Uno de los indicadores que muestran el repunte de la economía de un país es el auge de la construcción. Y con ella, el de la buena arquitectura que, al igual que la buena pintura, la buena literatura y la buena música, suele ser más excepción que norma. Por eso se hace necesario escarbar bastante para encontrarla entre tantos proyectos que, anodinos y agresivos con las ciudades, suelen aparecer en tiempos de bonanza. Los últimos cinco años de arquitectura en Colombia están retratados en dos publicaciones recientemente lanzadas al mercado. Casa de Recreo en Colombia, de Villegas Editores, y Deco Axxis, de Ediciones Gamma, resumen en sus extensas páginas una selección de algunos de los mejores proyectos de la arquitectura y el diseño hechos en el país en los últimos años. Para Ana María Fríes, directora de la revista Axxis, "el diseño y la arquitectura en Colombia han alcanzado un nivel que les permite estar a la altura de cualquier país del mundo". Esa afirmación se puede sustentar en el hecho de que proyectos como El Parque de los Deseos, en Medellín, y el Parque del Agua, en Bucaramanga, han ganado premios y reconocimientos en bienales y congresos recientes. Además de los proyectos institucionales construidos en los últimos años, uno de los campos más destacados es el de la vivienda. Pero esto no es nuevo. La historia de la arquitectura en Colombia tiene uno de sus más importantes capítulos en las obras de arquitectos como Guillermo Bermúdez, Fernando Martínez y Rogelio Salmona, con proyectos como la Casa Bermúdez y la Casa Santos, en Bogotá, y la Casa de Huéspedes Ilustres en Cartagena, respectivamente. El diseño de casas en Colombia se guía por unas tendencias relativamente fáciles de clasificar. Es indudable el reencuentro con el llamado 'estilo internacional', en el que abundan los espacios que no tienen casi ninguna relación con la cultura del lugar, pero que se adaptan de manera armónica con su entorno. En las últimas dos décadas, que dejaron grandes enseñanzas, quedaron atrás las tendencias antagonistas como las étnicas, en las que abundaban la guadua y las tejas de barro, y las puramente minimalistas de muros blancos y techos planos. Aunque existen diversos factores como el clima, la topografía y el paisaje, en la actualidad se impone una arquitectura construida a partir de un lenguaje internacional pero que incluye materiales autóctonos tanto en los acabados como en la decoración. Por otro lado, la generalizada pobreza arquitectónica que ofrece la gran mayoría de proyectos del sector inmobiliario ha hecho que la readecuación de espacios antiguos se convierta en una de las posibilidades más recurrentes utilizadas por los arquitectos para crear espacios vanguardistas y funcionales. El auge de las remodelaciones ha hecho que el trabajo de los espacios interiores se valore mucho más y, por consiguiente, se haya sofisticado. Eso ha permitido que el trabajo de los arquitectos se amplíe, y abarque desde las concepciones generales como el clima y el paisaje hasta la elección de acabados, sistemas de iluminación y, en algunos casos, el diseño de la decoración. En cuanto a la tendencia de acabados, se hace evidente una búsqueda de un lenguaje diáfano y concreto que esté acorde con la arquitectura. El ornamento superfluo como cornisas, enchapes y recubrimientos ha dado paso a espacios abiertos, cocinas integradas, baños sin enchapes, puertas macizas sin dinteles, y divisiones y ventanas de piso a techo. Todo este juego de materiales conjugados dentro de espacios iluminados y ventilados naturalmente y con alturas que permiten aumentar la sensación de amplitud. Las casas de campo también han evolucionado. Los nuevos suburbios, que son una reinterpretación de las antiguas fincas campestres a la salida de las ciudades, son ahora complejos centros recreativos que ofrecen una vida rural con servicios similares a los de un club privado pero con la ventaja de estar relativamente cerca de la ciudad. En las casas de descanso, la fusión de una arquitectura vanguardista con acabados artesanales como las cubiertas de paja, los tejidos, la madera y la guadua, permiten crear un equilibrio entre el pasado y el presente. Entornos paradisíacos como Barú, Barichara, Honda, Anapoima, Girardot, Rionegro o Sopó son algunas de las zonas del país que albergan los mejores ejemplos de este tipo de casas. Por eso, cada vez es más reconocido en Colombia y el exterior el trabajo de arquitectos como Alberto Burckhartd en Islas del Rosario y Barú, de Luis Restrepo en la Sabana de Bogotá, de Juan Manuel Peláez y Alejandro Echeverri en Antioquia, y de Guillermo Arias en Honda y Anapoima. Estos arquitectos forman parte de una generación de diseñadores que han logrado construir una obra consistente que contiene algunas de las mejores casas de campo construidas en los últimos años. Todas mantienen en común un diseño que les permite integrarse eficientemente con el entorno que las rodea. La historia de un país no se escribe solamente con palabras. También se escribe con muros, puertas, techos y ventanas. Es un hecho que en unos años las futuras generaciones verán en libros como Casa de Recreo en Colombia y Deco Axxis, el espíritu de un país y una sociedad que se enfrentaba a la incertidumbre de empezar un nuevo milenio.