La señora Enelia (que en la vida real se llamaba Ermilda) realmente fue una de las personas que más influyó en la vida del capo y tenía una personalidad tan particular como la retrata la novela. En el libro, El otro Pablo, la hermana de Escobar cuenta cómo unos años después del matrimonio la familia se fue a vivir a la finca de un hacendado, donde Abel, el papá de Pablo, era el mayordomo. Su hija relata que allí les dijo a los patrones que el empleado era Abel y no ella y que ni se les ocurriera tratarla como el ama de llaves. Pronto la señora Ermilda se convenció de que "el futuro de sus hijos no estaba en manos de Abel sino en las suyas". Retomó su trabajo como maestra y desde ese momento la familia siempre vivió donde a ella le saliera puesto. Abel nunca volvió a conseguir un trabajo estable, tanto que cuando falleció su padre, doña Ermilda tuvo que mantener a su suegra, una hija adoptada y un tío que era sordomudo.