SEMANA: ¿Qué son las sectas o grupos sectarios? MYRNA GARCÍA: Las sectas están compuestas por personas que se encuentran en estado de inconsciencia mental y sobre ellas ejerce poder un líder o guía megalómano maltratante. Ese líder usa técnicas de persuasión coercitiva, ofrece resolver conflictos en forma engañosa y los seguidores obedecen directrices a cambio de aceptar a esa persona como instructor. La aceptación es voluntaria. Esas sectas se llaman “sectas destructivas de la personalidad”. SEMANA: Sabiendo que ustedes trabajan con víctimas hispanoparlantes en países de América y Europa, tienen claro cuál es la secta más peligrosa? M.G.: No puedo dar su nombre pero la peor de las sectas está en Colombia y estamos en plena investigación. Ya tenemos las víctimas y están trabajando con nosotros para desenmascararlo todo. SEMANA: ¿Hay alguna que sí pueda mencionar? M.G.: Una secta que se está expandiendo en el mundo es la de México, “Los defensores de Cristo”. Su fundador se hace pasar por Jesucristo, recluta las personas por internet, usa todas las técnicas de persuasión, se lleva a las mujeres a su localidad, las controla, las convierte en sus “esposas” y luego las prostituye. SEMANA: ¿Hay sectas buenas? M.G.: Si, hay sectas que no son peligrosas, no usan técnicas de manipulación, no hacen fraude, ni usan nada para modificar conductas. SEMANA: ¿Se confunden mucho las sectas con las religiones? M.G.: Si, por falta de educación y por ignorancia. Nos encontramos con el pensamiento basado en la falta de conocimiento que usualmente tienen las personas. Y la gente cree que tan solo el ignorante cae en una secta pero la realidad es que cualquiera puede caer, hasta el más inteligente. SEMANA: ¿Qué tipo de secta es la Iglesia Evangélica de Salem? M.G.: Es una secta religiosa que dice ser evangélica protestante pero esa es la fachada para atraer la población cristiana. A través de miles de prédicas manipula lo que las personas tienen que hacer, llevándolas a cometer actos inmorales y convenciéndoles que es correcto. SEMANA: Álvaro Gámez, el guía de esa secta en Pasto, fue acusado de abusar sexualmente de varias de sus feligresas, y salió libre porque según el abogado defensor, ellas reconocieron que los encuentros fueron voluntarios. ¿Qué opina? M.G.: El abogado muy hábilmente llevó a Gámez a Bogotá y el juez que lo dejó libre nunca habló con las víctimas. Acá estamos hablando de engaño y claro, si te engañan vas voluntariamente. Estamos ante un grupo de personas que cree que ese señor es la voz de Dios. SEMANA: El caso entonces sigue? M.G.: Si, las víctimas van a insistir con una apelación. Lo que dijo el abogado, en relación con lo que supuestamente dijeron las víctimas, es mentira. SEMANA: Si la mente de esas personas es manipulada de la forma como usted lo ha descrito, ¿cómo es que “despiertan” de ese engaño? M.G.: A los líderes sectarios se les va la mano, especialmente en el abuso sexual y llevan a las personas al borde de la locura. Entonces, la persona abusada termina por despertar o por acabar con su vida. SEMANA: ¿Cómo reacciona una persona cuando se da cuenta del engaño? M.G.: Siente mucho trauma y dolor. Despertar esa verdad es muy conflictivo y la persona necesita ayuda sicológica. Estamos hablando de personas que vivieron sometidas y que desarrollaron trastornos de la personalidad por dependencia, disociativos, de ansiedad, tienen alucinaciones. SEMANA: ¿Cómo se curan? M.G.: Es un proceso sico-educativo. Les ayudamos a reorganizar sus pensamientos. Ellas mismas van desenredando lo que les causó el daño. Cuando hacen el recuento de todo, empieza la sanación. Entienden que no eran culpables, que merecen aprecio y respeto y el derecho a reclamar justicia. SEMANA: ¿Hay algunas víctimas que no se curan? M.G.: Yo no me doy por vencida con ninguna de las pacientes que trato. Pero claro, si hay personas que no reciben ayuda, van a quedar heridas toda la vida. SEMANA: ¿Cuál es el tipo de personalidad más vulnerable a este tipo de sectas? M.G.: Muchos entran a sectas por pura curiosidad. Pero generalmente estas personas sienten una necesidad de aprecio y aceptación social. En el abuso sexual, he notado que en todos los casos fueron niños y niñas que vienen de familias disfuncionales y sentían la necesidad del padre o la madre. Y cuando se encuentran con un líder sectario, y esa necesidad es tan intensa, lo convierten en la persona de la que pueden recibir el amor que no recibieron. SEMANA: ¿Son más las mujeres que los hombres que caen en estas sectas? M.G.: En general, las víctimas de abuso sexual son mujeres.