Jossimar Calvo habló con SEMANA sobre los sacrificios que ha tenido que hacer desde los cinco años para alcanzar la gloria. Semana: ¿Qué siente cuando a sus 20 años oye que ahora lo llaman el mejor gimnasta de la historia de Colombia? Jossimar Calvo: Me siento dichoso. Pero la verdad es que solo soy uno de los mejores. Semana: ¿Cómo así? J. C.: Vea. Yo simplemente soy bueno en lo que hago, y es porque tengo condiciones que me favorecen. En Colombia hay gimnastas excelentes. Solo que no han tenido oportunidades… Semana: ¿A qué se refiere? J. C.: Antes de que darme a conocer en 2011 cuando gané los Panamericanos en Guadalajara, yo llevaba diez años compitiendo sin que me prestaran mayor atención. Y esto les pasa a muchos otros. Semana: ¿Cómo es eso de salir a un escenario en un país lejano y enfrentarse, íngrimo solo, a un aparato como las barras paralelas? J. C.: Pasa de todo. En Eslovenia la presión fue enorme y llegué a tener miedo. Pero un instante antes de arrancar logré enfocarme en una sola cosa: hacer la rutina completa sin importar lo que pase. Semana: Usted se crio en condiciones difíciles. ¿Cómo era su vida antes de la fama? J. C.: Yo viví momentos muy duros. La única persona que se hizo cargo de mí fue mi mamá. Siempre estuvimos ella y yo solos, y ella se esforzó en lo poco que podía para trabajar y ahorrar y sacarme adelante. Ella se sacrificó demasiado. Ahora yo quiero devolverle todo. Semana: ¿Cómo llegó a la gimnasia? J. C.: De chiquito me gustaba imitar los movimientos de Van Damme en sus películas. Tenía cinco años y ya me abría de piernas y saltaba y ahí empecé a mostrar una agilidad innata. Semana: ¿Y de ahí pasó a competir? J. C.: Entré a la escuela de formación en Cúcuta y allá una profesora convenció a mi mamá de que me dejara dedicarme a esto. Así llegué al entrenador Jairo Ruiz, quien es como un padre para mí. Semana: Las exigencias para un gimnasta son durísimas. ¿Nunca quiso tirar la toalla? J. C.: Sí, cuando perdí en los Olímpicos de la Juventud en 2010. Había entrenado muy duro y salí derrotado. Lloré mucho y llegué a pensar que la gimnasia no era lo mío. Semana: ¡Hoy usted es campeón mundial! ¿Qué lección le deja esto? J. C.: Que uno siempre puede salir adelante y que perder vale la pena. Una derrota lo hace a uno esforzarse porque lo hace enfrentarse a la fuerza de voluntad. Si uno no pierde, se da por satisfecho muy rápido. Casi que se vuelve mediocre. Semana: Usted tenía 7 años cuando empezó a competir. Desde entonces ha reunido más de 90 medallas. ¿No teme que algún día los triunfos se le suban a la cabeza? J. C.: No. Cuando uno hace lo que le gusta y le va bien, pues uno es feliz. Y voy a ser franco. A mí la fama no me gusta y hasta me da miedo. Tiene sobre todo desventajas. Semana: ¿A qué se debe la buena racha de la gimnasia colombiana? J. C.: A nuestra disciplina y constancia. Pero principalmente a personas como Jairo Ruiz Casas, el principal técnico de la selección, y su asistente Denis Jesús Beltrán. Nos han cuidado, impulsado y defendido cuando ha sido necesario. Siempre han estado ahí. Y sería malagradecido si no mencionara el apoyo de Coldeportes, el Comité Olímpico y mi federación. A nivel departamental, la arrocera Gelvez, Apuestas Cúcuta, Confaoriente, la Alcaldía y la Gobernación me dieron la mano. Semana: ¿El apoyo del Estado es bueno? J. C.: En años anteriores el apoyo fue bajo, sobre todo a nivel departamental. Pero ha empezado a aumentar a medida que hemos obtenido resultados. Lo ideal es que fuera enorme porque haría sentir contento al deportista. En la gimnasia, uno desde pequeño tiene que hacer sacrificios. Y uno espera reconocimiento. Semana: ¿Qué se viene ahora para usted? J. C.: Competencias y copas del mundo. Este 2015 no solo tiene que ser el año de Jossimar Calvo, sino el de la gimnasia colombiana. Tenemos Panamericanos, donde hay muchos objetivos. Y uno es que el equipo esté en el podio. Otro: el campeonato mundial en Glasgow, en octubre. Este año es decisivo para la clasificación a los Juegos Olímpicos. Si nos va bien, abriremos muchas puertas.