A Rusia le gustan los ejercicios militares. En 2009, 13.000 hombres de los ejércitos del gigante euroasiático y de su aliado Bielorrusia realizaron una serie de maniobras bajo el nombre-código de Oeste. Aunque eran nominalmente “defensivas”, muchas de las operaciones eran claramente lo contrario, en particular un ataque nuclear sobre Varsovia y el sometimiento de una minoría étnica en Bielorrusia. El gobierno polaco no pudo evitar notar que los hechos se desarrollaron en el aniversario número 70 de la invasión soviética de su país.Los actuales enfrentamientos en el este de Ucrania han reactivado los temores de los países que en su momento hicieron parte de la Unión Soviética o del Pacto de Varsovia, y que hoy hacen parte de la Unión Europea (UE) y de la Otan, como los tres países bálticos. que por albergar hasta un 10 por ciento de población de origen ruso sienten que encajan en los planes del líder de Moscú. “Estamos preocupados, pero no debemos caer en la histeria”, le dijo al diario Le Monde a finales de la semana pasada el ministro de Relaciones Exteriores de Letonia, Edgars Rinkvis. Su angustia nace de la presencia de 40.000 soldados del Ejército ruso en la frontera con Ucrania –a cuyas regiones orientales Putin llama por su nombre histórico “Nueva Rusia”– y no le creen a Putin cuando dice que están regresando a sus cuarteles. El tema es que cualquier ataque a un país miembro de la Otan desencadenaría la aplicación de su artículo 5, según el cual “un ataque armado contra una o más de sus miembros se considerará como un ataque dirigido contra el resto” y contempla explícitamente el empleo de la fuerza. Sin embargo, otras repúblicas exsoviéticas como Ucrania, Moldavia, Azerbaiyán y Georgia –que también tienen altos porcentajes de minorías rusas– no tienen el paraguas de la Otan, y la diferencia se ha notado. En la guerra con Rusia de 2009, Georgia perdió cerca del 20 por ciento de su territorio, las repúblicas independientes de facto de Osetia del Sur y de Abjasia. Ante la reciente aparición de grupos prorrusos en la capital Tiflis, que piden lo mismo que en Crimea y Ucrania oriental, las alarmas del gobierno central se han activado. El reciente e inesperado anuncio de Putin, según el cual Rusia reconocerá las elecciones presidenciales que las autoridades ucranianas celebrarán el 25 de mayo, fue recibido con escepticismo en estos países y en los miembros de la Otan de Europa oriental, que continuaron los ejercicios militares previstos desde hace algunas semanas con tropas de esa organización. Aunque la última guerra de la ex Yugoslavia y las operaciones de la llamada ‘guerra contra el terror’ le dieron un cierto protagonismo a la organización transatlántica, lo cierto es que desde la caída del muro de Berlín esta entidad había perdido su razón de ser, que era enfrentar el avance de Rusia en Europa, que en1955 creó incluso el Pacto de Varsovia. “La Otan debió desaparecer en 1991, pues con la desaparición de la Unión Soviética esta carecía de sentido histórico, pero una institución militar de esas dimensiones es difícil de desmantelar”, le dijo a SEMANA el profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Javeriana Víctor Guerrero.Tras 20 años, la actual crisis en Ucrania le ha devuelto a esa organización su foco inicial. Como le dijo a esta revista Alastair Smith, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de Nueva York: “Si el sentido de la Otan era detener a la Unión Soviética y hoy es hacer otro tanto con Rusia, entonces ha recobrado su misión”.