Todos los seres humanos buscan su propio bienestar y cuando la vida los obliga a escoger acuden a su instinto para resolver el dilema. Pero un reciente estudio demuestra que la mayoría de veces la decisión tomada es errada. Es decir, que cuando alguien cree que un evento lo va a afectar (bien sea para bien o para mal) generalmente está equivocado.Los profesores de sicología Daniel Gilbert, Tim Wilson y Daniel Kahneman y el economista George Loewenstein se han dedicado, por años, a estudiar el sistema que utilizan los humanos para tomar decisiones emocionales. Gracias a varias pruebas (ver recuadro) estos científicos han analizado, desde un punto de vista sicológico, cómo los humanos evalúan y predicen lo que los hará felices o infelices. Las respuestas que da su estudio son sorprendentes. Y, sin duda, la publicación de este estudio ha obligado a cambiar la manera como los expertos estudian las decisiones que afectan el estado anímico de las personas.La hipótesis del estudio se puede resumir así: un individuo X está convencido de que sería mucho más feliz si tuviera un BMW. Un día lo puede comprar y efectivamente en un comienzo es feliz, pero después de un tiempo vuelve a ser igual de feliz a lo que era antes. Esto no es una novedad. Desde la década de los 90 los científicos habían advertido que cada persona tiene un coeficiente de felicidad preestablecido. Lo novedoso de esta investigación es que indica que la duración y la intensidad de estas emociones es mucho menor de lo esperado. Lo que quiere decir que quien compró el BMW se equivocó en la predicción del impacto generado por el cambio. Esto también funciona al contrario: esa misma persona cree que si lo despiden del trabajo sería muy infeliz, pero cuando este hecho se convierte en una realidad resulta que su tristeza es mucho menor de lo que creía.Sin embargo los autores del estudio sostienen que hay que ser muy cuidadosos con la interpretación de su trabajo. El doctor Gilbert le explicó a The New York Times: "Nuestra investigación demuestra que algunas cosas afectan más que otras, pero que tanto las unas como las otras tienen un impacto menor del que la gente espera". Esto se puede ilustrar de nuevo con un ejemplo práctico: es obvio que cualquiera sabe que va a disfrutar más una visita a su restaurante favorito que una al dentista. Pero la mayoría exagera ese conocimiento. En lo que la mayoría de la gente falla es en la evaluación de la intensidad y la duración de su reacción ante estos eventos.Además el doctor Gilbert sostiene que esta mala forma de juzgar afecta directamente las decisiones que la gente toma sobre su futuro. Para demostrar esto le preguntó a un grupo de pacientes si preferirían tener una rodilla lesionada o una pierna rota. Todos los pacientes contestaron que preferirían la lesión a la fractura. No obstante esto es un error pues, a la larga, es peor tener una rodilla dañada a una pierna rota.La investigación de estos cuatro científicos parte de un término de sicología que apareció en los años 50: 'la adaptación'. Este término se refiere a cómo el cerebro tiene la capacidad de adaptarse a cualquier circunstancia. Es decir, que en el fondo los niveles de felicidad serán siempre los mismos. Así como los ojos se adaptan a diferentes tipos de luminosidad, el cerebro tiene la capacidad de adaptarse a diferentes estados emocionales. Esta teoría afirma que cada ser humano tiene un nivel de ánimo estable y, aunque algunos eventos lo afecten, a la larga va a volver a su estado natural. Volviendo al caso del BMW, es seguro que si a alguien le regalan este carro va a estar muy contento pero después volverá a su mismo estado habitual. Pocos eventos afectan tanto a una persona como para cambiar radicalmente su vida porque el cerebro tiene la capacidad de adaptarse casi a cualquier evento. Toda situación, por intensa que sea, tiende a volverse parte de la cotidianidad. Así lo hizo saber Gilbert: "Lo que más me interesa y en lo que más tiempo he pasado es en el estudio del poder de las defensas sicológicas. Estas son tan fuertes que se podría hablar de un 'sistema de inmunidad sicológico". Según esta idea, el cerebro puede desarrollar defensas contra casi cualquier tragedia y al final siempre volver a un estado normal. Gilbert cuenta que cuando estaba iniciando su estudio un muy buen amigo suyo murió. El creyó que nunca se recuperaría pero "una voz en el fondo me decía que lo superaría. Y tenía razón, uno siempre lo logra".El estudio plantea, entonces, un problema práctico y es que, finalmente, las personas no deberían tomar ninguna decisión en su vida. Sin embargo el doctor Gilbert sostiene que las personas seguirán haciéndolo y continuarán buscando el placer y huyendo de la tristeza instintivamente. Lo único que estos sicólogos sostienen es que su estudio puede ayudar a la gente a estar más tranquila a la hora de tomar decisiones sobre su futuro.