Son ya 14 días los que la exconcejal de Bogotá y ahora senadora Gilma Jiménez lleva internada en la Clínica del Country de la capital colombiana, con un pronóstico reservado. Ella, reconocida por su lucha en pro de los derechos de la infancia, batalla hoy contra una grave enfermedad, y su estado es crítico. Pese a que incluso el presidente de la República lamentó el fallecimiento de la legisladora, fuentes cercanas a su familia señalaron que aunque continúa en estado muy crítico, no ha fallecido.Según una comunicación previa de la clínica, Jiménez ha sido atendida por un equipo multidisciplinario que busca “aliviar su condición actual de gravedad”. Son varios los temas que trasnochan a esta política del partido Verde: violadores, prisión perpetua, niños abusados, dolorosas agresiones. Sin embargo, la energía que alimenta a Gilma Jiménez proviene de una sola fuente: la felicidad de los niños de Colombia. Por esa gesta titánica que echó sobre sus hombros, esta congresista es diferente a los demás políticos. No habla de votos, ni de alianzas programáticas, y menos de burocracia. Ella cree que sólo dándoles un completo bienestar a los más pequeños, este país tendrá futuro. Y así lo ha hecho con una tenacidad envidiable. Por ejemplo, nunca ha hablado con un violador, como lo reconoce con una sinceridad sorprendente en un perfil publicado en KienyKe. Dice que al verlos en las audiencias donde se les acusa, siente ganas de írseles encima, golpearlos, castigarlos por el enorme mal que han hecho contra los indefensos e inocentes. Quienes la conocen saben de su carácter. Por eso, existe una versión, por muchos dada por cierta, de que cuando entra a un despacho judicial, los guardias del INPEC rodean al sindicado porque piensan que ella va a agredirlo. Sin embargo, sólo los castiga con su mirada porque no se trata de sus puños, sino su espíritu combativo. ¿Quién es? A Gilma Jiménez desde temprana edad -17 años- le tocó combinar los oficios de mamá y sus estudios de Trabajo Social en el Colegio Mayor de Cundinamarca. Estudió esa carrera porque su ideal era servir en el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar. Su carácter férreo le permitió salir adelante y luego de terminar la carrera llegó a la campaña de Virgilio Barco. Allí, como dijo en aquel perfil, la atendió el exgobernador de Cundinamarca Julio César Sánchez, quien le ofreció el único trabajo disponible: atender al público. Se ganaba poco menos de 50.000 pesos al mes. Luego se desempeñó como asesora en la Gobernación, donde hizo causa común con Enrique Peñalosa para temas sociales y desde entonces no se le despegó a este hombre que fue alcalde de Bogotá y es hoy en día un importante político y consultor. Gilma ha sido exitosa no sólo en su lucha contra quienes atentan contra la integridad de los menores, sino batiéndose a fondo en las calles de Bogotá y el país. A cualquier escenario que llega, ya se sabe de qué va a hablar. Y por ese camino labró su carrera política. En el 2008 aspiró por segunda vez al Concejo de Bogotá por el partido Liberal y sacó el sólido respaldo de 18.000 votos. Cuatro años después quiso ser senadora por el Parido Verde, donde también milita Peñalosa, y arrasó: obtuvo 217.000, la mayor votación de esas elecciones. Su obra Esta emprendedora mujer es la misma que años atrás, en el 2004, desde la Secretaría de Bienestar del Distrito fue artífice de la red de Jardines Sociales, una herencia que las distintas administraciones han sostenido en favor de los menores. Cuando habla de su recorrido político y sus luchas, Gilma siempre recuerda, como lo hizo en esa revista virtual, los casos en los que se ha batido como el de Arcebio Álvarez, el 'Monstruo de Mariquita', aquel personaje que abusó de su hija durante 30 años y tuvo con ella ocho hijos. Tampoco descansó hasta lograr la deportación, en el 2009, del ex subintendente del Ejército Rudy Alonso Suárez Corrales, quien huyó a Atenas, Grecia, después de violar y asesinar a la menor Katherine Huertas Vanegas. Y la condena en contra de Orlando Pelayo, el papá de Luis Santiago, quien apareció asesinado en un paraje cerca de Bogotá en septiembre del 2008. También es conocida por sus luchas a favor de la aprobación de un referendo que buscaba castigar con prisión perpetua a violadores y maltratadores de niños. Y es en ese punto donde ella ha perdido batallas porque los proyectos se han hundido en el Legislativo. Ella juró sacarlos adelante, pero ahora el destino le juega una mala pasada, de la que espera recuperarse.