Desde hace varios años Juan Pablo Montoya ha agotado todos los calificativos. La semana pasada, sin embargo, al coronarse campeón mundial de la Fórmula 3.000, demostró que aquellas frases que parecían simple cortesía no son más que un justo reconocimiento a un talento fuera de serie. Esos personajes que han repetido que el bogotano está llamado a ser un piloto de la talla del inolvidable Ayrton Senna ven ahora cómo sus vaticinios son corroborados con cada conquista.El título logrado en el autódromo de Nürburgring, Alemania, es la victoria más importante en la historia del automovilismo nacional y, sin duda alguna, uno de los mayores logros conseguidos por un deportista colombiano fuera del país. Pero la importancia del triunfo va mucho más allá de las pistas. Con su brillante desempeño en los diferentes circuitos Montoya consiguió hacer por el automovilismo nacional lo mismo que hace cerca de una década lograron Carlos 'El Pibe' Valderrama y su corte con el fútbol criollo: sacarlo del anonimato. Y esto es algo tan importante como el título. Si bien es cierto que otros pilotos colombianos también se han destacado en el exterior, como Diego Guzmán, campeón de la Barber Saab estadounidense en 1993, fue Montoya quien logró los mayores reconocimientos para el país. En primer lugar porque la mayor parte de su carrera y de sus triunfos los ha cosechado en los circuitos europeos. Para nadie es un secreto que el viejo continente es donde el automovilismo deportivo es mucho más competitivo y exigente. Sobresalir en ese medio es bastante difícil para cualquier piloto y mucho más para un hombre de un país en donde no existen competencias de esa categoría. El único colombiano que llegó a la Fórmula 1 fue Roberto José Guerrero, pero pasó con más pena que gloria por las pistas europeas. De allí que la pasada victoria de Montoya adquiera ribetes especiales. En la élite del gran circo el nombre del colombiano es reconocido y admirado por muchos. Al fin de cuentas con tan sólo 23 años el bogotano ha recorrido con avasallante éxito y rapidez todos los complejos laberintos del automovilismo. Un inusual instinto a la hora de competir es lo único que ha necesitado para llenar su palmarés con más de 15 victorias en Europa, Estados Unidos, innumerables pole position y récord de vuelta.Con el título Montoya no sólo ratificó su gran calidad, que la temporada pasada lo ubicó como subcampeón de la Fórmula 3.000, sino que además dejó en claro como piloto de pruebas de la escudería Williams de Fórmula 1 que es dueño de un talento difícil de igualar. Muestra de esto es que durante las pruebas de ensayo para los grandes premios Juan Pablo logró en cerca de 10 oportunidades registrar mejores tiempos qula mayoría de los encopetados conductores del gran circo, incluido el campeón Jacques Villeneuve. Esa velocidad, capacidad y habilidad del colombiano fueron justamente las que le permitieron finalizar la temporada 98 con el trofeo de campeón en la manos y ubicado como el octavo mejor piloto del mundo según el ranking internacional de automovilismo, el cual agrupa a los 500 mejores pilotos de los cinco continentes. En el listado Juan Pablo está por encima de 18 de los 22 conductores de Fórmula 1 y es superado tan sólo por los hombres de las escuderías que actualmente pelean el título, Michael Schumacher y Eddie Irvine de Ferrari, y Mika Hakkinen y David Coulthard de McLaren. Con excepción de los campeones mundiales de boxeo, ningún otro colombiano había llegado a tan alta posición en un escalafón deportivo internacional. Después de ver este panorama no deja de resultar irónico que un hombre de los quilates de Montoya no haya sido seleccionado para ocupar el próximo año un lugar en un monoplaza de Fórmula 1. La realidad es que varios factores extradeportivos aplazaron su ingreso al gran circo. Los más determinantes fueron las presiones de importantes empresas para imponer a las escuderías los pilotos y los millonarios intereses comerciales del máximo jefe, Bernie Ecclestone, para quien resulta más rentable tener un conductor respaldado por una gran chequera que uno que, como el colombiano, sólo tiene su inmenso talento como patrimonio. Lo cierto del caso es que, a pesar de haber arrasado en la categoría más importante después de la Fórmula 1, el futuro inmediato de Montoya no estará en el gran circo. "Es mejor llegar a un equipo ganador en el campeonato Indy que a uno perdedor en Fórmula 1". Con esta frase Montoya resumió la semana pasada lo que al parecer será su destino deportivo, al menos durante el próximo año. Varios de los más importantes equipos de Estados Unidos están interesados en contratar al colombiano, y él está estudiando las ofertas Pero si algo ha dejado en claro Montoya en todos estos años de vértigo es que tiene las condiciones suficientes para triunfar en cualquier lado.