La ciudad de Rio de Janeiro no sólo es una de las más bellas del mundo sino también una de las más peligrosas. Por lo mismo, sus habitantes han desarrollado una especial creatividad para defenderse del embate de la delincuencia común. La última manifestación de esa tendencia surgió hace algunos días cuando la empresa Tradicom sacó al mercado sus nuevos productos. Por 1.000 reales al mes, unos 512 dólares, un celador de fibra de vidrio y ojos que esconden cámaras de video vigila los establecimientos comerciales mientras es monitoreado desde la empresa por vigilantes de verdad. El complemento es un perro Rottweiler del mismo material que, para añadir realismo, ladra amenazadoramente.