Cuando era maestra de escuela, en plena época de la violencia partidista, había un personaje sanguinario, casi mítico, al que llamaban 'Calzones'. Un día que ella estaba dictando clase este paso corriendo por la escuela buscando refugio. Doña Ermilda lo escondió debajo de la mesa donde estudiaban los niños. Cuando pasó la policía preguntando por el criminal, la profesora dijo que efectivamente había pasado pero se había ido corriendo. Una vez afuera, 'Calzones' la abrazó y le dio varios besos. En agradecimiento le regaló un medallón de oro, que no solo fue una de las joyas más queridas por la mamá de Pablo sino que le sirvió a la familia de colchón pues cada vez que había problemas económicos lo empeñaba para luego recuperarlo.