El paso de tractocamiones, la contaminación visual y auditiva, el polvillo que llena las hojas de las plantas, el suelo e, incluso, los pulmones de la gente, son las razones que dan muchos habitantes de Suesca para no querer que Cementos Tequendama siga en su territorio. Esta empresa llegó en el 2002. El tamaño de su planta compite con el del casco urbano del municipio, es imposible que alguien que visite Suesca no la note. Está a tan solo 48 metros de la primera casa del barrio Farallones y a 380 metros del parque principal. (Ver galería) “Cuando llegaron prometieron trabajo a los habitantes y nada. Dijeron que no afectaría nuestra salud, y tampoco”, dijo Ómar Cáceres, habitante de la vereda Chitiva Alto. Pero la empresa responde que sí han cumplido con las promesas y han buscado el desarrollo del municipio. Según Luz Stella Vargas, gerente de Gestión Pública y Social, de 345 empleos directos, 150 son trabajadores del municipio. Además, según ella, han hecho proyectos de educación para ayudar a las personas a estudiar.  Pero, ¿por qué después de 12 años los habitantes protestan? ¿Por qué cuando la empresa se convirtió en ‘un monstro’ -como ellos la llaman- vienen los reclamos?  “Antes no existían los medios que hay ahora, ni las redes sociales (…). Ahora nos preparamos para hacer denuncias y para manifestar la inconformidad”, dijo uno de ellos. Sin embargo hay algo de más peso. Muchos suescanos consideran que la decisión que tomó la Corporación Autónoma de Cundinamarca (CAR) en la resolución 2274 del 7 octubre de 2014, en la cual entrega la Licencia Ambiental para la explotación de arenas silíceas a cielo abierto en 282 hectáreas a la empresa Cementos Tequendama, fue la gota que rebosó la copa. Las Juntas de Acción Comunal no permitirán que esto se lleve a cabo, pues puede afectar -según ellos- la Reserva Forestal Protectora de la Cuenca Alta del Río Bogotá. Por eso han presentado 15 recursos de reposición que, por ahora, detienen todo. Según un abogado local, que realiza su investigación particular -y que pidió reserva de su nombre- la autorización para esta explotación tiene inconsistencias. “Antes, la primera zona seleccionada para la explotación minera estaba en su totalidad dentro de la reserva. Sin embargo, desde abril de 2014, de un momento a otro, ya no pertenecía a la zona de protección”, dijo a Semana.com. En enero de 2014 la resolución 0138 redefinió la Reserva Forestal Protectora de la Cuenca Alta del Río Bogotá, desde ahí el terreno de explotación quedó fuera del área protegida. “Curiosamente emiten una resolución donde quitan cientos de hectáreas a la reserva y, pocos meses después, autorizan a esta empresa para que explote”, manifestó el abogado. Semana.com buscó insistentemente a la CAR Cundinamarca pero no fue posible hablar con algún vocero que explicara las actuaciones de la entidad ambiental. Por su parte, la vocera de Cementos Tequendama asegura que están ceñidos a la ley y que arrancarán la explotación cuando la CAR les autorice. Algo que muchos suescanos consideran que será un riesgo a largo plazo para el medio ambiente de la región y que amenaza al principal afluente de la sabana de Bogotá.