Durante tres años la armada soviética ha intentado dominar a las guerrillas de Afganistán sin éxito alguno. Un periodista, Savik Shuster, nativo de Lituania, pero quien es ahora un ciudadano canadiense, visitó recientemente un bastión mujahedin en Pakistán donde los líderes rebeldes le dieron una lista de los contactos en el frente. Shuster se desplazó después a Afganistán y le dió a NEWSWEEK este recuento de su temporada con las guerrillas:Me uní a ellos exactamente después de la puesta del sol, en la villa de Chardihi a dos millas de la capital afgana, Kabul. Había 50 guerrilleros mujahedin la mayoría de ellos conformados por gente entre 18 y 25 años y armados con lanza-cohetes RPG-7, AK-47 y rifles automáticos.A las 6:30 empezaron a caminar hacia las luces de la ciudad para un planeado asalto en dos cuarteles de las fuerzas del gobierno. Cuatro de los comandantes de los contingentes, prevenidos de posibles espías soviéticos, detuvieron al grupo en un punto y registraron a cada hombre en busca de radio-transmisores escondidos. No encontraron ninguno. También tendieron una manta en el suelo y todos los hombres oraron jurando que estaban listos para morir por Islam. Luego, asumieron la marcha, los hombres cruzaron patios y jardines para acercarse a los cuarteles en cuatro grupos separados. Yo estaba tendido con algunos hombres en una larga y angosta zanja. A las 10:30 uno de los guerrilleros gritó: Allahu akbar": ("Dios es grande"), a traves de un cuerno y el tiroteo empezó. Cohetes y granadas explotaron con un ruido ensordecedor; las pistolas estuvieron en continuo tiroteo en ambos bandos, el cual se rompió sólo cuando las guerrillas cambiaron sus posiciones para confundir a los soldados del gobierno. Finalmente, cuando era aparente que las tropas del gobierno no podían ser desalojadas, una voz desde la oscuridad se oyó ordenando la retirada.La escasez de armas y dinero, junto con los fieros enfrentamientos que existen entre los seis mayores partidos islámicos del país han frenado severamente a las guerrillas. Ghulam Sakhi, de 36 años, comandante del grupo Hezbe-e-Islami, me dijo que cuenta con 220 guerrilleros, cada uno con fusil, pero 800 hombres que recientemente se unieron a su grupo no tienen rifles. Como resultado, están esperando mezclarse con otros grupos políticos de su clase para recibir más armas.Los rebeldes también están plagados de informantes en su contra. La sed de dinero de los campesinos afganos hace que estos ganen por encima de los 3.000 dólares si informan a los soviéticos acerca de la ubicación de los cuarteles guerrilleros, o sobre robos de armas y por orientar por las peligrosas montañas a los rusos para lanzar ataques. Algunos espías se han infiltrado en los grupos guerrilleros.A pesar de su obvio poderío, los soviéticos todavía tienen serios problemas. El principal es el lamentable estado del ejército afgano que ellos tienen que reforzar.Un coronel afgano que tiene íntimos nexos con las guerrillas, me dijo que cuando los soviéticos invadieron en diciembre de 1979, el 80% de los oficiales de la armada afgana escaparon a otros países o se unieron a los rebeldes.Los oficiales jóvenes que se están entrenando en la escuela militar son pocos y aunque el gobierno está ahora aceptando jóvenes hasta de 16 años y viejos de más de 55 años, sólo cuenta con un ejercito de 25.000 soldados. Aún más, el régimen comunista en Kabul está mal dividido entre la tracción urbana comandada por el secretario general Babrak Kamal y la base popular Klalq. "Ambos beberían la sangre uno al otro si pudieran", dijo el coronel.Los comumistas afganos no están muy complacidos con los soviéticos tampoco. El partido Khalq acusa a los rusos por el asesinato de su líder Nur Muhammad Taraki y rehusan a ayudar a las tropas soviéticas para desalojar a las guerrillas de las montañas.Los soviéticos también han alienado a la población afgana. En Ghazni, un comandante ruso ordenó a sus tropas evitar el atacar a los civiles. Pero su reemplazo debutó en septiembre bombardeando dos pueblos, matando 44 niños. "Los soviéticos atacan y bombardean villas, matando mujeres niños y ganado", dijo un comandante guerrillero en Paghman, el más activo centro de resistencia alrededor de Kabul. Agregó, "nuestros campos de trigo fueron completamente quemados este año, no tendremos pan para el próximo invierno. Otro guerrillero en Maidan expuso: "Donde quiera que los soviéticos son informados de reuniones guerrilleras, sus helicópteros bombardean al momento, pero generalmente estos ataques ocurren durante una boda o un funeral". Sin ser sorpresivo, una mayoría silenciosa de afganos está en contra de los soviéticos y sus aliados locales.Los guerrilleros creen que eventualmente desalojarán a los rusos. "Afganistán será el primer paso para la caída del imperio ruso", predijo Akhbar Shalizi, un productor de cine en Peshamar. Esto no es exacto, por supuesto, pero mientras tanto, a medida que la guerra se prolonga, este pensamiento se afianza más en la vida de los afganos.--Tomado de Newsweek. La traducción es de SEMANA