La condena a muerte del escritor británico Salman Rushdie, declara por el difunto ayatollah Komeine, por la publicación de los "Versículos Satánicos", sigue vigente tres años después de expedida, a pesar de las gestiones hechas por varios gobiernos amigos. Pero por lo visto el fanatismo que la anima no es poco común. Un activista islámico llamado Khalid Salim Balala fue arrestado en Kenya por un sermón en el que deseó la muerte del presidente Daniel arap Moi. El delito "imaginar la muerte del presidente", podría llevarle al cadalso. En otro lado del mundo, en el principado de Brunei, un lote de cientos de llantas japonesas debió ser devuelto a su lugar de origen, porque las autoridades islámicas consideraron que su labrado recuerda un verso del Corán.