En junio de 1999 los colombianos observaron las imágenes del linchamiento de un zapatero en una manifestación en Chinchiná, Caldas. Pese a la pasividad de la mayoría de los presentes sólo un solidario hombre, llamado Jorge Castro Bustamante, dio una muestra de civismo al alzarlo en sus brazos, para llevarlo a que le salvaran la vida. Aunque el zapatero murió pocos han podido olvidar el gesto de esta persona. Sin embargo esa acción le cambió la vida pues empezaron a llegarle amenazas de muerte, cada vez con más frecuencia. Tuvo que abandonar su ciudad e irse para Bogotá. Eso no fue todo. “Por lo sucedido me mataron dos sobrinos, mi mamá tuvo que salir del pueblo y yo me tuve que ir del país a continuar con mi vida”. Hoy Castro Bustamante vive en un pueblo del Canadá en calidad de refugiado político, donde se dedica a estudiar francés. Está allí desde hace cuatro meses. “La soledad es muy berraca pero acá tengo una oportunidad muy linda. Voy a trabajar duro y mi deseo es volver algún día a mi país”, dice desde el frío invierno del país del norte. Pese a lo que le hicieron, él afirma no tener odios. Sólo pide que se haga justicia y que lo dejen en paz.