-Los hombres hablan mucha mierda –me dijouna empresaria exitosa: –siempre usan expresiones probadas con otras mujeres,y nose preocupan por renovarlas.

-Por el contrario, me parece que somoselocuentes –respondí veloz, asimilando el fuerte golpe que le dio a lamandíbula de mi narcisismo, luego de elogiar el aroma de su perfume.

-¡No hombre! Son libretos que intercambiansegún las circunstancias, frases genéricas que le dicen a todas -perseveró invencible,con su camisa blanca suntuosamente decoradaen el pecho y el cuello, una obra de arte digna de la primera dama de un paísdesarrollado.

Reí de su ácido humor bogotano e intenté calmarla:

–¡Pero cómo puede ser eso!

-¡Juran que somos bobas! Que creemos todo loque dicen. Que poresas pendejadas, aveces divertidas, se los vamos a dar.

-¿Y no es así? –quise saber, pero su miradahomicida me intimidó, así que cambié el rumbo de laconversación: -fíjate que publiqué un libro titulado “Los hombres tambiénpueden amar” en la 22° Feria Internacional del Libro de Bogotá. Donde además tuve oportunidad de conocer escritores, editores y periodistas especializados en el tema.

-¿Y de qué es?

-De que también amamos a largo plazo ycon entrega, pues tenemos sensibilidad; nosolo servimospara cambiar bobillos, el aceite del carro y cargar las maletas. El asunto estáen la manera de elegir la pareja, porque existen innumerables formas de estar juntos.

Me pareció interesada, así que le narré elproceso de cómo lohice. Desde definir que quería que fuera una obra divertida; hasta cómoluego de que el enamoramiento se transformaba en amor maduro había un duelo porsuperar, una pérdida por reparar, que, cuando se lograba, hacía posible que perduraralarelación amorosa estable y grata. También le conté que en él proponíaunala solución:elegir unapareja más acorde con la naturaleza de cada uno; siendo mássinceros consigo mismos al conocerse mejor. Y continué con mi relato,puesto que esta diosa capitalistaparecía no tener afán y me sentía lúcido:

-La noche anterior al lanzamiento de“Los hombres también pueden amar” tuve una pesadilla: alrededor de una mesa conmantel blanco sobre una tarima, estaba sentado con a otros cuatro hombres hablandosobre el libro, alfrente estaba el público, no más de tres personas, todas de mi familia, que con ojos acuososcomentaban que la obra era mejor que la última novela de Carlos Fuentes; elsalón era del tamaño de un estadio de fútbol, y no te imaginas el frío quehacía.

Continué con el relato, puesto que el lanzamiento en realidad fue todo lo contrario, resultó una maravilla de reunión, con amigos y familiares. En ella, el periodista JorgeConsuegra organizó ala asistencia en un gran círculo, presentó el libro y creó el contexto para ladiscusión. Luego Fernando Soto Aparicio leyó suprólogo interesante sobre la obra. Por último, Alonso Sánchez Baute dialogó animadamentecon los asistentes y conmigo sobre la manera en que se tejieron estos cuentos, así como eltema y la premisa que subyace a los relatos. Fue una reunión estupenda, quedécompletamente agradecido con quienes asistieron, después de todo fue el viernes21 de agosto de 2009 a las 7:30 de la noche en el recinto ferial de Corferias,se trató de un gran esfuerzo para todos ellos.

-Pues habrá que leerlo –continuó sininmutarse mi magnífica adversaria. Era imposible calcularle la edad, embellecíasus elegantes anteojos para la presbicia con el pelo azabache, la cara de piel blancay los delgados labios carmesí. Con seriedad estudiada ocultaba su sorpresaevidente, y remató: -además falta ver cómo le sale su próximo libro, a ver quétanta creatividad tiene.

Entonces le propuse pesimista:

-¿Almorzamosjuntos?

-Bueno,vamos.