Esta semana la Misión de las Naciones Unidas informó que ya se habían encontrado y desocupado 304 caletas de las Farc. En ellas se hallaron 792 armas, 594 minas, 809 morteros, 3963 granadas, 17.067 estopones, 17.709 kilos de explosivos y 282.137 municiones de diferentes calibres. Y se han incinerado más de 900.000 cartuchos. Faltan 475 caletas georeferenciadas por las propias Farc. A esto se suma la entrega de 7.132 armas, entre ellas fusiles, pistolas, ametralladoras M-60 y lanzacohetes RPG.Este primero de agosto se acaban las zonas veredales de las Farc y se levantan las restricciones de acceso de la fuerza pública a esos territorios, que operaron durante el desarme y la desmovilización. Los exguerrilleros quedarán bajo la responsabilidad de las autoridades; algunos en procesos de reinserción y otros a la espera de la puesta en marcha de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP). Es el fin de una vida en la sombra y en el anonimato.Este martes las Farc también tendrán que presentar su listado de bienes que serán utilizados para reparar las miles de víctimas. La expectativa es enorme; el fiscal general ya advirtió que comparará los datos de las Farc con las investigaciones de sus peritos. De presentarse grandes discrepancias, miembros del Secretariado corren el riesgo de perder beneficios judiciales e incluso ser blancos de extradición. Durante años las Farc se han vendido como las pobres viejecitas. Esa mentira se develerá esta semana.Cuando alias Timochenko firmó el acuerdo de paz el 26 de septiembre de 2016 en Cartagena de Indias ante el secretario de Estado, John Kerry, parecía inevitable la retirada de las Farc de la lista de organizaciones terroristas que compila anualmente el gobierno estadounidense. Hoy es incierta. La administración del presidente Donald Trump es poca amiga de esos gestos blandengues y menos con personas acusadas de narcotráfico por cortes federales. Varios miembros del Secretariado y del Estado Mayor siguen en primera fila de la Lista Clinton.En estos días alias "Iván Márquez" exigió a los medios que dejaran de "joder" con lo de la entrega de los menores que aún están en las filas de esa organización. El rechazo a sus declaraciones fue unánime. Una señal inequívoca de que esa práctica monstruosa será su letra escarlata.Crecen a diario las voces que piden una aplicación estricta del acuerdo de paz a la Constitución, entre ellas las del procurador Fernando Carrillo y de congresistas de la unidad nacional. La tendencia es a apretar los condicionamientos.Según las últimas encuestas, la mayoría de los colombianos duda del cumplimiento de las Farc de lo acordado, a pesar de las pruebas de que sí lo han hecho (desarme, etc.). Invertir esa desconfianza no va ser nada fácil. Por algo ningún candidato presidencial quiere su apoyo.Cuando se votó el plebiscito, había dudas sobre si las Farc se concentrarían en sitios fijos, que si entregarían sus armas, que si revelarían sus centenares de caletas y que si divulgarían sus bienes. También había preocupación sobre cuál rol jugarían el Congreso, la Fiscalía y la Corte Constitucional en la implementación de lo firmado. Afortunadamente, es cada vez mayor y significativa la participación de esos poderes.Muchos de los del No reniegan día y noche sobre el acuerdo de paz. Algunos hablan incluso de hacerlo trizas. Parecen congelados en el tiempo. Como si siguiéramos aún en la noche del domingo 2 de octubre de 2016 y la incógnita de lo que podría pasar.Increíblemente, diez meses después muchos de los críticos del acuerdo no se han dado cuenta que ganaron. Que sus tesis son cada vez más escuchadas y las odiadas Farc a la defensiva. Sería un error imperdonable no pasar la página y no construir sobre el presente.En Twitter Fonzi65