró en Ciencia Política y estudió la economía de Estados Unidos. Después de la caída de la Unión Soviética, en tiempos de Boris Yeltsin, trabajó en la agencia de seguridad del gobierno. Publica libros, lo invitan a recepciones en el Kremlin y es decano de la academia rusa del Ministerio de Relaciones Exteriores.El interés por sus teorías revivió hace algunas semanas con un artículo que publicó en Izvestia, uno de los principales diarios nacionales de Rusia. Allí calificó la deuda externa estadounidense como una pirámide y reiteró sus pronósticos. También auguró que China y Rusia le quitarían al país norteamericano su liderazgo como regulador financiero mundial. Desde entonces, se ha convertido en una celebridad mediática, sus ideas son ampliamente discutidas por los expertos locales y lo entrevistan a diario en los medios estatales rusos."El temor se ha apoderado del país y, con la crisis de fondo, esa situación puede de hecho llevar a la guerra civil... El presidente electo Obama declaró el 7 de diciembre de 2008 que en 2009 41 estados van a tener déficit de presupuesto. Eso significa que nueve estados 'ricos' como Texas y California van a tener que 'alimentar' al resto del país. Esto es peligroso en una situación de crisis. Yo considero las posibilidades de que Estados Unidos se venga a pique en un 55 por ciento", asegura Panarin. Según sus análisis, los estados más ricos dejarán de aportar dinero al gobierno federal, se independizarán y el malestar social llevará a una guerra civil. Después vendrá la intervención extranjera. Panarin asegura que sus pronósticos se basan en información clasificada sobre tendencias económicas, financieras y demográficas. En algunos apartes, sus ideas hacen eco de temores que se han expresado en el pasado, como que el volumen de inmigrantes latinos lleve a un desequilibrio en los Estados del sur. En su 'mapa', Texas liderará una fracción del territorio que se podría unir a México. California, por su parte, sería el núcleo de la "república californiana" bajo influencia china. Washington y Nueva York liderarían la "América Atlántica" que eventualmente se podría unir a la Unión Europea, mientras la vecina Canadá se anexaría algunas porciones del territorio estadounidense en el norte, y Hawái quedaría como un protectorado de China o Japón. Alaska, que fue comprada por 7.2 millones de dólares en 1867, volvería a manos rusas. Sobre la oficina de Panarin en Moscú hay una imagen satelital del estrecho de Bering que separa a ese estado de Rusia y, según dijo al corresponsal de The Wall Streeet Journal con una sonrisa socarrona, "no está ahí sin razón". En diciembre, cuando le preguntaron al respecto a la portavoz de la Casa Blanca, Dana Perino, ella simplemente se rehusó a hacer comentarios. Muy pocos estadounidenses le habían puesto atención al tema hasta el reportaje de hace pocos días de The Wall Stret Journal, publicado en primera página. En cuestión de horas comenzaron a abundar artículos y columnas como respuesta al hombre que profetizaba 'el fin de los Estados Unidos'. La mayoría despedazaba al académico ruso con comentarios mordaces. Para el columnista económico de la revista Time, Justin Fox, "el hombre no sabe nada en absoluto acerca de las diferencias regionales de Estados Unidos. ¿Él cree que Carolina del Sur y Tennesse serán parte de una 'América Atlántica' que podría unirse a la Unión Europea? ¿Él piensa que Utah y Idaho unirán fuerzas con la 'República de California'? ¿Él cree que Wisconsin y Wyoming optarán juntos por volverse canadienses? ¿Él cree que el sur profundo se unirá a México? ¡Sí, claro! ¿Este hombre ha siquiera pisado los Estados Unidos? ¿Ha siquiera escuchado de 'Las nueve naciones de Norteamérica'? (...)¡Igor, haz tu tarea!".Las nueve naciones de Norteamérica es un libro de 1981 que subraya otras divisiones regionales en el subcontinente que, según los entendidos, tienen mucho más sentido. Su autor, Joel Garreau, también publicó un comentario sobre la teoría del académico ruso en The Washington Post. "No pudo estar más desatinado sobre donde están las verdaderas fallas de cultura y valores", escribió. "Podemos desear que a Igor Panarin le ofrezcan la oportunidad de un largo viaje en carretera a estos lugares, bien sea antes o después de su plazo de 2010 para el fin del imperio federal (...) dale una mirada, Igor. Además de que el delta del Mississippi no es Bielorrusia, quizás encuentres esos lugares reales diferentes a tu imaginación".Los rusos miran a Estados Unidos a través de su propio prisma. La celebridad de Panarin se puede entender en el contexto de un discurso oficial que asegura que Rusia ha recuperado su estatus de superpotencia, el lugar que le corresponde, después de los caóticos años 90 que siguieron al desmembramiento de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (Urss). En esa Rusia renaciente, tiene sentido interpretar que Estados Unidos vive una crisis parecida a la que ellos sufrieron. De cierta forma, según han salido a explicar varios expertos estadounidenses, el académico presupone que los ciudadanos estadounidense son parecidos a los de la Urss. Pero las diferencias son abismales, comenzando porque, aunque se les llamara soviéticos, en la Unión Soviética las identidades locales de lituanos o ucranianos eran mucho más fuertes que las de un californiano o un texano. La teoría del académico ruso quizás no diga mucho del estado real de Estados Unidos, pero sí de la manera en que la Rusia actual mira a su otrora gran antagonista de la Guerra Fría. Su auge refleja, entre otros, el elevado sentimiento antiestadounidense. Como escribió Melik Kaylan, columnista de Forbes.com, "por lo menos, deberían considerar lo que significa que alguien como el profesor Panarin esté sentado a la cabeza de la principal escuela para diplomáticos de Moscú". Sarcasmos a un lado, su acogida en los círculos de poder del Kremlin debería causar preocupación.