El nombre Francisco Javier Rojas Amaya para muchos no quiere decir nada. Vestía bien. Era bien hablado y siempre andaba con expedientes en la mano, dando la impresión del arduo trabajo que supuestamente hacía allí.Tenía reuniones clandestinas con distintas personas donde presentaba documentos falsos que lo acreditaban como uno de los 'pesos pesados' de la Corte Suprema de Justicia. Sin embargo, toda esta película resultó ser producto de una trama. Era un impostor.Varios funcionarios del CTI fueron asignados para investigar a Rojas y sus andanzas. Se supo que venía suplantando a un magistrado auxiliar de la Sala de Casación Penal de la Corte. Con la identificación el magistrado Rojas realizó un trámite de matrícula de un vehículo, entre otras actividades por fuera de la Corte.Además, dentro de la investigación se descubrió que Rojas había suplantado a otros dos magistrados auxiliares de la Corte Suprema de Justicia. Así lo hacía desde el 2014.Toda la farsa terminó el miércoles 27 de mayo, cuando Rojas fue capturado en su residencia del barrio Muzú. Durante el allanamiento y la captura fueron incautadas fotocopias de contratos, hojas con el logo de la Corte Suprema de Justicia, dos carpetas con varias tarjetas decadactilares, tarjetas bancarias, equipos de comunicación y de computación.La Fiscalía preparó un gran expediente en su contra y le imputó ante un juez los delitos de estafa, falsedad material en documento público y falsedad material en documento privado.Rojas Amaya no aceptó los cargos imputados y el juez de control de garantías le impuso medida de aseguramiento y lo envió a un establecimiento carcelario.