Cada jueves, durante año y medio, Eilin Candela se subió a una flota en su natal Saravena, en Arauca, para viajar 12 o 14 horas hasta Bogotá y llegar cumplida y con todo el ánimo a su clase de Maestría en Periodismo de los viernes en la tarde. Mal hechas las cuentas y descontando un par de veces que se movilizó en avión, la reportera, de 37 años y una disciplina de budista tibetana, soportó 24 horas de viaje cada fin de semana por 18 meses, algo así como 1500 horas y 70 mil kilómetros, una distancia algo menor a darle dos vueltas al planeta.  Y más. Leilin cuenta que decenas de veces debió vérselas para superar obstáculos, desvíos, derrumbes y toda clase de imprevistos en la vía. Hechos que amenazaron con no dejarla llegar a tiempo y que hicieron aún más largas las travesías.   

Aunque su pregrado fue Contaduría Pública, Eilin siempre se ha sentido periodista. Archivo particular. Le puede interesar: Isla del Charo: reflejo de cómo Arauca se convirtió en potrero   Como sea, semejante esfuerzo tuvo este martes su recompensa. Esta mujer alegre y achispada resultó ganadora del Premio de Periodismo Simón Bolívar, en la categoría Reportaje, con el trabajo La comunidad que no quiere vivir del oro negro, un podcast de 35 minutos en el que ella exhibe la lucha de una comunidad por defender sus recursos naturales. La pieza periodística, que requirió semanas de trabajo, describe un conflicto muy común en las zonas rurales de Colombia. En 2018, Ecopetrol, mediante el proyecto conocido como Berilo Llanos 38, planeó una exploración petrolera en Isla del Charo, en jurisdicción de Saravena y Arauquita (Arauca). Leilin no solo consiguió visibilizar el esfuerzo de esa comunidad por impedir el daño al ecosistema, sino la resistencia a ser desplazada de un territorio atestado de riquezas naturales y con un vasto potencial agrícola. Una lucha que aún continúa.   Escuche aquí el podcast ‘La comunidad que no quiere vivir del oro negro’  

Miembros de la comunidad con los que habló Eilin. Archivo particular.  Eilin, la contadora Aunque de niña su sueño estuvo pegado a las cámaras y los microfónos, Leilin debió conformarse con ser contadora. No de historias, sino de libros contables y datos financieros. En otras palabras, estudió contaduría pública porque no había nada más. Esa historia la cuenta sin dejar de lado cierta emoción juvenil, como si acabara de entrar a la universidad. “Yo empecé mi carrera de contaduría cinco años después de que salí del bachillerato porque allá, en mi tierra, no había universidades de ningún tipo. Ni siquiera a distancia. Los que pudieron entrar a la universidad después de salir del colegio fueron quienes tenían la plata para ir a estudiar a otras ciudades. Yo no podía”, cuenta vestida de modo inusual aunque apropiado para la fría Bogotá. Lo hace en el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo, en medio de afamados periodistas y con el cartón que la acredita como ganadora en su mano derecha. Vuelve al relato. “Cuando me enteré de la Maestría en Periodismo de la U. del Rosario, SEMANA y RCN, me emocioné mucho. Luego me frustré: las clases eran entre semana y no había manera de asistir, pues debía trabajar".  

Eilin trabajó en la emisora local Armonia, en Saravena. Archivo Particular.  Tres semestres después, el sueño de ser periodista volvió a sonreírle. “Pasaron las clases para los fines de semana. Era como una señal. Entonces me dije, me meto tenga que hacer lo que tenga que hacer”, recuerda Leilin. Y lo que debió hacer fue, inicialmente, conseguir dónde dormir en Bogotá los viernes en la noche. El resto fue pura disciplina y constancia. “No conseguí nada en Bogotá, pero sí en un municipio cercano. Una tía me dio hospedaje en Soacha. Allá llegaba después de las clases de los viernes -dos horas más de viaje por trayecto-. Descansaba y me levantaba el sábado a las 4, para llegar a clase de 7 de la mañana”, recuerda. Después, sobre el mediodía, emprendía un nuevo regreso a casa. Otras 10 o 12 horas de viaje.  Por años, Saravena fue uno de los lugares del país más azotados por la barbarie de guerrilleros del ELN y las Farc. Había historias y noticias por doquier. Sin embargo -agrega Leilin- antes de la Maestría nunca se atrevió a hacer periodismo, aunque sentía que lo llevaba en la sangre. "En mi tierra casi todos los periodistas son empíricos. Yo sentía que no podía volverme periodista si no tenía una base académica. Ese fue el motor más fuerte que me impulsó a volver a las aulas y a los libros", relata Leilin, soltera y sin hijos.  Y aunque Leilin actualmente no tiene trabajo estable, ya cuenta con una experiencia importante. Además de las prácticas que hizo en SEMANA RURAL, en RCN RADIO y en RCN televisión -acorde con los lineamientos del programa de posgrado- se ha desempeñado como reportera del noticiero radial de la emisora local Armonía. Y lo que es mejor: cuenta ahora con un cartón que la acredita como una de las mejores contadoras de historias.